Ejemplos con látigos

Muchas veces la mejor manera de entender el significado de una palabra, es leer textos donde aparece dicha palabra. Por ese motivo te ofrecemos innumerables ejemplos extraidos de textos españoles seleccionados.

En su suplicio, Morgoth gritó tan fuerte que acudieron a ayudarlo los Balrogs, hasta entonces dormidos en Angband, los cuales, con sus látigos de llamas, hicieron huir a la monstruosa criatura.
estaban armados de varas y látigos que no dudaban en usar si algún prisionero salía de la ducha.
Estas creaciones van acompañadas en el campo de batalla por Señores de las Bestias que con sus látigos conducen a Ratas-ogro y Ratas Gigantes a su voluntad.
Formas más extremas de flagelación involucran cañas, látigos y cuerdas, y pueden dejar magullones, raspones, cortes y otras laceraciones.
La flagelación suave incluye las manos, paletas, fustas, o látigos de bajo impacto, y usualmente no resulta en nada más grave que ardor y coloración de la piel.
La expresión Pulsa denura quiere decir en arameo látigos de fuego, consiste en una ceremonia cabalística en la que se invocan a los angeles de destrucción para la aniquilación de los enemigos, la Torah no permite este tipo de practicas.
En la zona de Kfar Saba, se establecieron vallas y fue detenido un vehículo que transportaba a cinco hombres del Irgún armados con látigos.
En la quinta sala, se ubican los enseres del hombre del campo: arreos, bridas, cabezas de silla de montar, látigos, espuelas y otros elementos relacionados a la montura del caballo.
Aunque el ataque es general, las citas individualizan a ciertos miembros del clero que sirven de prototipos: el cura que negó sepultura para el cadáver de su hermano, y el que siguió con látigos a ciertas mujeres que le pidieron que rebajase alguna parte de los derechos de un entierro.
La delicada poetisa conocerá la crueldad de los hombres goreanos y sus látigos, será la más baja de las sirvientes, se la marcará a fuego de la forma tradicional en Gor, en su muslo izquierdo, ya no es la destacada estudiante ni la sensible poetisa, es una esclava el libro que mejor relata la vida y sentimientos de una kajira y su amo, y para muchos el más querido de la saga.
Durante este tiempo los látigos de Poppy pone al equipo de lacrosse en forma, consiguiendo llegar a la final que es la primera de ellas.
Las formas tempranas caracterizan por poseer largos cuellos y colas como látigos, siendo probablemente los dinosaurios más largos que hayan existido.
canta una canción sobre el Canyonero acompañada por música country y chasquidos de látigos.
Pero peleaban entre ellos enarbolando látigos, empujando a las almas hacia el juicio.
Esposas, látigos, calaveras, rosarios y cirios completaban el adorno, abajo ardía una hoguera en torno a un poste con argolla y figuraba una caperuza como un embudo adornada de serpientes, sapos y cabezas cornudas.
Jamás Viena corriendo hacia el Práter, Berlín hacia el Linden, París hacia el Bosque, habían presentado espectáculo tan original y pintoresco como el que ofrecía a la puesta del sol aquella inmensa avalancha de trenes lujosísimos, la mayor parte descubiertos, atestados de mujeres de todos tipos, de todas edades, con trajes de colores vivos, mantillas blancas o negras, peinetas de teja y flores en la cabeza, en el pecho, en las manos, en los asientos y portezuelas de los coches, en las frontaleras de los caballos y en las libreas de los cocheros, confundiéndose, sin atropellarse, en aquella baraúnda ordenadísima, carruajes, caballos, jinetes, arneses, prendidos, libreas, cocheros con la fusta enarbolada, lacayos con los brazos cruzados, retintines de bocados y crujidos de látigos, efluvios de primavera y perfumes de tocador, olor a búcaro de la tierra recién regada, y fragancia de lilas, azucenas y violetas, envuelto todo como en una gasa en un polvillo fino y brillante, iluminado todo con golpes de luz bellísimos por los reflejos del sol poniente, que penetraba por entre las copas de los árboles, haciendo brotar resplandores de incendio en la plata de los arneses, los botones de las libreas y el herraje de los coches.
El abad de Boán los descorrió impetuosamente, el Tuerto sacó la tranca, giró la llave en la cerradura, y clérigos y seglares se lanzaron contra la canalla sin avisar ni dar voces, con los dientes apretados, chispeantes los ojos, blandiendo látigos y esgrimiendo garrotes.
Aún aquí se habían adelantado muchas familias que se retiraban del baile lo más temprano posible, y eran de oírse los apellidos de las más distinguidas de La Habana repetidos de boca en boca, como ecos en escala, por todos los caleseros:¡Montalvo! gritaba una voz y Montalvo repetían veinte sucesivamente, hasta que se perdía a lo lejos o contestaba el llamado acercando el carruaje, en cuyo acto ocurrían algunos choques, no pocas peloteras entre los esclavos, más de un varapalo asestado por el dragón que mantenía el orden en la calle, todo esto acompañado del estallido de los látigos, del ruido de las ruedas, cual truenos lejanos, y de las patadas de los caballos en las chinas pelonas del pavimento.
Tocaba uno, bailaban dos, haciendo uno de ellos de mujer, y de los demás, quiénes batían las palmas de las manos, quiénes golpeaban la dura losa con los puños de plata de los látigos, sin perder el compás ni cometer la más mínima disonancia.
Y entonces mandó a los lictores que despojasen al maestro de sus vestidos y le atasen las manos atrás, y que a los niños les diesen varas y látigos, para que, hiriéndole y lastimándole, lo llevasen así a la ciudad.
A los voraces lobos con látigos de cotidiana disciplina los pudieron rechazar.
El mar sacudía sus hirvientes olas con furor creciente, el viento azotaba como con invisibles látigos el dorso de las olas que se encrespaban al poderoso castigo, en el cielo amontonábanse las nubes cerrando el paso a los rayos del sol, que ponía en ellas fantásticos cárdenos matices de un fulgor amarillento.
Rosalía tuvo necesidad de sentarse: un sudor frío y copioso la inundó toda, la sangre martillaba en sus sienes con ritmo febril, sus manos ardían húmedas y viscosas, su pecho se negaba a recibir aquellas ráfagas de aire puro que al acariciar su rostro, antojábasele a ella que la azotaba como con látigos invisibles.
Las nubes viajaban por los cielos en montones como arrastradas por caballos invisibles, azotados por los relámpagos que cruzaban como látigos de fuego en todas direcciones.
¡Pero aun no había acabado de hablar, cuando se abrió la puerta y entró el marido con dos esclavos negros, que se precipitaron sobre mi hermano Bacbuk, le ataron le arrojaron al suelo y empezaron por acariciarle la espalda con sus látigos.
Por fin, de un extremo a otro, como tiros que se chingan, los látigos chasquearon y poco a poco, trabajosamente, en el zangoloteo de los pozos del empedrado, crujiendo la madera, chirriando el fierro, sonando los resortes con ruidos de aldabas de matraca, al trote perezoso de los caballos, movióse la comitiva, dirigióse a tomar la Calle Larga de la Recoleta, no sin antes recorrer la ciudad por Victoria y por Florida.
-¿Y se puée saber qué es lo que viene usté a buscar en esta casa? -le preguntó a su vez Rosario con los brazos en jarra y mirándole como si pretendiera convertir sus ojos en acerados látigos.
por mi alegría de ruedas dentadas y látigos,.
Esto vale algo más que los chasquidos y látigos de un Correo, aunque mete menos bulla.
Al recio tiroteo se siguió un movimiento confuso en la tropa asaltante, choques, voces, tumultos, chasquidos de látigos en las tinieblas, cual si un pánico repentino la hubiese acometido, y tras de esa confusión pavorosa algunos tiros de pistola y frenéticas carreras, como de quienes se lanzan a escape acosados por el vértigo.

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