Ejemplos con parición

Muchas veces la mejor manera de entender el significado de una palabra, es leer textos donde aparece dicha palabra. Por ese motivo te ofrecemos innumerables ejemplos extraidos de textos españoles seleccionados.

Para la producción de los porcinos es importante tener buenos lugares de parición para las madres y las naves deben tener buena ventilación.
¡Con qué ansia se espera la primavera que hace brotar el pastito tierno! Cierto es que es otro peligro, pues, con él se debilita más la hacienda, por algún tiempo, pero siquiera indica la proximidad del anhelado renacimiento, y también entonces viene la parición, tan regocijadora, en los años buenos, cuando habiendo sido lluviosa la primavera anterior y clemente el invierno, se desgrana la hacienda y que, detrás de cada paja, se encuentra un ternero echado, quietito, esperando que lo venga a amamantar la madre.
La parición de otoño en las ovejas dejaba algo que desear, tenía señalados unos ocho mil corderos, apenas, pero había vuelto a echar los padres en Abril, estando en ese entonces el carneraje alentado todo y con ganas de trabajar, lo que le hacía esperar un resultado mejor para la primavera.
En tiempo de parición, con igual empeño cuidará los corderos vivos y los corderos muertos, los primeros, por deber, y los otros, por interés, pues representan para él, los cueritos que salve de las garras del carancho, a más del aprendizaje necesario para desollar ligero y bien, deliciosos horizontes de caramelos y de galletitas, y cuando no haya en la esquina donde los esté negociando, nadie que lo pueda descubrir, preferirá un atado de cigarros, pues ya sabe fumar a escondidas.
Y se le llenan de gozo el corazón y los ojos, al ver, en pleno invierno, a pesar de las lluvias y del barro del corral, de la parición en su fuerza y de ser el año, de mucha sarna, -en otras partes-.
¡Oh! Las excusas no le faltan: ha llovido mucho, es año de mucha sarna, los corrales siempre barrosos, atacó de golpe y cundió sin dar tiempo, empezaba la parición y no se pudo curar, la familia ha estado enferma, y hubo que atenderla, y, como se ve, el pobre no tiene la culpa.
La parición se anuncia bien, pero después, vendrá la lombriz a comérsela.
«La majada está bien, no está muy gorda, pero muy pareja, el campo se ha compuesto algo, y en buen tiempo, pues ya viene la parición, que va a ser magnífica.
Su parición, así, siempre superaba a la de los demás puestos, y su rebaño mejoraba rápidamente.
Sucedió que hubo, seguiditos, dos años de pura prosperidad: una parición de las vacas como no se había visto desde mucho tiempo, otro tanto, en los mismos dos años en las majadas, lográndose sin esfuerzo casi todos los corderos, con unos pastizales que daba gusto y donde engordaron a más no poder novillos y capones, y a más de esto, alza general en los frutos, la lana por las nubes, los cueros a buenos precios y los animales gordos muy buscados.
Duró seis meses la función, acabando todo por una transacción, por la cual recibió la viuda cuarenta y cinco pesos, después de haber perdido, mientras tanto, la parición y la leche de la vaca que, desde un principio, la ofrecía el carnicero.
Y las mixturas cesaron o, por lo menos, los entreveros generales, pues es casi imposible evitar que, en tiempo de parición, una que otra oveja se pase -buscando el cordero extraviado- a la majada vecina.
Por supuesto, a pesar de todo, la mixtura era grande, pero como no era tiempo de parición, no pasaba el perjuicio del trabajo fastidioso y cansador de apartar.
Calculaba con poca diferencia lo que podía haber de ovejas de vientre, de borregas y de capones, y si ya veía que pronto iba a empezar la parición, apartaba las más preñadas para que no caminaran tanto y parieran cerca del puesto, con toda tranquilidad.
En medio de una majada en parición andaba la víbora buscando cómo colgarse de la teta de alguna oveja para llenarse de leche, dando de chupar al cordero, como suele hacer, la punta de la cola para engañarlo, cuando oyó el balido de un cordero que se acababa de despertar, y al ratito, la voz de la madre que le contestaba.
¡Mire, quién! ¡hacer mermar la parición! ni aunque le pagasen -como casi era el caso- el cordero por nacer con la oveja gorda.
Inundación o sequía, todo le resultaba desastre, y en tiempo de parición se le perdían o se le aguachaban dos veces más corderos que a los demás puesteros.
El campo estaba feo, el pasto corto y ralo, las ovejas sin parición y las vacas flacas, las mismas plantas parecían haber dejado de crecer, y todo estaba triste, pobre, como arruinado y sin vida.
Este, a veces, tenía sus resabios de rutinero viejo y medio agachaba las orejas como para cocear, pero no le duraba y acababa por ceder, así permitió que Sapito estacionara las majadas de la estancia para la parición, y cuidara aparte las madres con los corderos, e hiciera varias otras cosas que, si bien le dieron a Sapito y también a los tres muchachos, hijos de don Benito, bastante trabajo, fueron para éste de gran provecho.
El patrón se admiraba, pero Juan le explicó que, siendo soltero, carneaba raras veces y sólo ovejas viejas, que todas las mañanas, permitiéndolo el tiempo, hacía pasar por el chiquero dos puntitas de ovejas para curar las manchas de sarna que pudiera haber, y que cuando iba a empezar la parición, apartaba las ovejas preñadas y no se despegaba de ellas ni de día ni de noche hasta que estuvieran señalados los corderos.
El año vino regular: en las majadas hubo poca sarna, bastante parición y los capones engordaron bien, pero en la de Juan no hubo ni rastro de sarna, su parición fue sobresaliente y de ella apartó el resero doble número de capones que de cualquier otra.
Y éste, viendo que en todas esas haciendas había miles de vacas orejanas, las rondó con sus peones para que se quedasen en el campo, de todos modos, cabían todas, la parición se acercaba, seguramente tan lejos no vendrían todos los dueños a reclamar en seguida las suyas, y una vez grandecitos y herrados los terneros que iban a nacer, con echar del campo las madres, quedaba asegurada la.
Y sólo despertó al aclarar, en el momento en que creía ver todas las vacas tambaleándose de flacas, en medio de una sequía espantosa, sin un novillo siquiera para el consumo, con la parición perdida y muy comprometida la siguiente, y muy empeñado en cuerear él mismo el mejor toro del rodeo.
Ya calculaba que la próxima parición iba a aumentar todavía el rodeo, y que podría vender tantos novillos y tener tanta plata que no sabría qué hacer con ella, pues quedaba de vida modesta y de gustos sencillos, en medio de su riqueza.
De buenas ganas hubiera abandonado la majada, a pesar de las recomendaciones paternas, por estar ella en plena parición, pero no pudo, quedó como paralizado por el terror.
La parición había sido abundante: el corderaje era lindo, alegre, retozador, y para facilitar el trabajo, lo apartaron todo junto en un chiquero especial.

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