Ejemplos con lámpara

Muchas veces la mejor manera de entender el significado de una palabra, es leer textos donde aparece dicha palabra. Por ese motivo te ofrecemos innumerables ejemplos extraidos de textos españoles seleccionados.

Ahora, tres himnos se alojaron en mi pecho y ardían de modo inmarcesible, como lámpara de tres lenguas iguales: los tres himnos a María Magdalena, uno precisamente del cardenal Belarmino, otro de San Gregorio, retocado por Belarmino, el tercero de San Odón de Cluny, retocado también por Belarmino.
Una flema mayor que las demás cortó su respiración algunos segundos, y apagose la débil luz de la vida en la exhausta lámpara.
El pilluelo acercó curioso su lámpara.
El viajero corrió el transparente azul, cubriendo la lámpara, recostose en una esquina cerrados los ojos, y, estirando las piernas, las apoyó en el asiento fronterizo.
La guardiana les precedía alumbrando con una lámpara de minero, aplastada y de hediondo tufo, Miranda llevaba otra, y un pilluelo que allí se apareció caído de las nubes, encargose de la última.
¡Dios ha hecho que los otros bandidos perdiesen la memoria, porque hubieran entrado aquí y todo lo hubieran profanado para venderlo! Pedro, tú te llevarás la lámpara, que es de plata, y yo conservaré los vasos sagrados para dedicarlos al culto.
¿Qué fué? ¿Por qué has apagado la lámpara si en la oscuridad los ojos están llenos de luces?.
Pero vuelve a encender la lámpara y déjalo todo como estaba.
¡Señor capellán, por qué no está encendida la lámpara?.
La ciencia apaga su lámpara en la mezquita y la sinagoga y oculta los libros en el convento cristiano, viendo que es llegada la hora de rezar más que de leer.
La otra puerta era la de la taberna, la que estaba abierta desde una hora antes de apuntar el día y por las noches hasta las diez, marcando sobre el negro camino como un gran rectángulo rojo la luz de la lámpara de petróleo colgada sobre el mostrador.
Andrés, abrió la puerta, me hizo pasar, encendió una lámpara, me dejó un rato, y volvió con un rollo de pesos.
Nelet había encendido la lámpara del comedor, y los moscardones y mariposas del vecino jardín, atraídos por la luz, aleteaban nerviosamente, chocando con la pantalla de porcelana.
La gran lámpara del salón, reservada para las solemnidades, había sido encendida, y Andresito, desde la plaza, veía los trajes claros y los de las amigas pasar por el iluminado balcón, moviéndose con el ritmo del baile.
El anciano en su sillón, Angelina a un lado, cerca de la mesa, a la luz de una lámpara, con un libro en las manos.
La luz de la lámpara daba de lleno en el rostro de la doncella, en aquel rostro pálido y melancólico, doblemente interesante bajo los negros cabellos.
Mis ojos se hallan fijos en la pantalla de la lámpara que hace las veces del sol sobre mi mesa.
¡Acusón!le dijo por lo bajo la chicuela al coger la lámpara, feón.
La lámpara era de aceite, compuesta de dos candilones de bronce unidos por un vástago.
A poco de tranquilizarse Mauricia, la otra se dedicó a preparar la lámpara que debía arder toda la noche, un vaso con agua, aceite y una mariposa encima.
¿Por qué no entró? ¿Qué temor la detenía? La alcoba estaba casi a oscuras, pues apenas llegaba a ella la claridad de la lámpara encendida en la sala.
Allí lucía una lámpara con pantalla verde, y alrededor de ella pasaban bultos, sombras, borrosas imágenes de personas, cuyas caras no se podían distinguir.
Entró Fortunata con la lámpara encendida, y la tarasca empezó a mostrar mantones de Manila, un tapiz japonés, una colcha de malla y felpilla.
Entró, pues, la tarasca en la iglesia y allí pudo andar sin tropiezo, porque la lámpara del altar daba luz bastante para ver el camino.
Quitose también las medias y echó a correr detrás del gato, cogiéndolo por el rabo y dándole muchas vueltas Por eso estaba tan mal humorado el pobre animalito Luego se había subido a la mesa del comedor para pegarle un palo a la lámpara ¡Ay, qué rico!.
Encorvada la horrenda sibila, alumbrada por el vivo fuego del hogar y la luz de la lámpara, ponía miedo su estoposa pelambrera, su catadura de bruja en aquelarre, más monstruosa por el bocio enorme, ya que le desfiguraba el cuello y remedaba un segundo rostro, rostro de visión infernal, sin ojos ni labios, liso y reluciente a modo de manzana cocida.
Remedios entró con la lámpara encendida en el cuarto de su tío, y después de dejarla sobre la mesa, se sentó frente al anciano, que desde media tarde permanecía inmóvil y meditabundo en su sillón, cual si le hubieran clavado en él.
A la luz de la lámpara del comedor veía a su madre de espaldas.
Toda la venta estaba en silencio, y en toda ella no había otra luz que la que daba una lámpara que colgada en medio del portal ardía.
Soltó en esto el cuadrillero la barba de don Quijote, y salió a buscar luz para buscar y prender los delincuentes, mas no la halló, porque el ventero, de industria, había muerto la lámpara cuando se retiró a su estancia, y fuele forzoso acudir a la chimenea, donde, con mucho trabajo y tiempo, encendió el cuadrillero otro candil.

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