Ejemplos con lúgubre

Muchas veces la mejor manera de entender el significado de una palabra, es leer textos donde aparece dicha palabra. Por ese motivo te ofrecemos innumerables ejemplos extraidos de textos españoles seleccionados.

Pero con todo eso, el Pereda de mi más íntima predilección y fervoroso cariño será siempre el Pereda que veranea en Polanco, y que en invierno habita en el muelle de Santander, un poco antes de llegar a la capitanía del puerto, en el teatro mismo de las hazañas de y de la lúgubre partida de , para morir en la fiera rompiente de las.
En la mesa grande, casi vacía, se alzaban solitarios los altos floreros, y a la luz escasa era lúgubre la mancha blanca del enorme mantel, semejante a un sudario.
Aquellas aguas, tendidas en su tumba de piedra, tenían quietud y limpidez lúgubre.
No sabía qué era más penoso, si los martirios en la mazmorra del castillo lúgubre o los días de desesperación en las calles de poblaciones populosas, viendo las viandas y el oro tras el cristal de los escaparates, rodeado por el lujo y sintiendo girar su cabeza con el vahído del hambre.
¡Qué engaño, Gabriel! Renunciar al amor y a la familia, huir de los placeres profanos, del teatro, los conciertos y el café, ser mirados por los hombres, aun por los que la echan de religiosos, como unos seres extraños, una especie intermedia entre la hembra y el macho, arrastrar faldas, ir vestidos en todo tiempo como un mamarracho lúgubre, y a cambio de tantos sacrificios ganar menos que los que pican piedra en las carreteras.
¿Y la poesía? Lúgubre como un calabozo, hermosa a veces, pero como puede serlo el canto de un preso asomado a la reja.
La barraca, vomitando lejos de ella su digestión de gentío, quedó muda, sombría, con ese ambiente lúgubre de los lugares por donde acaba de pasar la desgracia.
Pero después caía en la huerta obscura, con sus ruidos misteriosos, sus bultos negros y alarmantes que pasaban saludándola con un lúgubre, y comenzaban para ella el miedo y el castañeteo de dientes.
La masa de cañas, estremecida por el vientecillo de la noche, lanzaba un quejido lúgubre, parecía olerse la traición en este lugar, tan fresco y agradable durante las horas de sol.
Hasta la luz del sol parecía lúgubre bajando al fondo de este barranco tamizada por una áspera vegetación y reflejándose pálidamente en las aguas muertas.
Hay en tí no sé qué muy lúgubre, cierta tristeza y cierto desconsuelo que no me gustan, que me hacen padecer, que me hacen llorar.
Así te explicarás esa lúgubre tristeza, ese desconsuelo que has observado en mí, y que te hace padecer.
Es curioso notar que mis paisanos, los budistas villaverdinos, nunca se alegran y regocijan como en día tan lúgubre y de tan penosas memorias.
¡Qué panorama tan hermoso! A mis pies las primeras calles de la ciudad, como extendidas en una alfombra de felpa amarillenta, la alameda de Santa Catalina, los edificios apiñándose a proporción que se acercaban a la Plaza, el poblado dividido por el río, y a orillas de éste el convento franciscano, lúgubre y sombrío, desolado y triste, como si llorara la ausencia de sus mendigos.
Pero el sentimiento religioso no es en las almas villaverdinas plácido y activo, sino, por lo contrario, lúgubre, apocado, meticuloso.
Hay, pues, algo de lúgubre y melancólico en estos bailes de máscaras, algo de serio y de imponente.
Ella está sola y callada, crispada y lúgubre, como el reo en el banquillo después de la ejecución.
Algunos minutos después salió de la ciudad y dirigióse hacia el cuadro, entre otra gran masa de gente, el esperado lúgubre cortejo.
Fortunata, después de mirarla con una emoción que doña Lupe no podría definir, volvió a apoyar la cara en la mejilla, y dando un gran suspiro, se acorazó dentro de aquel silencio lúgubre, que desesperaría a la misma paciencia.
Tiene a quien salirañadió Maxi con lúgubre ironía.
El café se compone de dos crujías, separadas por gruesa pared y comunicadas por un arco de fábrica, mas a pesar de esta rareza de construcción, que le asemeja algo a una logia masónica, el local no tiene aspecto lúgubre.
Iremos a pasar un ratodijo Moreno de una manera lúgubre, y a echarle a mi desesperación una hora de esparcimiento, como se le echa carne a una fiera para que no muerda.
¿Y a Nicolás le has echado otra chinita? preguntó ella después de una pausa, queriendo alegrar conversación tan lúgubre.
Envolvíase toda en una manta, lo que le daba cierto aspecto temeroso y lúgubre como de alma del otro mundo.
Sí, para matarte y matarmedijo Maxi en un tono que no pudo ser tan lúgubre como él deseaba, pues el arma empezó a causarle miedo, a causa de que en su vida había tenido en las manos un chisme de tal clase.
El ser , desde la Cava hasta las bohardillas, da a las escaleras de aquellas casas un aspecto lúgubre y monumental, como de castillo de leyendas, y Estupiñá no podía olvidar esta circunstancia que le hacía interesante en cierto modo, pues no es lo mismo subir a su casa por una escalera como las del Escorial, que subir por viles peldaños de palo, como cada hijo de vecino.
¿Serían los perros? Asomóse a la ventana: la luna bogaba en un cielo nebuloso, y allá a lo lejos se oía el aullar de un perro, ese aullar lúgubre que los aldeanos llaman y juzgan anuncio seguro del próximo fallecimiento de una persona.
Sartenes rascadas con tenedores y cucharas de hierro, tiestos de cocina tocados como címbalos, cacerolas, dentro de las cuales se agitaba en vertiginoso remolino un molinillo de batir chocolate, peroles de cobre en que tañían broncas campanadas fuertes manos de almirez, latas atadas a un cordel y arrastradas por el suelo, trébedes repicados con varillas de hierro, y, por cima de todo, la lúgubre y ronca voz del cuerno, y la horrenda vociferación de muchas gargantas humanas, con esa cavernosidad que comunica a la laringe el exceso de vino en el estómago.
No olvidará tampoco la salida de la casa solariega, la ascensión por el camino que el día de su llegada le pareció tan triste y lúgubre.
Parecía que era sustancia humanapero de una humanidad ruda, primitiva, inferior, hundida hasta el cuello en la ignorancia y en la materiala que nutría y hacía brotar con tan enérgica pujanza y savia tan copiosa aquella flora lúgubre por su misma lozanía.

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