Ejemplos con lucían

Muchas veces la mejor manera de entender el significado de una palabra, es leer textos donde aparece dicha palabra. Por ese motivo te ofrecemos innumerables ejemplos extraidos de textos españoles seleccionados.

Colores: Originalmente, y previo a la compra de la empresa por el Grupo Plaza las unidades lucían una base blanca con franjas en negro y azul.
Una época de minimalismo, en la que los productos tales como máquinas de escribir, edificios, cámaras, vehículos lucían todos parecidos y carecían de personalidad e individualismo.
Colores: Originalmente, y previo a la compra de la empresa por el Grupo Los Constituyentes las unidades lucían una base roja con franjas longitudinales en blanco y celeste, con el techo negro.
A los Caquetíos les agradaba usar muchos zarcillos, en sus orejas, boca, y tabique nasal, los lucían combinándolos con collares de conchas marinas muy finas y hasta de oro, lo que despertaba los sentimientos ambiciosos de los conquistadores.
El uso en las publicaciones partidarias del águila imperial, idéntica a la que lucían los oficiales nazis en sus uniformes.
Los techos lucían aún el viejo esplendor de los artesonados, unos obscuros, de artificiosas trabazones, otros con un dorado mate y venerable que hacía resaltar los cuarteles coloreados de las armas de la casa.
La noche era digna del día: en el cielo de aterciopelado azul centelleaban claras y vivas las estrellas, el gas de las innumerables tiendas con que Bayona explota la vanidad de los españoles pudientes y trashumantes, ponía a las obscuras manzanas de casas un collar de luz, y en los escaparates se lucían, con todos los tonos de la escala cromática, telas ricas, porcelanas y bronces caprichosos, opulentas joyas.
Pues, ¿para qué es la dentadura, se dicen los más, sobre todo cuando la tienen buena, sino para lucirla, y triturar los manjares que se lleguen a la boca? Y Pedro era de los que lucían la dentadura.
Las grandes piezas del servicio lucían su brillo mate de plata vieja y sólida, trabajada a martillo.
Las damas acudían a la Fuente Castellana, tendidas en sus carretelas, con clásicas mantillas de blonda y peinetas de teja, y la flor de lis, emblema de la Restauración, brillaba en todos los tocados que se lucían en teatros y saraos.
En grandes jarrones de porcelana española,los viejos jarrones de la familia,frescos ramilletes de rosas, lirios y azucenas, y por todas partes, regados aquí y allá, pétalos rosados, amarillos, blancos, purpúreos, y apiladas en torno de mi taza, las místicas y caducas balsaminas,,que de ordinario engalanaban la humilde lamparilla de la Dolorosa, lucían ahora en aquel banquete religioso su nívea veste manchada de carmín.
¡Oh, aquellos tiempos míos! Se estrenaba menos, era menor la variedad, pero se lucían cosas buenas y sólidas, que pasaban docenas de años en los roperos sin que hubiera polilla con valor para hincarlas el diente.
Los caballeros maestrantes lucían sus uniformes obscuros, los sanjuanistas su cruz roja, y hasta los oficiales de reemplazo y los del batallón de Veteranos se adosaban los arreos militares para acompañar a la señora en la visita a los templos y lucir de paso sobre el pecho las recién frotadas cruces.
En la plaza de la blasonada ciudad nada había variado: la Parroquia estaba intacta, igual, como la dejé diez años antes, con su graciosa cúpula de azulejos, su torre arruinada, abriéndose al peso de sus campanas ponderosas ,como decía don Románla yerba crecida en el cementerio, el frontis del templo, festonado con espontáneos helechos que a lo largo de las cornisas lucían sus palmas séricas, y coronaban con gallardos plumajes el susodicho blasón que los villaverdinos ponen en todas partes.
El júbilo que le causaba la cobranza de aquel dinero que creía perdido era tan grande, que sus ojos pardos le lucían como dos carbones encendidos, y su boca traía bosquejada una sonrisa.

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