Ejemplos con peste

Muchas veces la mejor manera de entender el significado de una palabra, es leer textos donde aparece dicha palabra. Por ese motivo te ofrecemos innumerables ejemplos extraidos de textos españoles seleccionados.

Pero, sin embargo, es una especie peste de por sí, no apta para control biológico.
En áreas de pastoraje, esta rosa es generalmente considerada como una seria peste, aunque es un excelente forraje para ovejas.
Si bien no pudo eliminar por completo el peligro de los Corsarios de Umbar, los Haradrim y los Hombres del Este, al menos no fue molestado por estos debido a que la Peste Negra también los afectó muchísimo.
Su reinado fue el más largo de la historia de Gondor, aunque mucho no pudo hacer del reino a consecuencia de la catástrofe demográfica en la que cayó luego de la Peste.
Parece claro que la peste apresuró la caída del Reino de Arthedain cuyas fuerzas quedaron muy menguadas para enfrentar al Rey Brujo.
asedio de Caffa, lanzaron los cuerpos de sus soldados muertos de peste por encima de las murallas de la ciudad.
Los tártaros fueron los primeros en utilizar la peste como arma biológica ese mismo año: durante el.
Una epidemia de peste que asoló Castilla diezmó el ejército de Alfonso XI, junto al que luchaba el conde gallego.
Rumano: Biban-soare , Sines , Sorete , Peste cu trei culori , Caras galben y Biban-soare ,.
Al contratiempo de la expedición franca se le unió la situación económica precaria y un brote de peste que asoló la Tarraconense, por lo que la ayuda visigoda nunca pudo llegar.
Pero abundan otros pájaros de mucha cuenta, de los cuales hay que huir como de la peste.
¡Hija, qué peste de chica!exclamó impaciente la mayorzuela al verla a su lado otra vez.
Otro rotulaba con una cifra el remedio vencedor de la más inconfesable de las enfermedades, y la peste genital seguía azotando al mundo.
Vió al mocetón brutal y membrudo con la espada de la guerra, al arquero de sonrisa repugnante con las flechas de la peste, al avaro calvo con las balanzas del hambre, el cadáver galopante con la hoz de la muerte.
La peste va a cebarse en nosotros.
La pobre humanidad, loca de miedo, huía en todas direcciones al escuchar el galope de la Peste, la Guerra, el Hambre y la Muerte.
Mientras su caballo seguía galopando, él armaba el arco para disparar la peste.
El que lo montaba se llama la Muerte, y un poder le fué dado para hacer perecer a los hombres por la espada, por el hambre, por la peste y por las bestias salvajes.
En la mano llevaba un arco y en la cabeza una corona: era la Conquista, según unos, la Peste, según otros.
francamente y con mi rudeza militar y republicana, yo he detestado desde mi juventud a los frailes y a los clérigos, les he hecho la guerra, la estoy haciendo todavía en favor de la Reforma, porque he creído que eran una peste, pero si todos ellos fuesen como Vd.
Se trataba de la peste que hacía estragos en el ganado: don Rosendo buscaba en su diccionario las palabras , etcétera, y así que leía lo que decía sobre ellas, tomaba la pluma, y su genio periodístico se encargaba de trazar uno o varios artículos, rebosando de filosofía y erudición.
Y aquel dolor de vivir sin cariño, y sin derecho para inspirarlo ni aceptarlo, puesto que estaba ligado a una mujer a quien no amaba, aquel dolor que no dormía, ni tenía paces, ni le quería salir del pecho, y le tenía la fantasía como apretada por serpientes, lo que daba a todo su música un aire de combate y tortura que solía privarla del equilibrio y proporción armoniosa que las obras durables de arte necesitan, aquel dolor, en un espíritu hermoso que, en la especie de peste amatoria que está enllagando el mundo en los pueblos antiguos, había salvado, como una paloma herida, un apego ardentísimo a lo casto, aquel dolor, que a veces con las manos crispadas se buscaba el triste músico por sobre el corazón, como para arrancárselo de raíz, aunque se tuviera que arrancar el corazón con él, aquel dolor no le dejaba punto de reposo, le hacía parecer a las veces extravagante y huraño, y aunque por la suavidad de su mirada y el ardor de su discurso se atrajese desde el primer instante, como un domador de oficio, la voluntad de los que le veían, poco a poco sentía él que en aquellos afectos iba entrando la sorda hostilidad con que los espíritus comunes persiguen a los hombres de alma superior, y aquella especie de miedo, si no de terror, con que los hombres, famélicos de goces, huyen, como de un apestado, de quien, bajo la pesadumbre de un infortunio, ni sabe dar alegrías, ni tiene el ánimo dispuesto a compartirlas.
¿Quiénes han traído a este país la mala peste de la libertad y todas sus impiedades? La gente del otro lado del Ebro, los : y don Carlos no es más que un , tan liberal como los que hoy reinan, y además tiene los escándalos de su vida impropia de un católico.
¡Parecía imposible que un vizcaíno hiciese tal pregunta! ¿Qué tiempos habían de ser? Los del Señorío, cuando Vizcaya era independiente y estaba gobernada por los prudentes y valerosos, cuando la mala peste del no había aún invadido la santa tierra del árbol de Guernica, cuando los vascos en Padura, en Gordexola y en Otxandino hacían morder el polvo a los españoles, del mismo modo que siglos después, en nuestra época, sus descendientes habían derrotado a los y los de pantalones rojos que enviaba España para acabar con los últimos restos de sus libertades.
Luna recordaba a los viajeros que en tiempos de peste atraviesan el cordón sanitario.
¡Ah! Los Villamelón habían sido siempre muy piadosos Celebraban todos los años una novena a san Roque, abogado de la peste, en Quintanar de Oreja, donde tenían posesiones.
—¡Miserables! ¿Qué vais a hacer? ¿Qué entendéis vosotros de , de , ni de ? ¡Si rodara un trozo de esa montaña, os aplastaría a todos, jueces, soldados, criminal y verdugos! ¡Si avanzasen un poco las olas de ese mar, os sorberían como a granos de arena! Figuráos que Dios desencadenase a cualquiera de los ejecutores de su cólera, a la tempestad, a la peste, al terremoto.
Dirá que es mujer legítima ¡Humo! Todo queda reducido a unos cuantos latines que le echó el cura, y a la ceremonia, que no vale nada Esto que yo tengo, señora mía, es algo más que latines, fastídiese usted Los curas y los abogados, ¡mala peste cargue con ellos!, dirán que esto no vale Yo digo que sí vale, es mi idea.
¡Cristiano yo! ¡Mal pecado! Para que no te vuelvas a acercar más a mí, me voy a hacer protestante, judío, mormón Quiero que huyas de mí como de la peste.
He el salmón por si viene mañana Lo que tenemos hoy es peste de langosta.

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