Ejemplos con pintor

Muchas veces la mejor manera de entender el significado de una palabra, es leer textos donde aparece dicha palabra. Por ese motivo te ofrecemos innumerables ejemplos extraidos de textos españoles seleccionados.

El pintor, por el contrario, escoge un solo objeto, o, si toma varios, los agrupa en reducido espacio, los concentra y sensibiliza.
Y no creería yo cumplir con lo que pienso y con lo que siento, si no terminase este prólogo estampando, al lado del nombre del gran pintor realista de las , el nombre del pintor idealista, rico en ternuras y delicadezas, que ha envuelto aquel paisaje en un velo de suave y gentil poesía.
Temíamos que, renunciando el pintor a casi todas sus ventajas indiscutibles, al paisaje, al diálogo, al provincialismo, a lo más enérgico y característico de su manera, renunciase por el mismo hecho a sus mayores triunfos.
Y cuando ese autor es un novelista de primer orden, un pintor de costumbres como ha visto pocos nuestra Península desde Cervantes acá, un hombre de agudo ingenio, rico de observación, y en donaires y gracias de decir excelente, natural es que emplee el método contra los fisiólogos, y que, convirtiendo la defensa en ataque, en vez de vindicar directamente el matrimonio, ponga y clave en la picota de la sátira a la , que dice Jovellanos.
¡Qué diálogo el de las niñas de la villa que no quiero nombrar! ¡Qué tipo el del hidalgo don Recaredo! Se dirá que la novela sigue siendo política, y que esto la daña, pero aunque sea cierto que las ideas políticas salen de los límites del arte, ¿quién duda que las extravagancias y ridiculeces de la vida pública caen, como todas las demás rarezas humanas, bajo la jurisdicción del satírico y del pintor de costumbres? ¿Por qué no ha de describirse una escena de o de comicios electorales, como se describe una escena de taberna o de mercado?.
Y cualquiera puede resignarse a ser en compañía de Homero y de Cervantes, y del gran pintor de borrachos, mendigos y bufones.
Era, por prestigio o metamorfosis, la encarnación humana de aquella ictérica casuca de la Rúa Ruera, en donde el pintor Lirio calculaba que no podía por menos de vivir un prestamista.
Y el pintor se figura que las cosas y los seres carecen de finalidad propia y utilidad colectiva, y que existen nada más para que él tome apuntes.
Recuerdo que, viviendo yo en la ilustre y veterana Pilares, vinieron a visitar la urbe mis amigos madrileños Juan Lirio, pintor, y Pedro Lario, que no sé lo que era, él decía que espenceriano.
La cuestión, para el pintor de grandes dimensiones, es de concepto, de que se dé cuenta que debe ser artísticamente superficial, o de que sea superficial e inartístico sin darse cuenta.
Entre un mancebo apolíneo y un vejete horrendo, de verrugosa nariz, el pintor elige el segundo y disputa de buena fe que es más hermoso pictóricamente.
El pintor que pinta cuadros de más de dos metros cuadrados, es inexorablemente un pintor superficial.
Que sea el objeto vértice del ángulo de visión del pintor, y no el pintor vértice del ángulo de contemplación del panorama, como lo es el novelista.
El pintor, a la inversa del novelista, no se deja dominar por la vastedad del objeto, sino que lo domina.
La misión de ver con mayor profundidad, delicadeza y emoción y enseñar a los otros a ver de la propia suerte, le toca al pintor.
El molino, en particular, parecía dispuesto por un pintor efectista para algún lienzo de naturaleza perfeccionada.
Había grupos curiosos y dignos de examen, ofreciendo el andén de la estación de León golpe de vista muy interesante para un pintor de género y costumbres.
En efecto, esas cabezas rudas, morenas y enérgicamente acentuadas, con sus flotantes cabelleras grises y sus largas barbas, esas sonrisas bonachonas y esos brazos nervudos apoyándose en el cayado, parecen ser el modelo que sirvió a nuestro famoso pintor para su.
Su madre le puso Martín, sin duda porque se parece al San Martín de ese pintor que llaman el Greco y que está en no recuerdo qué parroquia.
Había traído un pintor de la ciudad, manteniéndolo allí más de una semana, y este capricho de magnate protector de las artes le había costado, según declaraba él, unos cinco duros, peseta más que menos.
Acisclo, sus hijos, hijas, yernos y nueras, todos resplandecían retratados al óleo, de tamaño más que natural, y casi de cuerpo entero, por un pintor ambulante que acertó a pasar por Villafría, y que llevó una onza de oro por cada retrato.
Las blondas que figuraban en los de las damas, estaban algo confusas al principio, pero, cediendo a las quejas de las damas susodichas, el pintor lo arregló con ingenioso artificio.
El pintor había acertado a unir, con inspiración monstruosa, la imagen de una criatura próxima a disolverse, y la forma sobrehumana que el mismo Dios había tomado.
Estaban hablando, cuando pasó un pintor de panderetas, también vecino, y ambos le convidaron a unas copas.
Y nada más Total, que por poco la mata el condenado pintor de árboles Lo que más quemaba a este era que la infidelidad había sido con un íntimo amigo suyo, pintor también, autor del cuadro de David mirando a Fortunata no se acordaba del nombre, pero era una que estaba bañándose A ninguno de los dos artistas quería ella, por ninguno de los dos hubiera dado dos cuartos, si se compraran con dinero.
Ni había oficio en el mundo que más le cuadrase, porque aquello no era trabajar ¡qué demonio!, era , y el que trabajaba era el pintor, poniendo en él sus cinco sentidos y mirándole como se mira a una novia.

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