Ejemplos con soberbias

Muchas veces la mejor manera de entender el significado de una palabra, es leer textos donde aparece dicha palabra. Por ese motivo te ofrecemos innumerables ejemplos extraidos de textos españoles seleccionados.

Le siguió el estilo clásico durante el reinado de los Felipes y a él se deben las soberbias custodias de Ávila, Valladolid y Sevilla, con otras innumerables y grandiosas piezas de plata, como el frontal y la gradería del altar de la catedral de Zamora.
En el siglo XVIII, el cardenal Prospero Lambertini, luego papa como Benedicto XIV, proyectó una galería que fuese superior a todas las galerías principescas que se admiran en nuestra Europa, exhibiendo todas las soberbias pinturas de altar que existen en las iglesias, de los más celebrados autores, recuperándolas y salvándolas así de la incuria, por culpa de la cual se han perdido otras.
El ser equipo de Televisa, gastar millones de dólares para tener en su plantilla jugadores extranjeros, las soberbias frases de José Antonio Roca hacia las Chivas y el haber ganado grandes partidos de manera polémica, entre otras muchas cosas, han creado en el Club América un sentimiento de rechazo por parte gran porcentaje de aficionados no americanistas, que lo convierte en el equipo más odiado del país.
Uno de sus mejores filmes fue Docks of New York, notable por su oscuro ambiente visual y soberbias interpretaciones.
Ciudades regias, soberbias aglomeraciones de casas, son para el pensamiento un cauce más inadecuado que la absoluta soledad del desierto, cuando el pensamiento no es el señor que las domina.
Aun cuando el criterio moral no hubiera de descender más abajo del utilitarismo probo y mesurado de Franklin, el término forzosoque ya señaló la sagaz observación de Tocquevillede una sociedad educada en semejante limitación del deber, sería, no por cierto una de esas decadencias soberbias y magníficas que dan la medida de la satánica hermosura del mal en la disolución de los imperios, pero sí una suerte de materialismo pálido y mediocre, y en último resultado, el sueño de una enervación sin brillo, por la silenciosa descomposición de todos los resortes de la vida moralAllí donde el precepto tiende a poner las altas manifestaciones de la abnegación y la virtud fuera del dominio de lo obligatorio, la realidad hará retroceder indefinidamente el límite de la obligación.
¡Pero ese cantor, con todas sus soberbias! ¡Un hombre que él había sacado no quería decir de dónde! Y el francés, tan enterado como él de sus primeras relaciones con Karl, fingió no entenderle.
Unos eran opacos é incoloros, otros bronceados y negros, los más se revestían con tintas soberbias, cuyo esplendor desesperaba a los pinceles humanos, incapaces de imitarlas.
En la frecuentación de los revolucionarios durante los preparativos del complot no había podido, dominado como estaba por otra idea, poner mientes en las razones que los armaban: el amor a la libertad, el odio a la tiranía, la sed de justicia, el ideal de fraternidad eran incomprensibles para el enamorado vengador, pero, cuando arrestado y enjuiciado, conoció el trato brutal de la policía, la inconsciencia de los jueces, el heroísmo de los conjurados, cuando se vio desterrado de la patria, cuando observó, recorriendo el mundo, con la muerte en el alma, el doloroso contraste de las grandezas soberbias y de las miserias incurables, un nuevo ideal lució repentinamente ante sus ojos: la redención humana.
Ni soberbias, ni desmayos de humildad.
Recordaba ahora con vergüenza su ignorancia española, aquella prosopopeya castellana, mantenida por mentirosas lecturas, que le hacían creer que España era el primer país del mundo, el pueblo más valiente y más noble, y las demás naciones una especie de rebaños tristes, creados por Dios para ser víctimas de la herejía y recibir soberbias palizas cada vez que intentaban medirse con este país privilegiado que come mal y bebe poco, pero tiene los primeros santos y los más grandes capitanes de la cristiandad.
En esta concurrencia diseminada y distraída por la música, destacábanse las señoritas del Colegio de Doncellas Nobles, jóvenes apenas entradas en la pubertad o soberbias mujeres en toda la amplitud del desarrollo femenil, que miraban con ojos de brasa: todas con traje de seda negra, mantilla de blonda montada sobre la peineta y vistosos golpes de rosas, como damas aristocráticas de gracia manolesca escapadas de un cuadro de Goya.
Halló, sí, una banda de muchachos conocidos, y agregose a ellos determinando emplear el resto de la tarde en la inspección de las soberbias obras que se hacían en Madrid para iluminaciones, decorado de plazas, triunfales arcos y demás festejos.
Obedeció la hermana mayor, y no habló más de tal asunto hasta que, dos noches después, encerraditas y ya seguras de que ni los padres ni los hermanos las sorprenderían en su grata intimidad, hizo Eufrasia a su hermana la señal de que le preparaba nueva sorpresa, aproximose a la cómoda, y del seno sacó un envoltorio, desplegó el papel finísimo que lo formaba, y aparecieron a los espantados ojos de Lea dos esmeraldas soberbias, hermosísimas, iguales en el tamaño y la forma oval, montadas en plata dentro de un cerco de diamantes.
que había llorado sobre el rosado papel lágrimas de agua de Colonia, que había, en fin, creído, al empuñar la pluma en sus manos lavadas con , tremolar una bandera con un palo de sombrilla por asta y un encaje de Bruselas por lienzo ¡Oooh! Cuando Pedro López posó su turbada planta en el palacio de los marqueses, cuando vio profanadas por groseros pies de sicarios de un poder bastardo y despótico aquellas mullidas alfombras que tantas veces habían hollado en rítmicos movimientos del baile las bellezas más valiosas de la corte, angustia mortal oprimió su corazón, nube de sangre cegó sus ojos, y una palmada de su propia mano vino a herir su frente sin que¡pásmese el lector!notase Pedro López que sonaba a hueco Sonóle a un ¡ay! fatídico, a voz triste, lejana, misteriosa, crepuscular, que murmuraba a lo lejos: ¡El primer paso! ¡El primer paso dado hacia el noventa y tres el primer paso dado hacia el Terror! ¡Oooh! Allí había visto Pedro López sumida en el más profundo desconsuelo, y vistiendo elegante , con falda , de fular de seda y encajes crema a la bella condesa de Albornoz, ideal como la Ofelia de Shakespeare a orillas del lago, digna como la María Stuard de Schiller en el castillo de Fotheringhay, sublime como la princesa Isabel, la hermana de Luis XVI, que llamó la posteridad el ¡Aaaah! Allí había visto Pedro López y estrechado su mano al hidalgo caballero, al pundonoroso marqués de Villamelón, postrado en el lecho del dolor, cual león enfermo, derramando lágrimas de varonil despecho por no poder desenvainar, en defensa de su noble hogar allanado, la gloriosa espada de cien ilustres progenitores ¡Oooh! Y en torno de aquellas dos nobles figuras realzadas aquel día por el infortunio, elevadas por ruin despotismo de un gobierno sobre el gloriosísimo pedestal de la picota de sus iras, Pedro López había visto agruparse, más hermosas mientras más doloridas, y tan elegantes en su sencillo negligé, de mañana como en sus soberbias de otras ocasiones, a las bellísimas duquesas de A.
Alrededor de los muros hay banquetas de la misma tapicería que cubre a estos, y cinco soberbias consolas de mármol y bronce sosteniendo candelabros y bustos de Isabel II y Francisco de Asís, Felipe V y Fernando VI.
Todo ello contribuía a infundir en el razonamiento que hizo aquella singular persuasión que cautiva los corazones y somete a blando yugo las más soberbias y rebeldes inteligencias.
Las tres primeras eran soberbias, ¡pero la cuarta!.
El cielo de un hermoso azul, el sol poniéndose detrás de la colina del Escobillar, y al Noroeste soberbias montañas, el pie nevado del Citlaltépetl.
Los cubiertos de plata antigua, piezas soberbias labradas a martillo y heredadas del , fueron colocados junto a los platos.
Pasaron ratos muy dichosos visitando las soberbias fábricas de Batlló y de Sert, y admirando sin cesar, de taller en taller, las maravillosas armas que ha discurrido el hombre para someter a la Naturaleza.
Aquella nube de polvo traia en su seno a un arrogante jinete, seguido de un arriero a pié y de tres soberbias mulas cargadas de equipaje.
Piedras de diferentes arcos, nobles columnas tomadas de acá y de allá, maderas sueltas de antiguos artesonados, y otros restos de soberbias construcciones, habían servido para zurcir aquellos pobres edificios.
Como sucede a todas las personas débiles y soberbias a la par, la ira de D.
-Yo amo lo recto, lo justo, lo verdadero, y detesto los locos absurdos y las intenciones soberbias.
¿Y cómo librarse de semejante influjo? ¿Cómo impedir que sus vivarachos ojos no viesen? ¿Qué sus orejas siempre alerta no oyesen? ¿Que aquella alma rebosando vida y juventud no se asomara antes de tiempo a los ojos y a los oídos para juzgar de cuanto pasaba en su derredor, en vez de dormir el sueño de la inocencia? ¡Bien temprano, a fe, llamó a sus puertas la legión de pasiones que gastan el corazón y abaten las frentes más soberbias!.
Como verdaderos creyentes, reconocíamos que a la inmensa majestad de Dios le cuadraba adorarla bajo las vastas cúpulas azuladas del firmamento, o bajo las bóvedas macizas de las soberbias basílicas, cuyas torres audaces, empinándose a grandes alturas, parecen querer tocar las nubes, y hacer llegar al cielo los cánticos sagrados.
Verdad es que algo más lejos, y a orillas del Tajo, corrían presurosos por las soberbias plazas el comercio y la vida.
Otra nube de jesuitas ambiciosos, intrigantes y envenenadores, corruptores de las conciencias y opresores de los Estados, una gusanera de monjas rebelándose contra las leyes de la naturaleza, y cantando con voz gangosa salmos en latín contrahecho, un tropel de beatas chismosas, haraganas y soberbias, otro rebaño de creyentes invadiendo los templos para dar culto a su fanatismo, y poblando a otras horas las casas de juego, los salones de baile, la plaza de toros, los lupanares.
-Verdaderamente parece un ángel -decían los niños hospicianos al salir de la catedral, vestidos con sus soberbias capas escarlatas y sus bonitas chaquetas blancas.

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