Ejemplos con siglo

Muchas veces la mejor manera de entender el significado de una palabra, es leer textos donde aparece dicha palabra. Por ese motivo te ofrecemos innumerables ejemplos extraidos de textos españoles seleccionados.

Sí, señor, sí, la historia de España del siglo XIX es una historia de casa de huéspedes.
¿Cree usted, alma de Dioscontinuó el Ministro exagerando el tono declamatorio de su discurso, que un papel que se emite a setenta con un interés de veinte, no subirá otros veinte, diez, siquiera, al siguiente día de cubierto el empréstito, al abrirse éste quizá? Pues vende usted en el acto, y de este modo hace usted en un par de días el negocio del siglo.
Está agotado, y además, tenemos al clero y a los maestros de escuela sin pagar, medio siglo hace.
¡Vivir sin Parlamento es vivir fuera del siglo!, ¡caer en la abyección!.
Era, en substancia, la representación escrita del espíritu yerto de la época en que se daba a luz, pero hasta el punto de dudarse si procedía de tal padre, o, al contrario, si era él quien había formado ese espíritu, quien alimentaba y nutría el alma de esa nueva raza, verdadera plaga del siglo que corre, raza sin convicciones, sin fe, sin entusiasmo, que llaman a todo cuanto le garantiza una tranquila digestión, y a cuanto redunda en aumento de su caudal, que entiende por su hogar doméstico, y por , un conjunto de ciudadanos para vender y comprar, tranquilamente, fardos de algodón, harinas de Castilla o papel del Estado, raza que transige con todo, menos con que se suba un cuarto la libra de pan.
Pero en torno de esta creación singular se agrupan, como digno cortejo, todos con fisonomía propia y rebosando de vida: la vieja , sentenciosa consejera de Magdalena, el hidalgo don Lope, alma de oro con corteza de hierro, tan breve en palabras como largo en hechos, último vástago de aquellos indomables banderizos del siglo XV, y condenado en el nuestro a matar las solitarias horas sobre su de piedra, el estudiante, el indiano, la solterona Osmunda, providencial castigo de don Gonzalo, Carpio y Gorio, en quienes se cifra y compendia el carácter del campesino montañés con todos sus rodeos y suspicacia, y hasta los personajes de segundo orden, Chisquín, Toñazos, Polinar, Barriluco.
Así, el ejemplo del hoy tan olvidado Jouy en , fué despertador para que Mesonero Romanos comenzara su , a pesar de lo cual su obra es muy española en pensamiento y aun en estilo, sin que falten cuadros, como el de , donde la inspiración está directamente bebida en nuestros clásicos del siglo, XVI.
A través de las casas de huéspedes ha pasado toda la historia de España del siglo XIX.
¿Qué le vamos a hacer? No crea usted que la historia de las demás naciones cultas en el siglo XIX es muy superior a la nuestra.
Aquí y acullá, y en todas partes, la historia del siglo XIX es la historia de la clase mediaclase media más rica y culta allá, más miseranda y cerril acá, la historia de una época de libertad anárquica, la libertad de explotación, torbellino de átomos insensatos e incoherentes, época egoísta y brutal, que pensó suprimir el dolor fingiendo ignorar que lo hubiese, y alardeó de las ideas y la belleza porque las avillanó y sometió cotizable en el mercado, como cualquiera otro artículo de comercio, época, en fin, en que el negociante venció y aniquiló al filósofo y al poeta.
Los Evangelios no poseían valor histórico, no eran testimonios personales de la vida y enseñanza de Jesucristo, habían sido urdidos muchos años después, casi un siglo.
Entramos en el palacio, preguntamos por la duquesa, nos pasaron a una habitación obscura, y después de una hora de espera, que a mí me duró un siglo, apareció la duquesa, vestida con una bata colorada, a pesar del luto reciente, cosa que me escandalizó.
Y torciendo la cabeza hacia mi lado:¿Qué mira usted, el marco? Es un relicario del siglo XV, una joya.
Puso en ridículo la caballería, porque no era ya conveniente a su siglo, además, no son esas las luchas que a tí te honran, sino las batallas campales, tú lo sabes bien.
Y si bien es verdad que el cantor de Ilión, en sus sonoros versos, abrió el primero el templo de las musas, y celebró el heroísmo de los hombres y la sabiduría de los inmortales, que el cisne de Mantua consalzó la piedad del que libró a los dioses del incendio de su patria y renunció a las delicias de VENUS, por seguir tu voluntad, tú, el más grande de los dioses todos, y que los más delicados sentimientos brotaron de su lira, y su melancólico estro transporta a la mente a otras regiones, también no es menos cierto que ni uno ni otro mejoró las costumbres de su siglo, cual hizo CERVANTES.
“¡Salve, oh, tú, el más grande de los hombres, hijo predilecto de las Musas, foco de intensa luz que alumbrará a los mundos, salve! Loor a tu nombre, hermosa lumbrera, en cuyo derredor girarán en lo futuro mil inteligencias, admiradoras de tu gloria! ¡Salve, grandiosa obra de la mano del Potente, orgullo de las ESPAÑAS, flor la más hermosa que ciñe mis sienes, yo te saludo! ¡Tú eclipsarás las glorias de la antigüedad, tu nombre escrito en letras de oro en el templo de la Inmortalidad, será la desesperación de los demás ingenios! ¡Gigante poderoso, serás invencible! Colocado como soberbio monumento en medio de tu siglo, todas las miradas se encontrarán en tí.
Y así seguía hablando de los trajes y costumbres del tiempo del Imperio, imaginándose que aún subsistía todo y la Francia de hoy era como a principios del siglo.
En el camino huía de todas ellas como de un tropel de furias, y únicamente sentíase tranquila al verse dentro de la fábrica, un caserón antiguo cerca del Mercado, cuya fachada, pintada al fresco en el siglo XVIII, todavía conservaba entre desconchaduras y grietas ciertos grupos de piernas de color rosa y caras de perfil bronceado, restos de medallones y pinturas mitológicas.
Traje, el de siempre, pero su chaleco escotado dejaba al descubierto una botonadura maciza, enorme, con diamantes antiguos de gran valía, y en los dedos sortijas pesadas, de complicada labor, que evocaban el recuerdo de los suntuosos marqueses del pasado siglo.
Figuraba en todas las almonedas como comprador de fuerza, y si algún corredor le proponía la adquisición de alhajas antiguas o muebles rarossiempre, se entiende, con considerable ventaja, aceptaba sin vacilación, pues no era dinero lo que faltaba en el enorme del siglo pasado, que ocupaba todo un paño de su alcoba, mostrando el menudo mosaico de sus tres filas de cajoncitos.
La industria de la seda iba arruinándose con la competencia que la hacían los franceses, uno tras otro se cerraban los talleres montados a la antigua que durante un siglo habían sostenido la supremacía industrial de Valencia, y don Manuel, que a pesar de su buen sentido comercial tenía empeño en mantener testarudamente la lucha con el exterior, sufrió grandes pérdidas y murió de un berrinche antes que la ruina viniese a coronar su desesperada resistencia.
Él era quien iba al despacho de don Manuel a escoger pañuelos y piezas de seda, raso o terciopelo en aquellos armarios de roble con cerradura complicada, que databan del siglo anterior, y él también quien subía a los porches, donde con un tric-trac ensordecedor movíanse los telares y volaban las lanzaderas, haciendo surgir los ricos tejidos entre polvo y telarañas.
Entonces leí muchos versos de Justo Sierra, las crónicas teatrales de Peredo, y las revistas que Altamirano escribía en El Siglo XIX y en La Revista de México.
¡Los clásicos! ¡Los grandes autores del siglo de Augusto! Virgilio ¡el dulce Virgilio! Horacio.
De que Rodolfo se ha estado un siglo para separar esos pétalos.
Verdugo diligente e implacable, dispuesto a vengar en las manos infantiles el menor desmán, cualquiera osadía contra los poetas del siglo de Augusto, don Román no se andaba con chicas, ni tenía piedad, quien la hacía la pagaba, así fuera el hijo del alcalde.
, en sus días de murria, cuando no tenía un real, y se olvidaba de los grandes autores del siglo de Augusto, y renegaba de Villaverde, y no se le daba un ardite la susodicha empresa del glorioso blasón, me decía de sus paisanos:.
Cada día de soledad me parecía un siglo.
El maestro López de Berganza, racionero de ella, la llamaba en el siglo XVI .
Hombre de elevadas ideas y de inmenso amor a la ciencia, hallaba su más puro goce en la observación y estudio de los prodigios con que el genio del siglo sabe cooperar a la cultura y bienestar físico y perfeccionamiento moral del hombre.

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