Ejemplos con oprimiendo

Muchas veces la mejor manera de entender el significado de una palabra, es leer textos donde aparece dicha palabra. Por ese motivo te ofrecemos innumerables ejemplos extraidos de textos españoles seleccionados.

El árbitro de la República conmovido deslizó su mano y oprimiendo la fina siniestra de Doña María Luisa, le dijo, emocionado.
Otra nueva característica que se muestra es la bomba de papel, que es la habilidad de soltar minas o lanzar directamente a tu oponente mediante sosteniendo los botones C y Z y oprimiendo A.
Mortalmente herido en el campo de batalla, oprimiendo con su cuerpo la tierra y fijando en el cielo infinito su mirada, Andrei oye de cerca la voz de Napoleón y el paso de sus soldados y, con ellos, toda la epopeya de su tiempo que parece desencadenarse a través de aquella misma tierra sobre la que sus miembros pesan cada vez más, y todo ello apenas es nada, como un rumor de insecto sobre el que cae abundante la bendición del cielo.
Hay una estrofa la cual Bellows interpreta que está fuera de lugar, que trata sobre el conflicto entre Helgi y Hunding, pero otros lo interpretan como a Helgi oprimiendo a Hunding en el Valhalla:.
Veía la muchedumbre indefensa y pacífica amontonándose en los botes, que zozobraban, las mujeres arrojándose al mar con un niño en brazos, toda la confusión mortal de la catástrofe Luego, el submarino que emergía para contemplar su obra, los alemanes agrupados en la cubierta de acero húmedo, riendo y bromeando, satisfechos de la rapidez de su labor, y en una extensión de varias millas, el mar poblado de bultos negros arrastrados lentamente por las olas: hombres que flotaban de espaldas, inmóviles, con los ojos vidriosos fijos en el cielo, niños con la rubia cabellera tendida como una máscara sobre su rostro lívido, cadáveres de madres oprimiendo sobre su seno, con fría rigidez, el pequeño cadáver de una criatura asesinada antes de que pudiera darse cuenta de la vida.
Su diestra, oprimiendo un minúsculo pañuelo, pasó entre el velillo y el rostro para cubrirse los ojos.
Se había paseado con ella por el desierto de la última cubierta, oprimiendo su brazo aéreo, oyendo el leve crujido de sus pasos invisibles, murmurando dulces palabras que sólo obtenían una respuesta mental.
Además ¡el calor ecuatorial! ¡la asfixia que se apoderaba de ella a ciertas horas de la noche, oprimiendo su pecho, haciendo zumbar sus oídos, desarrollando ante sus ojos cerrados una cinta de visiones inconfesables, interrumpidas al fin por el sueño! ¡Ah, John! ¡Pobre grandote, cómo deseaba verlo!.
Oprimiendo los lomos de mi , salí con la columna del General Martínez Campos, una de las tres que mandó Concha al reconocimiento de Arlabán.
Cuando nos quedamos solos, Donata se estrechó más contra mí, oprimiendo mi cuerpo con un abrazo forzudo, y me dijo: Tuya soy, tuya me hiciste por amor, y a ti me pego, y no habrá quien de ti me separe.
Todo lo devoró Jacobo línea a línea, letra a letra, pasando por todas las emociones de la sorpresa: el pasmo, el rencor, la esperanza, el recelo, hundiéndose ambas manos en su crespa cabellera y apretándose el cráneo como para impedir que su atención se distrajese, oprimiendo algunos de aquellos papeles entre sus dedos temblorosos, como si quisiera indicar que eran suyos, que a él solo pertenecían, y nadie en el mundo se los había de arrebatar, a veces, deteníase un instante, cerraba los ojos y respiraba con fuerza, como si le faltase el aliento.
Cuando sonaron a lo lejos las campanadas , echó el último trago, lió un pitillo, dio un beso al niño, arrojó al perro un mendrugo, y oprimiendo rápidamente el talle a la joven, como un avaro que palpa su tesoro, tomó el camino de la fábrica.
Luego de retirarse la dama, el hombre pasó del salón a su despacho, que era la habitación contigua, y oprimiendo un resorte oculto entre los cortinajes, dio luz a las lámparas eléctricas.
Después de revolcarse como las fieras heridas, se puso boca abajo, oprimiendo el vientre contra los muelles del sofá, y clavando los dedos en un cojín.
Pateta, oprimiendo maquinalmente el fusil.
Fortunata se dejó caer en una silla, y más de un cuarto de hora estuvo sin articular palabra, oprimiendo el pañuelo contra su cara.
¡Buena ha sido, buena!exclamó doña Lupe, oprimiendo contra su seno la mano en que tenía los billetes, tan bien cogidos que no se veía el papel por entre los dedos.
-exclamó oprimiendo su cabeza con ambas manos-.
Ramos, sigámosle -dijo Remedios oprimiendo convulsamente la mano del Centauro-.
Mas, ninguno le tocó, y cuando los canteros abandonaron su escondite, él estaba ya lejos oprimiendo contra el jadeante pecho su gloriosa conquista, henchida el alma de júbilo.
A la derecha del patio se divisa una pequeña habitación, agrupados allí los viajeros al lado de sus equipajes, piensan el último momento de su estancia en la población, media hora falta sólo, una niña –¡qué joven, qué interesante!–, apoyada la mejilla en la mano, parece exhalar la vida por los ojos cuajados en lágrimas, a su lado el objeto de sus miradas procura consolarla, oprimiendo acaso por última vez su lindo pie, su trémula mano.
Aquí dio fin y término otra vez mi ya vacilante serenidad, y el «nudo» que me estaba oprimiendo la garganta rato hacía, trocóse en humor benéfico que me empañaba los ojos y crecía por el contagio del llorar de las mujeres que me acompañaban en el cuarto, y que, al fin, llegaron a contaminar a Neluco, médico y todo, mientras volvía a oírse afuera la nota triste de antes recorriendo los grupos y las masas de aquellas compungidas y humilladas gentes.
Y se quedó mirando partir la lujosa berlina, en pie sobre la acera y mascando el cigarro que se desvanecía en espirales de humo, mientras la Marquesa, oprimiendo entre sus manos las de Jorge, y volviendo hacia él su rostro henchido de promesas y de deseos, murmuraba a su oído con acento apasionado y febril:.
-¿Has oído? -advirtió el rey a su hija, la cual, con los ojos bajos, las manos oprimiendo el agitado seno, los labios cerrados, escuchaba la sentencia silenciosamente.
Doña Paula se figuraba la diócesis como un lagar de sidra de los que había en su aldea, su hijo era la fuerza, la viga y la pesa que exprimían el fruto, oprimiendo, cayendo poco a poco, ella era el tornillo que apretaba, por la espiga de acero de su voluntad iba resbalando la voluntad, para ella de cera, de su hijo, la espiga entraba en la tuerca, era lo natural.
¿Quién, siendo de carne, acompañaría durante dos horas de recogimiento a una mujer querida, aspirando su aliento, quemándose en el fulgor de sus ojos, oprimiendo su brazo, tropezando frecuentemente con ella, sin amarla y decírselo?.
Oprimiendo la mano de Próspero, le dijo:.
Una bella joven de pelo negro como el ébano y ojos dulcísimos como los de la gacela, estaba de pie, apoyada en una silla, oprimiendo entre sus dedos afilados una inocente rosa cuyas hojas arrancaba, y los pedazos se veían ya esparcidos por el suelo.
Vedle: de mediana talla y vestido de finísimo paño negro, sus anchos pies contorneados de juanetes, calzados con refulgente charol, rapada la barba, doblado el cuello de la camisa bajo el del escotado chaleco, con un lacito de mariposa, hecho con las deshiladas puntas de la corbata, la pechera tersa y bordada, y culebreando sobre ella y el chaleco, en varias direcciones laberínticas, una cadena de oro, muy rizadito el pelo, y descansando sobre las dos laterales escarolas de rizos, más bien que ajustado a la cabeza, un sombrero de copa alta, en la diestra mano un bastón de manati con puño de oro, la izquierda caída sobre el muslo correspondiente, oprimiendo entre los dedos un par de guantes de respeto, y ambas cubiertas de vello por el dorso.
Gonzalo! -contestó la solariega con voz fogosa y ojos centelleantes, oprimiendo entre los dedos de su mano, lívida y descarnada, la velluda y rechoncha que el otro le tendió.

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