Ejemplos con pillastre

Muchas veces la mejor manera de entender el significado de una palabra, es leer textos donde aparece dicha palabra. Por ese motivo te ofrecemos innumerables ejemplos extraidos de textos españoles seleccionados.

En Logroño, acordándose mi amiga de la prisión de su marido, formuló mirando hacia el pueblo este femenil apóstrofe: ¡Ah, pillastre! Más quiero verte vivo que muerto, más atado que suelto por esos mundos, llevándote a mi pobre hijo.
En estas barrabasadas de Gil o , ve Jerónimo la deshonra de su familia, al fin rescatada de la miseria y del oprobio por la unión de Lucila con Halconero, y no pudiendo persuadir a ese pillastre a cambiar de vida, ha escrito del particular a su hijo Gonzalo para que vea si con halagos podrá éste inclinarle a que se vaya con él a tierras de moros, donde ha de ser más fácil que aquí someterle y llevarle a una buena conducta.
Este será todo lo contrario: un pillastre, un embustero.
¡Cuánto me alegro de verte! ¡Qué guapo estás! ¿Quién te ha dado esta ropa? Pillastre, ¿has conquistado alguna morita?.
De esta suerte, paseando mucho y estudiando algo, pero asimilándose su inteligencia fácilmente lo que aprendían, llegaron a ser un término medio entre el estudiante sorbedor de textos, que suele al fin no servir para nada, y el pigre holgazán, que degenera en pillastre.
Como esas casas no son más que vanidad y vanidad, por no confesar que le faltaban los cuartos y no pedirlos a una persona de conocida honradez, pongo por ejemplo, un servidor, va y los recibe de un pillastre, de una sanguijuela que le está chupando cuanto posee.
Y a cambio de que usted me diga dónde se esconde el malagueño, me comprometo yo, en el término de tres días, a descubrir los prados en que viven comiendo hierbas la hija del señor De Socobio y el pillastre que la robó».
Y así estuvieron soñando más de media hora el pillastre y la marquesa.
Porque Califa se acercó más y exclamó con una voz formidable, haciendo muchos gestos: ¡Oh tramposo pillastre! ¡confunda Alah a las gentes de mala fe y a cuantos privan de lo suyo a los pobres!.
En estas barrabasadas de Gil o Egidius, ve Jerónimo la deshonra de su familia, al fin rescatada de la miseria y del oprobio por la unión de Lucila con Halconero, y no pudiendo persuadir a ese pillastre a cambiar de vida, ha escrito del particular a su hijo Gonzalo para que vea si con halagos podrá éste inclinarle a que se vaya con él a tierras de moros, donde ha de ser más fácil que aquí someterle y llevarle a una buena conducta.
Para ello ha tenido que mover ciertas influencias altas y bajas el pillastre de Segismundo, le demon ironique.
Pillastre, déjame que te dé azotes y que te bese los ojos.
pues cuando ya estaba el pobre señor con una pata en el sarcófago, por medio del capellán, que es otro pillastre, le sacaron un legado de diez mil duros.
era Graziella, que me echó la zarpa diciéndome: «¿Dónde te metes, pillastre, que te estoy buscando toda la mañana? Vente conmigo.
Otras veces el diablo era la bruja que se sienta a la puerta de la iglesia, y el sacristán que le arrojaba del templo, y el pillastre de más edad y más fuertes puños que sin motivo ni pretexto de razón le maltrataba, era el dios malo también el mancebo de la botica que para curarle al mísero pilluelo dolores de muelas, sin piedad le daba a beber un agua que le arrancaba las entrañas con el asco que le producía, era el demonio fuerte, en forma más cruda, pero menos odiosa, el terrible frío de las noches sin cama, el hambre de tantos días, la lluvia y la nieve, y era la forma más repugnante, más odiada de aquel espíritu del mal invencible, la sórdida miseria que se le pegaba al cuerpo, los parásitos de sus andrajos, las ratas del desván que era su casa, y por último, la burla, el desprecio, la indiferencia universal, especie de ambiente en que Pipá se movía, parecíanle leyes del mundo, naturales obstáculos de la ambición legítima del poder vivir.
Dejábamos a Pipá, cuando interrumpí mi relato para examinar sus creencias a la ligera, en el acto solemne de disponerse a atacar la fortaleza de la Casa de Dios, que defendían la bruja Pujitos y el monaguillo, y más que monaguillo pillastre, Celedonio.
El pillastre no podía estarse ya quieto.
Y para pagar la galantería, Julia se figuraba que el Pipá hecho hombre era un gallardísimo mancebo, y procuraba que conservara aquellas facciones que en el pillastre eran anuncio de varonil belleza.
Tú no puedes luchar con un pillastre de esa talla.
Y maravillado de la puntería, de la precocidad, de la destreza, de la desconfianza, de la malicia y de la sutileza del pillastre, exclamó Azogue: ¡Inschalah, ya Mahmud! el día en que también me nombren jefe de policía, te escogeré para que seas el primero entre tres bravos! Luego Alí llamó a la puerta de Ahmad-la-Tiña.
El pillastre está invitado a cenar, pero tiene un hambre que no ve, no puede esperar y empieza a engullir dulces.
Porque te escribe y te adula cuando te necesita, como te escribía y te adulaba también el otro personaje de alquimia, el barón de Siete-Suelas, su digno competidor en el distrito, hoy amparado por el pillastre Asaduras!.
Según parece, ese pillastre había rondado el serrallo del Rey de Túnez más de cerca de lo que convenía a un moro de su color, porque el Rey le sentenció a cortarle la lengua, la mano y la cabeza.
Le llamaba de tú y muchas veces animal y pillastre.
-¡Naranjas, rediós! -aulló el pillastre y dio un tirón al pañuelo, preparándose a emprenderla a latigazos con sus compañeros.
«¡Hasta en latín sabe maldecir el pillastre!», pensó el padre, más satisfecho cada vez de los sacrificios que le costaba aquel enemigo.
Sus ojos eran grandes, de un castaño sucio, y cuando el pillastre se creía en funciones eclesiásticas los movía con afectación, de abajo arriba, de arriba abajo, imitando a muchos sacerdotes y beatas que conocía y trataba.
Mucha gente había pasado sin contestar al «¿quiere un bote?» con que el raquero interpelaba a todo el mundo, cuando apareció en escena un señor que, según dijo el pillastre, traía ''cara de flete''.
El jefe de los otros, pillastre de patente, con más asomos de bozo que de vergüenza y que se llamaba Pipa, sacando por algunos hilos que se escapaban de la camisa del primero la madeja que ocultaba, cortóle sus vuelos, y echando la zarpa al bulto, dijo, guiñando el ojo a los suyos:.
Algún pillastre.

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