Ejemplos con rutinarios

Muchas veces la mejor manera de entender el significado de una palabra, es leer textos donde aparece dicha palabra. Por ese motivo te ofrecemos innumerables ejemplos extraidos de textos españoles seleccionados.

El equipo estaba compuesto por David, Douglas Mawson y Alistair Mackay y realizaron el viaje en trineo tirado por ellos mismos, ya que los perros permanecieron en la base para realizar la colocación de los depósitos hacia el polo y otros trabajos rutinarios.
La primera le reconoce que si, en varias ruedas de prensa en la que explicaba sus chequeos médicos rutinarios.
La enseñanza de la heurística y de otro tipo de resolución de problemas con estrategias para resolver problemas no rutinarios.
Los tribunales magistrados se encargan de la gran mayoría de los asuntos legales rutinarios.
Los exámenes rutinarios de monitoreo de los recién nacidos suelen hacerse con una muestra de sangre, insertando una jeringa en el talón del bebé y colocando la sangre en un papel especial.
En la mayoría de los casos se requieren tomas de muestra de sangre rutinarios para evaluar la concentración del medicamento en el plasma sanguíneo para verificar que la dosis no requiera ser ajustada.
El entrenamiento de combate y el ejercicio constituían la parte principal de los deberes militares rutinarios de los auxiliares.
En cuanto tratamos de introducir en la vida algo elegante o cómodo, algo parecido a lo que en otras naciones es ya de uso corriente, tropezamos con nuestros operarios desmañados, rutinarios, zafios.
Se alejaría de aquella familia que sólo era en apariencia suya, pero a la cual no le ligaba lazo alguno, se casaría con Tónica, buscaría una tienda modesta y emprendería otra vez la conquista azarosa y difícil del dinero, teniendo por maestro a don Eugenio y siguiendo los procedimientos lentos y rutinarios del comercio a la antigua.
Las primeras ganancias, adquiridas con dulce facilidad, le habían cegado y sólo pensaba en ser millonario, en esclavizar la fortuna, riéndose ahora de aquellos tiempos en que soñaba con Tónica la existencia monótona y tranquila de rutinarios burgueses, amasando ochavo tras ochavo un capital para pasar tranquilamente la vejez.
Ahora bien, estos agentes del tacto—encargados de trasmitir al cerebelo partes telegráficos de cuanto ocurre en el mundo, mediante esos alambres eléctricos que hemos llamado nervios en nuestro afan de poner nombres a todas las cosas, por desconocidas que nos sean,—estas diversas maneras de tocar o de ser tocados, digo, no se reducen, como pretenden algunos rutinarios fisiólogos, al oido, al paladar, a la vista y al olfato.
Dicha timidez era un fenómeno puramente nervioso, y en ella tenían no poca parte también sus rutinarios hábitos de subordinación y apocamiento.
Así - resistiéndolos, como las velas al viento-, los rutinarios aprovechan el empuje de los creadores.
Nuestras tierras feracísimas, ricas en todo género de cultivos, dan poco fruto y menos de lo que debían por los sistemas rutinarios y añejos de arar, sembrar y recoger que aún privan en nuestros países y por el uso de instrumentos ruines.
Algunos senadores rutinarios que veneraban el reglamento hablaron de.
De Pas cumplía con estos deberes rutinarios, pero necesitaba que se los recordasen.
Alberto encontró en su antecámara dos escopetas y todos los utensilios necesarios a un cazador, una pieza situada en el piso bajo estaba destinada a guardar todas las ingeniosas máquinas que los ingleses, grandes pescadores, porque son muy cachazudos y ociosos, no han podido aún hacer adoptar a los rutinarios franceses.
Los rutinarios razonan con la lógica de los demás.
La acechanza persiste en el inevitable trato mundano con hombres rutinarios.
En los rutinarios todo es menor esfuerzo, la acidia aherrumbra su inteligencia.
Con este caudal siguió siendo lugareño, y vivía la mayor parte del año en sus tierras, cultivándolas por los métodos rutinarios, y llevando con exquisita nimiedad la cuenta y razón de aquellos pingües intereses.
Son rutinarios, honestos y mansos, piensan con la cabeza de los demás, comparten la ajena hipocresía moral y ajustan su carácter a las domesticidades convencionales.
Los idealistas y los rutinarios son factores igualmente indispensables, aunque los unos recelen de los otros.
¿La continuidad de la vida social sería posible sin esa compacta masa de hombres puramente imitativos, capaces de conservar los hábitos rutinarios que la sociedad les transfunde mediante la educación? El mediocre no inventa nada, no crea, no empuja, no rompe, no engendra, pero, en cambio, custodia celosamente la armazón de automatismos, prejuicios y dogmas acumulados durante siglos, defendiendo ese capital común contra la asechanza de los inadaptables.
Cree imposible dividir la humanidad en dos categorías de hombres, los unos rebeldes en todo y los otros en todo rutinarios, si así fuera, no sabría decirse cuáles interpretan mejor la vida.
De esa insalvable heterogeneidad nace la intolerancia de los rutinarios frente a cualquier destello original, estrechan sus filas para defenderse, como si fueran crímenes las diferencias.
Por eso los idealistas son forzosamente inquietos, como todo lo que vive, como la vida misma, contra la tendencia apacible de los rutinarios, cuya estabilidad parece inercia de muerte.
¡Han trascurrido veinte años sin que usted se dé cuenta de ello! Ya no existen aquellos moldes rutinarios que se oponían a la Educación Completa.
En fin, no lo diré, pero es el caso que en nuestro país los hombres realmente superiores se han ilustrado casi siempre solos, han sido autodidactos, selfmade men, mientras que los rutinarios, los mediocres, han tenido casi siempre un diploma universitario como un pasaporte de complacencia.
Eran ridículos, tiesos, a la antigua española, tenían ideas muy atrasadas y muy esclavas del mecanismo legal en asuntos de derecho, eran rigorosos y rutinarios en materia penal, porque lo era el Código, pero, por lo visto, eran excelentes personas.

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