Ejemplos con potingues
Muchas veces la mejor manera de entender el significado de una palabra, es leer textos donde aparece dicha palabra. Por ese motivo te ofrecemos innumerables ejemplos extraidos de textos españoles seleccionados.
Y los jaropes, y los potingues digital por aquí, atropina por allá ¡quiá! ni por esas se murió al fin la infeliz.
Me paseo por la estancia, de un ángulo a otro, rodeando la mesilla donde están la luz y los potingues, y en este cadencioso movimiento de fiera enjaulada transcurre no sé cuánto tiempo.
¡Potingues! ¿Qué mejor antipirina que yo?.
¡Quién me había de decir a mí que llegaría a ocuparme de que existan boticas en el mundo! Yo que jamás caté píldora, ni pastilla, ni glóbulo, tengo mi alcoba llena de potingues, y si fuera a hacer todo lo que el médico me dice, no duraría tres días.
que yo tenía mil potingues de elixires y drogas, y que una vez había convertido un jamón en violín.
Ordenaban adentro muebles, ropas y frascos y botellas de potingues, enderezaban felpudos y alfombrillas, que abundaban en el suelo, graduaban y dirigían la luz de los cuarterones de la ventana y la que entraba por la puerta, de modo que no diera de lleno en la cara del enfermo, y hasta le limpiaban el sudor viscoso y frío que relucía en su frente, y le arreglaban las coberturas y las almohadas, pero todo ello, lo mismo que cuando trabajaban afuera, sin hacer ruido ni levantar polvo ni causar la más leve mortificación al paciente.
Me paseo por la estancia, de un ángulo a otro, rodeando la mesilla donde están la luz y los potingues, y en este cadencioso movimiento de fiera enjaulada transcurre no sé cuánto tiempo.
Claro que, con tales potingues, salía Anatolio á indigestión diaria, claro que á cuenta de medrar desmedraba á ojos vistas, y claro que los padres -¡si sería grande el desmedro!- lo echaron de ver y decidieron cambiarle de ama.
-Déjese usted de alquitranes y de potingues.
que yo tenía mil potingues de elixires y drogas, y que una vez había convertido un jamón en violín.
Decididamente, el hombre era un hipocondríaco sin remedio, y yo era vagamente consciente de que iba enumerando interminables series de síntomas y suplicando información acerca de la composición y efectos de innumerables potingues de charlatán, varios de los cuales llevaba en el bolsillo, en un estuche de cuero.
