Ejemplos con pucherito

Muchas veces la mejor manera de entender el significado de una palabra, es leer textos donde aparece dicha palabra. Por ese motivo te ofrecemos innumerables ejemplos extraidos de textos españoles seleccionados.

El Tío Horacio es un claro guiño al Tío Memo, co-animador, junto a la Tía Pucherito del antiguo programa Los Bochincheros.
Currita se encogió de hombros, haciendo un gracioso pucherito como quien dice: ¿Y a mí qué me cuenta usted?.
Isabel Cordero, que se anticipaba a su época, presintió la traída de aguas del Lozoya, en aquellos veranos ardorosos en que el Ayuntamiento refrescaba y alimentaba las fuentes del Berro y de la Teja con cubas de agua sacada de los pozos, en aquellos tiempos en que los portales eran sentinas y en que los vecinos iban de un cuarto a otro con el pucherito en la mano, pidiendo por favor un poco de agua para afeitarse.
Las novedades más salientes fueron poner la madre los viernes un pucherito aparte para Tirso, que no quería comer , colocar a la cabecera de la cama de matrimonio una cruz de madera, detenerse los domingos en misa un ratito más que los primeros días, y comprar un devocionario impreso en caracteres gruesos, propios para persona a quien los años han fatigado la vista.
Al fin, hizo un pucherito encantador y rompió a berrear.
Notándolo Martín, devolvió el niño a su madre con cierta viveza, que Joaquina tomó por despego, según el gesto que hizo, y se disponía a preguntar a las niñas la causa de su seriedad, cuando Mariquita hizo un pucherito con la boca, se enjugó con la manga una lágrima, y corrió a abrazar las piernas de su padre, como si alguien la persiguiera.
Toda mi atención, toda mi perspicacia, mi arte todo de leer en las fisonomías no me parecían de bastante fuerza para descifrar el jeroglífico moral que con fruncimiento de músculos, cruzamiento de arrugas, pestañeo, pucherito de labios y una postiza sonrisilla se trazaba en el rostro egipcio de doña Cándida.
En sus brazos, y arropada entre andrajos, dormía la niña angelical sueño, agarrándose con sus manecitas al cuello del anciano, murmurando a ratos algunas palabras y moviéndose intranquila, no porque estuviera enferma, sino porque soñaba, aun estando en brazos de la miseria, cosas placenteras y risueñas, por ejemplo: que se estaba atracando de bizcochos o jugando con tres piedras, un pucherito y dos panojas, que eran otras tantas muñecas.
-He puesto un pucherito.
Los marquesitos y demás jóvenes ricos y golosos no regateaban para pagar un doblón o media onza de oro por una marimoña, un tulipán, una arirumba, un ramo de claveles disciplinados, un pucherito de mixtura o un cestillo enano de capulíes, nísperos, manzanitas y frutillas con su naranjita de Quito en el centro.
Nosotros dábamos hasta la camisa, casi siempre sin interés y de puro rumbosos, y bastábanos con que fuera amiga nuestra la dama que pasaba por el portal para que echásemos la casa por la ventana, y allá iba el ramo o el pucherito, que las malditas mixtureras sabían arreglar con muchísimo primor y gasto.
Ocupaba un puestito, donde cuidaba una majada que le había dado a interés un compatriota suyo, y ahí, solo en su rancho, sin más compañeros que sus perros y su inseparable pito de barro, de caño largo y de hornillo chico, pasaba la vida sin sobresaltos cocinando él mismo su pucherito, cebando su mate, cuidando su ropa, no sintiendo, probablemente, la necesidad, a los cuarenta y cinco años que por lo menos tenía, de formar familia, ni de complicar su vida tranquila con elementos de afuera.
Veremunda era la florista más favorecida entre las que sentaban sus reales en la vecindad del Sagrario, lugar bautizado con el nombre de Cabo de Hornos, porque todo galán que por ahí se arriesgaba a pasar, a buen librar salía con un cuarto de onza menos en el bolsillo, gastado en un ramo de flores o un pucherito de mixtura.

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