Ejemplos con muy

Muchas veces la mejor manera de entender el significado de una palabra, es leer textos donde aparece dicha palabra. Por ese motivo te ofrecemos innumerables ejemplos extraidos de textos españoles seleccionados.

Aunque estudió en la Universidad de Sevilla, no le llamaba Dios por ese camino, y desde muy joven encontró en la poesía el desahogo de su alma exaltada y sensitiva.
Cosa muy difícil para los hombres.
¡Qué alboroto por la escalera, tan medrosa para ellos otras noches!A mí no me da miedo de la montera, Pepe, ¿y a tí?,decía Blanca, cogida muy fuerte de mi mano.
El canario de los niños ,- muerto ,- en su jaula ,- muy viejo.
El ,- cantar es muy natural con los canarios.
Es verdad que el pobre estaba ya muy viejo.
¡Qué bonito era! Todas las mañanas, muy temprano me iba con él ribera abajo y galopaba por las marismas levantando las bandadas de grajos que merodeaban por los molinos cerrados.
Cuando Platero está jugando con los niños ¿por qué va muy despacio?.
,- un borrico, Platero es muy inteligente.
Pero todos los niños tienen los ojos muy abiertos y ven muy bien lo que los hombres no pueden ver.
Parece ser que mi padre, desde muy niño, componía versos y era muy dado a leer novelas y dramas.
Nuestros zapatos no le serán muy difíciles de hacer.
Reverendointerrumpió Belarmino, no muy seguro de que éste era el tratamiento debido, la ciencia zapateresca ignora las cláusulas políticas, por eso es analfabética.
En los apóstrofes y denuestos de Xuantipa, aunque muy veladas, siempre latían, como se habrá advertido, venenosas alusiones a este asunto.
¿No podría usted hacerme uno así? Soy muy exigente para el calzado.
Databan los amores desde más de dos lustros, los habían iniciado estando los dos muy corridos en años, y no habían trascendido del estadio del más puro romanticismo, platonismo e inefabilidad.
Era un vecino, sin duda, puesto que venía con cilíndrico gorrete de andar por casa, muy cochambroso por cierto, nariz minúscula y erisipelosa, antiparras cuadradas, color amarilla, boca circular, desdentada, negra, honda como una sima.
Bien, muy bienelevando los ojos, con beatitud.
El señor Colignon era muy rico.
El francés y el español prosiguieron la cháchara, muy al mutuo sabor, hasta que se presentó Xuantipa.
Era muy penetrativo el zapatero, rápido en percatarse del mecanismo y expresión de pasiones y afectos, pero como al propio tiempo su bondad aventajaba aún a su penetración, cuando sospechaba un sentimiento ajeno de hostilidad o mofa, rehuía darse por enterado.
Añadió con timidez:Están muy usadas.
Pido la palabra para alusionesdijo Carmelo Balmisa, un sastre muy leído.
La intromisión del Círculo republicano en la barriada eclesiástica traía muy desasosegados al obispo, a los Jilgueros, a todo el cabildo y a la tropa menuda clerical que allí avecindaba.
Aquella otra casa solariega, de entrada barroca y escudo blanquinoso, labrado no ha mucho, es un noble de ayer, y muy afecto a la Iglesia, puesto que salen del portal dos dominicos de abundantes libras.
Ahora mismo me apercibía yo a describir la Rúa Ruera, de la muy ilustre y veterana ciudad de Pilares, en donde vivía Belarmino Pinto, llamado también monxú Codorniú, zapatero y filósofo bilateral, cuando, al pronto, en el umbral u orilla de mi conciencia, se yergue el espectro de don Amaranto de Fraile, enarbolando un tenedor de peltre, que a mí se me ha figurado tridente de Caronte, ese Neptuno del mar de la eternidad.
¿Qué le vamos a hacer? No crea usted que la historia de las demás naciones cultas en el siglo XIX es muy superior a la nuestra.
Es decir: cuando la humanidad, tras de haber imaginado penetrar el sentido de la vida y la muerte y tener asido el orbe entre las manos, como un niño una pelota, volvió sobre sí y, con maravilla y espanto, descubrió que todo había sido ensueño e ilusión, que la vida no tiene sentido ni el orbe consiente que se le abarque, en aquel trance lastimoso, que fué algo así como una almoneda en donde se desbarató el hogar y menaje de los dioses, algunos individuos remataron a bajo precio tales y cuáles trastos de la almoneda, que, aunque apolillados y claudicantes, todavía duran y se utilizan, y otros individuos, muy contados, más propensos a la desesperanza y al tedio, volviéronse de espaldas al cielo, ya vacío y desalquilado, humillaron los ojos hacia el suelo, y aplicáronse a reunir por semejas hechos minúsculos, no de otra suerte que un desocupado, por pasatiempo o ansia de olvido, se emplea en coleccionar objetos inservibles, y así se fué formando cada una de las ciencias particulares: que no es otra cosa una ciencia sino colección, jamás completa, de sellos usados o cencerros de vaca.
El griego me lo enseñó un opositor a cátedras, y muy rápidamente, con gran sorpresa mía.

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