Ejemplos con lánguidamente

Muchas veces la mejor manera de entender el significado de una palabra, es leer textos donde aparece dicha palabra. Por ese motivo te ofrecemos innumerables ejemplos extraidos de textos españoles seleccionados.

Los alerces y los pinos lárices formaban en algún rincón del parque un grupo nemoroso, suizo, dejando caer sus mil brazos desmadejados, hasta besar lánguidamente el suelo.
¿Qué hay?dijo ella, y levantó lánguidamente la cabeza.
El bando contrario acogía la visita diplomática con gran removimiento de sillones, para ofrecer los mejores sitios, y la conversación desarrollábase lánguidamente sobre recuerdos de elegancia y de grandes compras.
Recostada lánguidamente en una butaca, leía, ya en este, ya en otro, de dos libros que tenía al lado.
Fue cosa del hígado, del corazón o del estómago, sobre esto no se pusieron de acuerdo los doctores, lo único indiscutible fue que cayó lánguidamente y sin ruido, como esos pájaros a quienes el lazo traidor arranca del espacio para encerrarlos en una jaula.
Don Juan se dio en seguida a pensar en lo bonita que estaría aquella mujer envuelta en una bata lujosa, lánguidamente tumbada en una butaca, o vestida de baile con los brazos desnudos, ceñido el cuerpo en sedas y encajes, o mejor aún, en el momento de lavarse y peinarse, que es el instante más favorable para saber si la belleza femenina está en aquel punto de sazón y frescura que la hace ser la obra maestra de Dios.
Entra, Chonito, entramurmuró lánguidamente el capellán.
No llevaba consigo más que sus ensueños, y miraba lánguidamente hacia la plaza Saint-Michel.
Y mientras charlaban ambos amigos, Paca columpiábase lánguidamente en una mecedora en el patio de su casa, aun con los adornos con que se engalanara para ir al huerto del Soniche.
Se verán lánguidamente contemplados por ojos femeninos.
Las olas vienen suaves, lánguidamente se deshacen contra el animalote de piedra dormido bajo las caricias del sol.
Como otros espíritus escogidos renuncian al placer, al mundo y sus vanidades, y renuncian a la acción, al buen éxito, a los triunfos del orgullo y del egoísmo, en nuestras letras contemporáneas hay quien no conserva, en la gran bancarrota espiritual moderna, en el naufragio de ideas y esperanzas, más que un vago pero acendrado amor a la tenue poesía del bien moral profundo, sin principios, sin sanciones, por dulce instinto, por abnegación melancólica y lánguidamente musical pudiera decirse.
Los enormes troncos se conmovieron, y hubo rosas que se deshojaron y lirios que se inclinaron lánguidamente como en un dulce desmayo.
Y reclinó lánguidamente su cabeza en el hombro del caballero, que a la vez la contemplaba.
Ora se alzan y van en vuelo loco, ora, más al abrigo, ruedan solitarias, breve trecho, y quedan un momento inmóviles, antes de trazar, lánguidamente, otro surco, ora se acumulan y aprietan, como medrosas o ateridas, ya se despedazan y entregan en suicidio a la ráfaga, deshechas en liviano polvo, ya giran sin compás alrededor de sí mismas, como poseídas danzantes.
¡Buena prueba de cariño! Porque tú murmuras lánguidamente: «Suframos», y yo te respondo con gritos del alma: «Luchemos», porque tú piensas que voy a ser de otra mujer, y yo quiero hacerte mía para siempre, porque tú, gimiendo como una niña, me mandas un adiós, muy desconsolado, eso sí, pero muy terminante, y yo loco, como un hombre que ama, te sujeto aquí, a mi lado, entre mis brazos, contra mi corazón, por siempre y para siempre, ¡mi bien, mi ilusión, mi esposa, mi todo, mi Adelina!.
En tanto pálida y sin aliento permanecía Blanca lánguidamente postrada a los pies del rey don Juan de Castilla.
Con paso lento y haciéndola rechinar con lastimeros sones, arrastraba el paciente tiro la pesadísima galera, cuyo vientre hundíase en el polvo del camino y bajo cuyo toldo abovedado de cañas y de lona cantaba el mayoral una copla melancólica, mientras un mastín corpulento jadeaba junto a ella con los hocicos a ras de tierra, y un rapaz hacía crujir el resonante látigo, una recua polvorienta y acansinada seguía con desesperante lentitud al liviano que hacía resonar la melancólica esquila, un cortijero barrigón y encanecido, jinete en un macho, adornado con vistosísimo atajarre, entregábase lánguidamente a los movimientos de su cabalgadura, defendido del sol por una gran sombrilla de seda encarnada, allá a lo lejos, una nube de polvo envolvía la diligencia que alejábase, no sin que el zagal hiciera resonar de vez en cuando la resplandeciente bocina, por delante de Cayetano desfiló una pareja de la Guardia Civil, grave, circunspecta, jinete en briosos corceles, abrillantados por el sol los vistosos uniformes.
En un lado de la sala y alrededor del piano había un grupo compuesto de Mercedes y algunas amigas: una de ellas tocaba una pieza, mientras que don Basilio disertaba sobre la ópera de donde había sido tomada, Juan volvía las hojas del papel de música y miraba lánguidamente a Mercedes.
El rey venía lánguidamente, se ponía en primera fila para ver la operación en todos sus detalles: esto le distraía siempre algo y le hacía tomar el asedio con paciencia, pero no le impedía aburrirse mucho ni hablar en todo momento de volver a Paris, de suerte que, si hubieran faltado mensajeros y espías, Su Eminencia, a pesar de toda su imaginación, se habría encontrado en muchos apuros.
-Paciencia y barajar, dijo lánguidamente, yo debo de jeder a difunto, cuando de esta manera se me cierran todas las puertas, sin embargo, le pido por última vez una papeleta, asegurándole bajo mi palabra que no he de decir a nadie que ha sido usted quien me la ha dado, prometiendo hasta alejarme de Lobos.
incorporóse lánguidamente, volviendo hacia mí el rostro todavía.
lánguidamente en el canapé, y el Colegial Mayor se santiguó.
Al oír estas palabras, Kamaralzamán, que hallábase tendido lánguidamente en el lecho y con los ojos medio cerrados, los abrió por completo y aguzó el oído.
Sobre su ancha cubierta, adornada con verdaderas y perfumadas guirnaldas, cien hermosas mujeres, vestidas de blanco y coronadas de flores, se abandonan lánguidamente en los brazos de sus compañeros de placer a las ardientes emociones de la danza.
::¡Los ojos negros son terribles cuando miran lánguidamente porque atraviesan los corazones como los atraviesa el acero de las espadas más afiladas!.
Muchas cabezas se inclinaron lánguidamente, y se volvió a suspirar.
Harto había notado Nuño la fina devoción y el acendrado rendimiento con que el mancebo cautivo miraba y servía a su señora, pero no se atrevía a sospechar que ella pagase con amor tan delicados extremos, si bien advertía que a veces, bajo la ardiente mirada del joven, doña Mencía bajaba suave y lánguidamente los ojos, y tal vez se ponía encarnada como las amapolas, y aún creyó percibir en ocasiones, por entre los párpados y sedosas pestañas de ella, asomar una lágrima, que más que amarga parecía ser de ternura.
Era aquel aire monótono y lánguidamente acompasado que encontró el francés David en los arenales argelinos.
indiferencia, a los pies del sillón en que permanecía lánguidamente sentado meses y meses.

© Todos los derechos reservados Buscapalabra.com

Ariiba