Ejemplos con profundo

Muchas veces la mejor manera de entender el significado de una palabra, es leer textos donde aparece dicha palabra. Por ese motivo te ofrecemos innumerables ejemplos extraidos de textos españoles seleccionados.

El Seminario, por la parte de los dormitorios, caía sobre un profundo barranco, ya en las afueras de la ciudad.
¿Se comprende ahora por qué al principio he confesado mi incompetencia para juzgar a Pereda? Porque yo no admiro sólo en él lo que todo el mundo ve y admira: el extraordinario poder con que se asimila lo real y lo transforma, el buen sentido omnipotente y macizo, la maestría del diálogo, por ningún otro alcanzada después de Cervantes, el poder de arrancar tipos humanos de la gran cantera de la realidad, la frase viva, palpitante y densa, la singular energía y precisión en las descripciones, el color y el relieve, los músculos y la sangre, el profundo sentido de las más ocultas armonías de la naturaleza no reveladas al vulgo profano, la gravedad del magisterio moral, la vena cómica, tan nacional y tan inagotable, y, por último, aquel torrente de lengua no aprendida en los libros, sino sorprendida y arrancada de labios de las gentes, lengua verdaderamente patricia y de legítimo solar y cepa castellana, que no es la lengua de segunda o de tercera conquista, la lengua de Toledo o de Sevilla, sino otra de más intacta prosapia todavía, dura unas veces como la indómita espalda de nuestros montes, y otras veces húmeda y , lengua que, educada en graves tristezas, conserva cierta amargura y austeridad aun en las burlas.
La duquesa, con acento profundo y unción de responso, pronunció lentas palabras, como si meditase en alta voz:.
Le encontró al fin, y le reconoció al momento, cuando llegó a sus oídos el eco profundo y melancólico de y de , o cuando vió desplegarse a sus ojos, en minucioso lienzo holandés o flamenco, avivado por toques de vigor castellano, el panorama de o de , el nocturno solaz de la al amor de los tizones, o el viaje electoral de don Simón de los Peñascales por la tremenda hoz de Potes.
Porque Pereda, el más montañés de todos los montañeses, identificado con la tierra natal, de la cual no se aparta un punto y de cuyo contacto recibe fuerzas, como el Anteo de la fábula, apacentando sin cesar sus ojos con el espectáculo de esta naturaleza dulcemente melancólica, y descubriendo sagazmente cuanto queda de poético en nuestras costumbres rústicas, ha traído a sus libros la Montaña entera, no ya con su aspecto exterior, sino con algo más profundo e íntimo, que no se ve, y, sin embargo, penetra el alma, con eso que el autor y sus paisanos llamamos , encanto misterioso, producidor de eterna en los numerosos hijos de este pueblo cosmopolita, separados de su patria por largo camino de montes y de mares.
La Iglesia Primada era para él la segunda casa de Dios, después de San Pedro de Roma, y las ciencias eclesiásticas un haz de rayos de la divina sabiduría que le cegaban, adorándolos con el respeto profundo del ignorante.
En el silencio profundo del claustro, al que no llegaban los ruidos de la calle, el Luna creyó oír, lejano, muy lejano, el chillón sonido de las cornetas, y después un sordo redoble de tambores.
Después, otra vez el silencio, que parecía más imponente, más profundo, tras los truenos del bronce.
Corrigiendo las pruebas de tanto libro religioso notaba Gabriel el profundo respeto que aquella ciencia despreciada infundía a los buenos abates franceses, de cultura muy superior a la de los canónigos de allá abajo.
Empezó a anochecer en el profundo barranco, de las charcas surgió un hálito hediondo, la respiración venenosa de la fiebre palúdica.
Y empezó una carrera loca en el profundo cauce, andando a tientas en la sombra, dejando perdidas las alpargatas en el légamo del lecho, con los pantalones pegados a la carne, tirantes, pesados, dificultando los movimientos, recibiendo en el rostro el bofetón de las cañas tronchadas, los arañazos de las hojas rígidas y cortantes.
Únicamente la madre delataba con repentinas lágrimas y algún profundo suspiro el fugaz recuerdo del pequeño.
Repicaban alegremente en el campanario de una aldea cercana, y del profundo lecho del Pedregoso, protegido por los ahuehuetes y los álamos, se alzaba espesa y se desvanecía vagarosa blanquecina nube que velaba las arboledas.
El profundo silencio turbábanlo de vez en cuando los tercetos de ciegos que, agarrados del brazo y golpeando el suelo con sus garrotes para orientarse, iban por el arroyo sin miedo a ser atropellados, prorrumpiendo en lamentaciones poéticas que, en tono quejumbroso, relataban la pasión y muerte del Redentor.
¡Aquí del incienso!¿Quién no tiene noticia de los talentos de usted, de su saber profundo, de su fama, de su acrisolada honradez?.
Sentimiento tristísimo de la naturaleza que me hace odiosos el mundo ruidoso y frívolo y los atractivos de una sociedad vanidosa, sentimiento profundo de las bellezas del mundo físico, sentimiento que desarrollan en mí los poetas y novelistas románticos.
Sonaba de esta manera: Jacinta miraba al suelo, porque sin duda el quejido aquel venía de lo profundo de la tierra.
Jacinta, sin embargo, creía oír el gemido en lo profundo.
Ya no había mujeres honradas: lo decía un conocedor profundo de la sociedad y del vicio.
Al despertar ya de día, el reposo profundo aunque breve había vuelto del revés las imágenes y los pensamientos en su mente.

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