Ejemplos con migaja

Muchas veces la mejor manera de entender el significado de una palabra, es leer textos donde aparece dicha palabra. Por ese motivo te ofrecemos innumerables ejemplos extraidos de textos españoles seleccionados.

La Isleta de los Patos está situada muy cerca de lo que podría ser el centro del Parque de María Luisa de Sevilla, se trata de un estanque delimitado por piedras rústicas en cuyo centro existe una isla accesible por medio de un puentecillo y otra isla exclusiva para las aves, donde descansan y hacen vida patos, pavos reales, las palomas que usan sus árboles para reposar y aprovechan cualquier migaja para alimentarse y algún que otro gallo y gallina.
Esperaba encontrar alguna migaja de pan que se le hubiera caído hoy al labrador y algunos granos de trigo que se hubieran quedado entre la paja, como otras noches.
Según otra versión, se migaja de pan flotaba, el interesado volvería de nuevo a San Andrés.
Al otro lado de la pared, por un hoyo hábilmente cavado, Juan, el sobrino no pierde una migaja del espectáculo: Suzon da a ver, y un poco a tocar.
Y aquel infame Belarmino, sabía Dios merced a qué socaliñas y malas artes, le hurtaba, sin dejar una migaja siquiera, el aplauso y atención que a él en justicia se le debían, puesto que Belarmino era insensato charlatán y prevaricador de la lezna y el cerote, en tanto él, Apolonio, por don natural, componía los más primorosos artificios, así zapateriles como poéticos.
Como él no, indudablemente peor: en un buque de vela, llevando bajo el brazo los zapatos para prolongar su uso, aceptando los ranchos de a bordo como un regalo desconocido Tal vez llegaba él un poco tarde, pero raro sería que no le hubiesen dejado alguna migaja.
Comió sin dejar migaja, sin cortedad alguna, cuanto le ponían delante, y eso que Cecilia, como podrá suponerse, no tenía la mano corta en servirle.
¡Y yo, que formo parte de esta institución, tengo siete duros al mes, y la mayoría de los vicarios de España cobran menos que un guardia de Consumos y miles de clérigos andan a salto de mata, de sacristía en sacristía, buscando una misa para poner al fuego el pucherete, y si no salen a las carreteras cuadrillas de clérigos a robar, es porque tienen miedo a la Guardia civil, y tras dos días de hambre llega un tercero en el que pueden comer un mendrugo! Siempre hay una migaja para entretener el hambre.
¡Si tratas de darle una migaja más por la rendija, cuenta conmigo!.
Hay un refrán en nuestra España, a mi parecer muy verdadero, como todos lo son, por ser sentencias breves sacadas de la luenga y discreta experiencia, y el que yo digo dice: Iglesia, o mar, o casa real, como si más claramente dijera: Quien quisiere valer y ser rico, siga o la Iglesia, o navegue, ejercitando el arte de la mercancía, o entre a servir a los reyes en sus casas, porque dicen: Más vale migaja de rey que merced de señor.
Léamela vuesa merced, señor gentilhombre dijo Teresa, porque, aunque yo sé hilar, no sé leer migaja.
Cuando una persona se echa a nadar aquí, o cuando algún pastor de cabras se cae, se lo meriendan los peces en un abrir y cerrar de ojos, y al minuto de caído no queda de él ni una hebra de carne, ni una migaja así de hueso, ni nada.
Este juicio es la gota de almíbar que me endulza un poco las amarguras que me corresponden como a todo español que ha contribuido con su migaja a rellenar la cazuela de septiembre.
En cada migaja veía latente el veneno mortal.
sino un pétalo, un rizo prófugo, una migaja.
Todos se apiñan en torno de los manteles oficiales para alcanzar alguna migaja de la merienda.
Permite una maledicencia medrosa y que no compromete, hecha de- mendacidad prudente, restringiendo las perversidades para que resulten más agudas, sacando aquí una migaja y dando allí un arañazo, velando todo lo que puede ser objeto de admiración, rebajando siempre con la oculta esperanza de que puedan aparecer a un mismo nivel los críticos y los criticados.
El veía lo que podía perder, sentía lástima de ella y le prodigaba una limosna de ternura, una migaja de pasión.
mucho después que tornaba a su entendimiento, et aun, cuando se echava a dormir, desque yazía en la cama, que fazía ý muchas cosas que non enpeçería nin migaja si más linpias fuessen.
En el solar que forma ángulo con la Acequia alta habían quedado en pie, aunque no muy seguros por su base, dos o tres cuartos habitados por un negro viejo, sucio y desarrapado, gran persona en la cofradía mozambique, y fuera de ella ente más ruin que migaja en capillo de fraile.
fue la viuda al estanco, compró un pliego de papel de hilo, partiolo por mitad, pidió prestados al catalán de la esquina tintero de cuerno y pluma de ganso, escribió la misiva, espolvoreó sobre lo escrito un puñado de tierra, cerrola con migaja de pan, y un chico de la vecindad, adiestrado en el oficio, marchó a las volandas de correo.
Lo que me pasa es que se me redoblan todas las habilidades para hacer que venga a mí la migaja que a ellos les sobra, y a cada minuto se me ocurre una traza, un ardid, un invento.
Se da el caso extraño de que el superior tenga envidia del inferior, y ocurre que los que comen a dos carrillos defiendan con ira y anhelo una triste migaja.
¡Desastre! Cuando llegó, el forastero voraz engullía, con la última migaja de la penúltima galleta que existiera en la casa, la última cucharada de caldo, el último átomo de zapallo y el último grano de arroz.
Vale más una migaja de pan con paz, que toda la casa llena de viandas con renzilla,.
Que los sabios dizen: que vale más vna migaja de pan con paz, que toda la casa llena de viandas con renzilla.
-Pero esos hombres tan cariñosos, tan finos, tan discretos, tan campechanos en el comercio ordinario de la vida, cogen la pluma después, se suben a la trípode, y ya están con el ataque, ya «son de Madrid:» la migaja de limosna, la miradita de alto abajo.
¿para que se haya hecho esa verdadera conquista? ¿Sabe usted que ha sido preciso que la reputación haya venido formada y dando la vuelta a medio mundo para que en Madrid se la haya concedido el pase? Y así y todo, si vamos a desentrañar lo más encomiástico que de las obras de esos forasteros se dice entre ustedes en el rinconcillo que les dejan desocupado en sus papelones las revistas de teatros, las de toros, las del gran mundo, la crónica escandalosa, la de los crímenes del día y las arduas cuestiones políticas, si se exprimen un poco y se depuran después en el crisol del buen sentido, ¿a qué queda reducido todo ello? a la migaja mísera arrojada de limosna al pobre postulante desde el festín aparatoso del enfatuado gacetillero.

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