Ejemplos con recordándome

Muchas veces la mejor manera de entender el significado de una palabra, es leer textos donde aparece dicha palabra. Por ese motivo te ofrecemos innumerables ejemplos extraidos de textos españoles seleccionados.

Y no te salvarárepuso Artegui tomándole las manos, no te salvará, porque adondequiera que vayas, aunque huyas de mí hasta ocultarte en el mismo centro de la tierra, aunque te escondas en la celda de un convento, me querrás, me adorarás, le ofenderás recordándome.
Empezó ella recordándome mi entrada en la escuela de la calle de Rodas, y yo, desenrollando la cinta de mis recuerdos, le dije: Si mil años viviera, Floriana, no olvidaría la primera vez que vi a usted cara a cara, al salir de las misas por el alma del santo don Hilario.
Murió santamente, recordándome alegrías y penas pasadas que las dos sentimos sin dar a nadie participación, y sus últimas palabras, agarraditas sus manos a las mías, fueron consagradas al ser a quien amaba tanto como yo.
Abrió la puerta, por ella se precipitó desbordado, recordándome felices años, un torrente de ingenuas carcajadas.
-Está bien, mi hijo -contestó el padre- y haces obra buena, recordándome mis obligaciones, porque eres el mayor de mis hijos y en ti veo el rostro de la mujer adorada que, al irse, me ha dejado en el dolor.
En los labios del joven vagó una triste sonrisa, que apagó la mía, recordándome las palabras con que acogió mi observación, al recobrar la leontina.
Empezó ella recordándome mi entrada en la escuela de la calle de Rodas, y yo, desenrollando la cinta de mis recuerdos, le dije: «Si mil años viviera, Floriana, no olvidaría la primera vez que vi a usted cara a cara, al salir de las misas por el alma del santo don Hilario.
Al marcharse, la pobre me escribió recordándome mis «sagradas promesas, más sagradas ahora que tenemos un hijo», y prometiéndome esforzarse por ser toda una señora que me hiciera honor en cualquier parte.
Fue a verme, y recordándome el viejo préstamo me preguntó cómo andaba de dinero.
Y recordándome de la cuestión de antenoche, estaban abiertos y heridos por los lugares que yo había dado a los ladrones.
Pero, con todo esto, recordándome de mi mansedumbre y de que tú creciste entre estas mis manos, yo haré todo lo que tú quisieres, y tú sépaste guardar de otros que desean lo que tú deseas.
Como aquellos a quienes la embriaguez producida por la cerveza sume en un estado de sombría exaltación, poseíame de continuo secreta saña contra todo ser viviente, siendo aquella en quien me vengaba con mayor crueldad de mis no interrumpidas decepciones la pobre y enamorada niña que, recordándome a Berenice, enconaba mis heridas tornándome duro, extravagante y brutal con ella.

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