Ejemplos con narigudo

Muchas veces la mejor manera de entender el significado de una palabra, es leer textos donde aparece dicha palabra. Por ese motivo te ofrecemos innumerables ejemplos extraidos de textos españoles seleccionados.

La fauna del rio es rica en peces y de esta forma puede observarse buenos ejemplares de Angila Europea, Barbo, Platica, Aitel, Perca de rio, Blica, Blica, Hecht, variedades de carpas, Narigudo, Rapfen.
Santiago repetía en su cerebro la visión próxima de las estancias de Palacio por las cuales había discurrido con Chaves y el viejecito llavero, vio las enormes salas silenciosas y frías, de altos techos, en que bailaban figuras pintadas, las paredes revestidas de riquísimas telas, las estofadas consolas, las chimeneas de jaspe que sustentaban relojes y candelabros con muñecos mitológicos, los retratos de Reyes muertos, el manso Carlos IV, el narigudo Carlos III, y Reinas con blancas pelucas y deformes tontillos, vio las sillas y altos sillones puestos en formación a lo largo de las paredes, gravemente vestidos de sus fundas de lienzo, como frailes con los capuchones calados en la ringlera del coro.
! Entraron en el , donde Rubio y Clavería saborearon la ilusión de hallarse en el Café Universal de Madrid, pues allí estaba el dueño, , un astur amable y narigudo, allí , brujuleando de mesa en mesa, siempre zaragatero y servicial.
Esta réplica vivaz y agresiva dejó a todos suspensos, y desconcertado al narigudo, que era un tal Segismundo Fajardo.
El pueblo de usted -dijo el narigudo con ínfulas de chistoso-, debe de ser Belén.
Ramón López Vázquez y al gracioso Vahey, al narigudo Martínez Almagro y al elegante Lillo.
Como narigudo, no lo es, ni tiene el labio inferior echado para afuera.
-Parece que el niño dijo en un café que Su Majestad era narigudo.
Le prendieron porque en el café dijo que Su Majestad era narigudo.
Enorme estante de roble contiene una rica y escogida biblioteca, y allí está Horacio el epicúreo y sibarita junto con el tierno Virgilio, en cuyos versos se ve palpitar y derretirse el corazón de la inflamada Dido, Ovidio el narigudo, tan sublime como obsceno y adulador, junto con Marcial el tunante lenguaraz y conceptista, Tibulo el apasionado, con Cicerón el grande, el severo Tito Livio, con el terrible Tácito, verdugo de los Césares, Lucrecio el panteísta, Juvenal, que con la pluma desollaba, Plauto, el que imaginó las mejores comedias de la antigüedad dando vueltas a la rueda de un molino, Séneca el filósofo, de quien se dijo que el mejor acto de su vida fue su muerte, Quintiliano el retórico, Salustio el pícaro, que tan bien habla de la virtud, ambos Plinios, Suetonio y Varrón, en una palabra, todas las letras latinas, desde que balbucieron su primera palabra con Livio Andrónico, hasta que exhalaron su postrer suspiro con Ruttilio.
Dijo una misa muy larga el cardenal narigudo, y luego los regentes tomaron juramento a los procuradores, diciéndoles: -¿Juráis conservar la religión católica? ¿Juráis conservar la integridad de la nación española? ¿Juráis conservar en el trono a nuestro amado rey D.
Sancho, que vio partir a su amo para tomar carrera, no quiso quedar solo con el narigudo, temiendo que con solo un pasagonzalo con aquellas narices en las suyas sería acabada la pendencia suya, quedando del golpe, o del miedo, tendido en el suelo, y fuese tras su amo, asido a una acción de Rocinante, y, cuando le pareció que ya era tiempo que volviese, le dijo:
Mellado de un diente, bizco de mirada, narigudo como ave de rapiña y alicaído de orejas, era su merced feo hasta para feo.
¿Cómo voy yo a creer que se nace criminal como se nace chato o narigudo? ¿Qué tiene que ver la forma del cráneo con el acto delictuoso? ¡Eso es absurdo! ¡Eso sólo se le ocurre a un cerebro delirante!.
! Entraron en el restaurant, donde Rubio y Clavería saborearon la ilusión de hallarse en el Café Universal de Madrid, pues allí estaba el dueño, don Juan Quevedo, un astur amable y narigudo, allí Pepe el malagueño, brujuleando de mesa en mesa, siempre zaragatero y servicial.
«El pueblo de usted -dijo el narigudo con ínfulas de chistoso-, debe de ser Belén.
un grande narigudo, digo narigudo, no tanto para conducirle cuanto para explorarle, y.
-Gracias, señor narigudo -replicó el oyente, que era de los bien vestidos.
-Narigudo.

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