Ejemplos con sustrayéndose

Muchas veces la mejor manera de entender el significado de una palabra, es leer textos donde aparece dicha palabra. Por ese motivo te ofrecemos innumerables ejemplos extraidos de textos españoles seleccionados.

Era mi padre, don Matías Liviano y Pipaón, un hombre bueno y simplísimo, incapaz de hacer daño a una mosca, de ideas petrificadas, patriarcales, resultado del vivir estrecho en pueblos de corto vecindario, sustrayéndose sistemáticamente a todo contacto con el vivir que irradia de las grandes ciudades del reino.
Al sentir sus pasos atropellados y percibir los bultos sustrayéndose, en la densa obscuridad de los callejones inmediatos, al poder maravilloso de sus pupilas, no le quedó la menor duda de que no le engañaban los sentidos.
Mas éste, luego que en uso de su autoridad eligió los que le faltaban y completó el Senado, deponiendo en el mismo día las fasces y sustrayéndose a los que le acompañaban, se metió y confundió con la muchedumbre, y para tratar y arreglar un negocio propio suyo volvió a la plaza como un particular.
A muchos de ellos se les cayeron las lágrimas con semejante escena y semejante resolución, y todos se mostraron ofendidos de que se creyera que podía haber entre ellos alguno tan tímido o tan perturbado con aquellos acontecimientos que concibiera la menor sospecha o produjese la más leve queja, rogándole que no pusiera entre ellos al hijo, y antes lo reservase de lo que podía ocurrir para que en él creciera el vengador de la ciudad y de sus amigos, salvándose y sustrayéndose al rigor de los tiranos.
Observando que el pueblo se valía a veces de la prudencia y experiencia de los insignes oradores y sobresalientes políticos, pero que siempre se recelaba y resguardaba de su habilidad, oponiéndose a su esplendor y su gloria, como se veía bien claro en la condenación de Pericles, en el destierro de Damón, en la desconfianza que manifestó la muchedumbre para con Anfitón Ramnusio, y sobre todo en lo ocurrido con Paques, el que tomó a Lesbo, que al dar las cuentas de su expedición, sacando en el mismo tribunal la espada, allí se quitó la vida, procuraba huir de las expediciones arduas y difíciles, y cuando iba de general consultaba mucho a la seguridad, con lo que lograba vencer, como era natural, mas, con todo, no atribuía estos sucesos ni a su inteligencia, ni a su poder, ni a su valor, sino a la fortuna, y se acogía a los dioses, sustrayéndose a la envidia que sigue a la gloria.
Y en medio de su aniquilamiento, de su postración y de su pena, creyó que la fatalidad era un abismo donde debía hundirse al fin, y adonde, apenas asomada, sintió el alma temblorosa, suspendida en el aire como en un vértigo, queriendo caer y sustrayéndose al mismo tiempo a la caída.

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