Ejemplos con retorcida

Muchas veces la mejor manera de entender el significado de una palabra, es leer textos donde aparece dicha palabra. Por ese motivo te ofrecemos innumerables ejemplos extraidos de textos españoles seleccionados.

La base de la torre del campanario es cuadrada, aunque luego pasa a ser octogonal, y está sobreelevada por una flecha retorcida también octogonal.
En este lienzo también se aprecian escorzos típicos del pintor, como la original intrusión de la cabeza retorcida del buey en primer plano bajo los pies de María, que enfatiza aún más la idea de que estos cuadros fueron realizados para ser visto desde abajo.
Cy-Gor es descrito y representado por una grotesca y genéticamente mezcla humana/gorila, fruto de la retorcida mente de la agencia a cargo de y de las investigaciones previas conducidas por los nazis.
Lisa concluye diciendo que debajo de su apariencia inocente, es una persona oscura y de mente retorcida.
Es una persona retorcida y manipuladora, que no duda en usar a quién sea con tal de obtener lo que quiere.
Los sentimientos de Noein es una mezcla retorcida de amor y odio que no sólo siente por ella sino también por sus otros ignorantes Yo.
Este aún la ama, pero de una forma muy retorcida y casi maniática.
Van Dine , en el que Philo Vance pone a prueba una vez más su sagacidad y su conocimiento para desenmascarar al autor de los crímenes, mente retorcida que emplea los versos del cuento para asestar, con golpes mortales, cada uno de ellos.
Los dos guerreros se corresponden por igual en la batalla, y cada uno ve un una imagen retorcida de si mismo en el otro, Drizzt el drow con un alma humana, y Entreri el humano que debería haber nacido drow.
¿Qué pasaría si te quedaras atrapado en una isla desierta junto a tu ídolo? ¿Y qué pasaría si esa isla desierta no lo fuera tanto y tuvieras que decidir si contar la verdad a tu compañero o mantener el engaño? Todo el mundo ha hecho conjeturas sobre la primera de las preguntas, pero la segunda, mucho más retorcida, toma forma en Mi ligue en apuros.
Su boca retorcida de forma extraña y las mejillas estiradas hacia atrás dejaban la mandíbula descarnada hasta dejar a la vista sus entrañas, sus pulmones y su hígado ondeaban en su boca y en su garganta, su mandíbula inferior le dio un golpe tal a la superior como para matar a un león, y grandes copos chispeantes con la lana de una cabra le salían por la boca, procedentes de la garganta.
Tiene una retorcida perilla y una enorme nariz y ojos amenazadores.
Jennie Malloy: una retorcida esposa, celosa de su propia hija y obsesionada con el sexo, de la que Jack se había divorciado al comenzar la serie.
Este personaje lleno de aparente ternura cierra cada newsletter con un cuentito o fábula clásica reinterpretado por su retorcida mente.
Duke luego procede a explotar a los pobres para servir a su propia retorcida sed de poder.
Cuando fuese casada cultivaría la tierra, como las otras: su blancura de flor se marchitaría, amarilleando, sus manos se tornarían negras y escamosas, acabaría siendo igual a su madre y a todas las payesas viejas, una hembra esqueleto, retorcida y nudosa, lo mismo que un tronco de olivo Febrer entristecíase con estos pensamientos como ante una gran injusticia.
El héroe dulzón y bienhablado no abandonaba un momento su retorcida cortesía.
La opulenta cabellera retorcida en lo alto del cráneo y las curvas voluptuosas que tomaba la seda en ciertos lugares del masculino traje eran lo único que denunciaba a la mujer.
Avanzaba el busto hacia el cristal para ver mejor la actividad devoradora de este estómago en forma de pirámide, que tenía en su cúspide una diminuta cabeza de loro con dos ojos feroces y en torno da la base la retorcida madeja de sus patas llenas de redondeles salientes.
En la mano derecha lleva también un saco y en la izquierda una cesta que tiene en vez de asa un trozo de soga retorcida: allí trae una jícara sin asa, un borlón de darse polvos de arroz, un ojo de vidrio caído de un animalucho disecado, una rueda de butaca y la tapa de una caja de dulces adornada con un ramito de azahar artificial.
¿Quién podría describir hoy la oscilación de aquellos puntiagudos faldones de casaca? ¿Y aquellos sombreros de felpa con el ala retorcida y la copa aguda como pilón de azúcar? ¿Se comprenden hoy los tremendos sellos de reloj, pesados como badajos de campana, que iban marcando con impertinente retintín el paso del individuo? Pues ¿y las botas a la y las mangas de jamón, que serían el último grado de la ridiculez, si no existieran los tupés hiperbólicos, que asimilaban perfectamente la cabeza de un cristiano a la de un guacamayo?.

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