Ejemplos con personal

Muchas veces la mejor manera de entender el significado de una palabra, es leer textos donde aparece dicha palabra. Por ese motivo te ofrecemos innumerables ejemplos extraidos de textos españoles seleccionados.

Úsese en las siguientes frases la personal donde sea necesario:.
Y en estas vertiginosas evoluciones, todo el Congreso durante muchos días, el Ministerio prolongando el debate cuanto le era dado para alejar la votación hasta tanto que pudiera ganarla, o convencerse de que la tenía perdida, la prensa desatada, y los centros administrativos cruzados de brazos, esperando la resolución de la inminente crisis que acabaría con un cambio completo del personal, en el cual caso, ¿para qué dar una plumada más?.
No se trata de una alusión personal, sino de una apreciación de orden general.
Ya no hay más nobles que los que vienen de nobles, ni más aristocracia que la de la sangre vieja, porque no vivimos tiempos en que se puedan hacer nuevos nobles ni nuevos santos, nuevos nobles, porque en nuestra sociedad no hay ocasiones en que acreditar la bravura personal, nuevos santos, porque todos estamos tan bien protegidos por las leyes, que ni a los más tímidos se les pone en trance de que muestren su timidez en términos de santidad.
En las risotadas del abundante y rubicundo señor Colignon, especie de rebase , Belarmino adivinaba una amable cualidad personal, o acaso cualidad de raza: la de admirar con alegría.
Ahora bien: la idea, el concepto de ciudad aparece cuando el hombre comprende que por encima del capricho impulsivo de su arbitrio personal están la utilidad y el decoro colectivos, el propósito común de prosperidad, cultura y deleite, en los cuales participan por obligación y derecho cuantos en la ciudad conviven.
Pero en esta santa casa, y sobre todo delante del personal, ni una palabra, ¿lo entiendes?, ni una palabra.
La fama de Gabriel se difundía entre el personal humilde del templo.
Muchas veces, el campanero corría a la torre para hacer los toques ordinarios, pero su sitio vacío lo ocupaba un viejo manchador del órgano y gentes de la sacristía, que subían atraídas por lo que se hablaba de esta reunión entre el personal menudo de la Primada.
El trabajodijo Gabrielno es castigo ni virtud, es una ley dura a que estamos sometidos para la conservación personal y de la especie humana.
Los menestrales desaparecían, tragados por los ejércitos, y las ciudades se llenaban de inválidos y veteranos arrastrando la roñosa tizona, única prueba de la valía personal.
Al crecer en un Dios personal que se ocupaba de las cosas menudas del mundo y concedía su gracia al rey para que reinase, les tocaba obedecer a éste, so pena de ir al infierno.
Ese Dios personal, semejante a nosotros en su forma y sus pasiones, es un artesano de gigantesca talla que trabaja seis días y forma todo lo existente.
Pero si me preguntáis por el Dios personal inventado por las religiones a semejanza del hombre, que saca el mundo de la nada, dirige nuestras acciones, guarda las almas clasificándolas por sus méritos y comisiona hijos para que bajen a la tierra y la rediman, buscadlo en esa inmensidad, ved dónde oculta su pequeñez.
Es el dinero, ¡el maldito dinero! quien mata la parte más hermosa del soldado, el valor personal, la iniciativa, la originalidad, así como anula al obrero, convirtiendo su existencia en un infierno.
Había que reírse del Dios personal de los judíos, que había modelado en barro al hombre, lo mismo que un estatuario.
Vestía de labrador, pero el modo de llevar el pañuelo anudado a la cabeza, sus pantalones de pana y otros detalles de su traje, delataban que no era de la huerta, donde el adorno personal ha ido poco a poco contaminándose del gusto de la ciudad.
Era un espectáculo imponente y aun divertido el que de tiempo en tiempo, comúnmente cada quince o veinte días, daba Mauricia a todo el personal del convento.
Y por su parte Fortunata, que sabía perdonar las ofensas, no habría tenido inconveniente en unir sus votos a los de todo el personal de la casa Esto tenía más gracia todavía.
Había bastado que la infeliz joven abandonada, miserable y quizás mal oliente se trocase en la aventurera elegante, limpia y seductora, para que los desdenes del hombre del siglo, que rinde culto al arte personal, se trocaran en un afán ardiente de apreciar por sí mismo aquella transformación admirable, prodigio de esta nuestra edad de seda.

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