Ejemplos con partían

Muchas veces la mejor manera de entender el significado de una palabra, es leer textos donde aparece dicha palabra. Por ese motivo te ofrecemos innumerables ejemplos extraidos de textos españoles seleccionados.

Sin embargo, los coreanos partían con ventaja en esta tanda puesto que en la liga Coreana donde estaban la gran mayoría de los jugadores, todos los partidos empatados se resolvían por penalis.
De él y de las murallas partían los soldados de la milicia voluntaria que consiguieron de la reina y para Lucena el título de Heroica Villa que aún campea en la cartela de sus armas.
Los peregrinos partían hacia el sur, atravesando la Île de la Cité y llegando por el Petit Pont a la Rue de Saint-Jacques, por la que salían de la ciudad.
De esta isla partían todos los viajes comerciales hacia Quelimane, Sofala, Inhambane y Maputo y los árabes no querían perder los derechos comerciales que habían adquirido a lo largo de los siglos.
Creía que las arterias partían del corazón y las venas del hígado, llevando estas últimas la sangre, creada en el hígado tras la digestión del alimento.
Hacia el siglo XVI, el Puerto de Deva presumía de ser de cierta importancia en la región ya que desde él partían mercancías, hacia el norte de Europa, procedentes de Burgos, Zaragoza, Segovia, Vitoria, etc.
La muchedumbre, oprimida contra las verjas, saludaba a los que partían, acompañándolos con los ojos mientras atravesaban el gran patio.
Los vientres hinchados se partían bajo las palas, derramando los zumos de su putrefacción.
De esta zona ecuatorial, corazón del globo, partían dos ríos de agua tibia, que iban a calentar las costas del Norte.
Había deseado ser soldado porque todos los jóvenes de su club partían a la guerra.
En las minas de Bilbao no se partían troncos: podía, pues, concederse algún mérito como leñadores a aquellos rústicos.
Temiendo a las compañeras que seguían su mismo camino, entreteníase en la fábrica algún tiempo, dejándolas salir delante como una tromba, de la que partían escandalosas risotadas, aleteos de faldas, atrevidos dicharachos y olor de salud, de miembros ásperos y duros.
¡Castelar tenía razón! ¡Indudable era que las sotanas partían con las faldas el imperio del mundo! Y mientras esto pensaba Jacobo, con cierto rabioso despecho, que le hacía aún más antipático al padre Cifuentes, púsose a trazar un plan encantador, un verdadero idilio aristocrático, mitad campestre, mitad feudal, que fue exponiendo poco a poco y por partes.

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