Ejemplos con ruidosos

Muchas veces la mejor manera de entender el significado de una palabra, es leer textos donde aparece dicha palabra. Por ese motivo te ofrecemos innumerables ejemplos extraidos de textos españoles seleccionados.

Moe ama los trenes porque son ruidosos, al igual que él.
Es cierto que los motores eran ruidosos, particularmente las versiones diésel a las que se dotó de un grueso capó que mitigaba solo en parte el sonido.
Protagonizó una batalla desde las arenas del desierto, con imágenes de pozos de petróleo en llamas, reclutas ruidosos, sucios, ávidos al sexo, excitados y también aterrorizados por estar en medio de una pelea, alejados de sus casas y familias.
Desde finales de enero y más frecuentemente en febrero y marzo el macho teclea y hace llamados ruidosos desde su territorio.
En este disco el ruidismo y la improvisación han dado paso a pautas más reconocibles, cercanas a estructuras pop al uso con sólo ciertas incursiones en sus característicos pasajes ruidosos, ahora menos incisivos.
Es muy simpática, viste de manera corriente, le gustan las exposiciones y no le gustan los lugares muy ruidosos.
Crash y Eddie: Hocicones y ruidosos, Crash ama los deportes extremos y los problemas, junto con su hermano Eddie y su hermana mamut Ellie.
Se sabe que son muy ruidosos durante la época de reproducción.
Si te acercas a la casa de don Julián Montes escucharás constantes refunfuños y regaños dirigidos, sobretodo, a los niños ruidosos que pasan por ahí.
Estos ruidosos hábitos se producen al amanecer y al caer la tarde.
Entre la isla del Espalmador y la de los Ahorcados, donde se abre el paso para los grandes buques, deslizábanse éstos teniendo que luchar con el ímpetu sordo de las corrientes y los dramáticos y ruidosos golpes de agua.
Al piloto le repugnaban las armas de fuego, juguetes locos y ruidosos, de problemático resultado.
Siguió nadando con toda la fuerza de su fe, repitiendo sus piadosas invocaciones entre bufidos ruidosos.
En la desembocadura del Vardar se levantaban los volátiles de agua dulce con ruidosos gritos, o permanecían orlando las orillas, inmóviles sobre sus largas patas.
Los dos estaban fatigados por las emociones del día, con la depresión nerviosa que sigue a los espectáculos ruidosos y violentos.
En los mítines contra la tiranía del cuartel había figurado como uno de los manifestantes más ruidosos.
El profundo silencio que seguía a estos desfiles ruidosos despertó en su ánimo una sensación de duda é inquietud.
Las olas se acariciaban blandamente sin osar interrumpir con ruidosos juegos la augusta serenidad de la noche.
Avanzaba el lingote desde la boca del horno cabeceando, como un animal rojo, ventrudo y torpe, lanzaba un rugido al sentirse agarrado y surgía por el lado opuesto convertido en una viga de fuego, corta y encorvada: y en sucesivos pases adelgazábase, se estiraba con ruidosos quejidos, como protestando de la dolorosa dislocación, hasta que, por fin, no era más que una cinta incandescente que tomaba la forma del riel.
La visión de un jardín, y de una mujer, marchaban ante él por los negros y ruidosos talleres, embelleciéndolo todo como un rayo de sol.
Además, él era un hombre de familia, se aburría en la soledad del océano o en los puertos ruidosos, haciendo vida de célibe, fumando y leyendo.
Mientras se vive aquí en Toledo, se sueña con la gloria, con empresas arriesgadas, con batallas gigantescas y triunfos ruidosos.
Despertaba la huerta, y sus bostezos eran cada vez más ruidosos.
Buen mozo, audaz y discreto, había tenido ya varios éxitos ruidosos con damas elegantes, y tres o cuatro desafíos, en los que siempre había quedado vencedor.
No tenía miedo, como el poeta, a encontrarse con su dolor a solas, y caminaba por aquel lugar poco frecuentado, saboreando con gozo cruel el hondo pesar que, de vez en cuando, estallaba en ruidosos suspiros.
Las bandas militares atronaban las calles inmediatas con sus ruidosos pasodobles, y rompiendo el gentío pasaban los regimientos, con los uniformes cepillados y brillantes, moviendo airosamente al compás de la marcha los rojos pompones de gala y las bayonetas, doradas por los últimos resplandores del sol.
Los brutos eran los de la : un pelotón de gañanes con la cara tiznada, gabanes de arpillera con furias pintadas, y coronados de hierba, que cerraban la marcha, repartiendo zurriagazos entre los curiosos que ocupaban la primera fila con sus garrotes de lienzo, más ruidosos que ofensivos.
Primero, los moros, en los ruidosos con que solemnizaban sus festividades, gozaban en hacer grandes hogueras, los cristianos adoptaron después esta costumbre, como muchas otras, lentamente, el número de fue limitándose en el año, hasta quedar las de San José, que hacían los carpinteros para solemnizar la fiesta de su patrón y la llegada del buen tiempo, en el que ya no se trabaja de noche, hasta que por fin, el espíritu innovador del siglo hermoseó la , dándole un aspecto artístico, encerrando el montón de esteras y trastos viejos entre cuatro bastidores pintados y colocando encima monigotes ridículos para regocijo de la multitud.
Y atravesando el arroyo, pasaron a la acera de enfrente, a la del Principal, donde estaban los vendedores del casquijo, ¡Vaya un estrépito de mil diablos! Bien se conocía la proximidad de las escalerillas de San Juan, con sus lóbregas cuevas, abrigo de los ruidosos hojalateros.
Todas las demás, lloriqueando, la felicitaban con ruidosos aspavientos, y por fin la misma santa hubo de mandar que cesaran aquellas manifestaciones de regocijo, porque la enferma se afectaba mucho, y podría resultarle algún retroceso peligroso.

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