Ejemplos con irrevocablemente

Muchas veces la mejor manera de entender el significado de una palabra, es leer textos donde aparece dicha palabra. Por ese motivo te ofrecemos innumerables ejemplos extraidos de textos españoles seleccionados.

Es el Tribunal quien decide en definitiva e irrevocablemente acerca de estas cuestiones, nunca se ha sentido inhabilitado para sesionar con el auxilio de estos abogados.
Se declaran perpetua e irrevocablemente libres todos los esclavos y partos de esclavas que habiendo obtenido su libertad en fuerza de leyes y decretos de los diferentes gobiernos republicanos, fueron después reducidos nuevamente a la esclavitud por el gobierno español.
Rohrer reveló que era un antiguo amigo del Cuerpo de Marines de Doggett, pero ha sido irrevocablemente transformado en un enemigo Super Soldado.
Cuando se le cuestionó acerca de su acercamiento a la danza, Limón recordaría una presentación de los bailarines Harald Kreutzberg e Ivonne Georgia, la primera función dancística a la que asistió, comentando lo que presencié simple e irrevocablemente me cambió la vida.
Traduce sus aspiraciones profundas y determinara su técnica casi de una manera exclusiva en lo sucesivo e irrevocablemente.
Históricamente, durante algún tiempo la banda fue conocida por la ausencia de violencia en sus robos recurriendo más a la intimidación y a la negociación, no obstante, la captura de la banda les hubiera condenado a la horca irrevocablemente.
Esta afrenta al honor de Pembroke le condujo irrevocablemente dentro del campo del rey, y consecuentemente dividió a la oposición.
Y airada ya contra Juan irrevocablemente, como si las nubes que pasan por el cielo del amor fueran sus lienzos funerarios, se levantaron como si hubieran hecho las paces, pero sin alegría.
Lucía, como una flor que el sol encorva sobre su tallo débil cuando esplende en todo su fuego el mediodía, que como toda naturaleza subyugadora necesitaba ser subyugada, que de un modo confuso e impaciente, y sin aquel orden y humildad que revelan la fuerza verdadera, amaba lo extraordinario y poderoso, y gustaba de los caballos desalados, de los ascensos por la montaña, de las noches de tempestad y de los troncos abatidos, Lucía, que, niña aun, cuando parecía que la sobremesa de personas mayores en los gratos almuerzos de domingo debía fatigarle, olvidaba los juegos de su edad, y el coger las flores del jardín, y el ver andar en parejas por el agua clara de la fuente los pececillos de plata y de oro, y el peinar las plumas blandas de su último sombrero, por escuchar, hundida en su silla, con los ojos brillantes y abiertos, aquellas aladas palabras, grandes como águilas, que Juan reprimía siempre delante de gente extraña o común, pero dejaba salir a caudales de sus labios, como lanzas adornadas de cintas y de flores, apenas se sentía, cual pájaro perseguido en su nido caliente, entre almas buenas que le escuchaban con amor, Lucía, en quien un deseo se clavaba como en los peces se clavan los anzuelos, y de tener que renunciar a algún deseo, quedaba rota y sangrando, como cuando el anzuelo se le retira queda la carne del pez, Lucía que, con su encarnizado pensamiento, había poblado el cielo que miraba, y los florales cuyas hojas gustaba de quebrar, y las paredes de la casa en que lo escribía con lápices de colores, y el pavimento a que con los brazos caídos sobre los de su mecedora solía quedarse mirando largamente, de aquel nombre adorado de Juan Jerez, que en todas partes por donde miraba le resplandecía, porque ella lo fijaba en todas partes con su voluntad y su mirada como los obreros de la fábrica de Eibar, en España, embuten los hilos de plata y de oro sobre la lámina negra del hierro esmerilado, Lucía, que cuando veía entrar a Juan, sentía resonar en su pecho unas como arpas que tuviesen alas, y abrirse en el aire, grandes como soles, unas rosas azules, ribeteadas de negro, y cada vez que lo veía salir, le tendía con desdén la mano fría, colérica de que se fuese, y no podía hablarle, porque se le llenaban de lágrimas los ojos, Lucía, en quien las flores de la edad escondían la lava candente que como las vetas de metales preciosos en las minas le culebreaban en el pecho, Lucía, que padecía de amarle, y le amaba irrevocablemente, y era bella a los ojos de Juan Jerez, puesto que era pura, sintió una noche, una noche de su santo, en que antes de salir para el teatro se abandonaba a sus pensamientos con una mano puesta sobre el mármol del espejo, que Juan Jerez, lisonjeado por aquella magnífica tristeza, daba un beso, largo y blando, en su otra mano.
Note usted que lo que atenuaba la ilegalidad de sus relaciones con el Príncipe, era precisamente la idea, la certidumbre de estar unida con él irrevocablemente.
En oyéndole ella, lloró de pura alegría cual la niña que recupera su muñeca cuando la juzgaba irrevocablemente perdida.
Esta vez mi decisión está irrevocablemente tomada: tras el asedio, entraré en los Lazaristas.
-¿Es decir que usted decide irrevocablemente que jamás me mirará, no diré con amor, con menos indiferencia?.
Y airada ya contra Juan irrevocablemente, como si las nubes que pasan por el cielo del amor fueran sus lienzos funerarios, se levantaron como si hubieran hecho las paces, pero sin alegría.
pero renuncia a ese trono ridículo, sin demora, irrevocablemente.
Era además hombre que miraba con extraordinaria penetración a las personas con quienes hablaba, y que para aprobar y afirmar decía siempre: Mucho, mucho, y para negar empleaba irrevocablemente la frase no hay tal cosa, ni ese es el camino.
¡tan hermosa y para él perdida! Los juicios del desgraciado varón oscilaban, con movimiento de péndulo, entre el bien que perdía y aquel largo viaje que iba a emprender irrevocablemente.
, estamos irrevocablemente unidos.
A estas palabras que no dejaban ninguna esperanza, Milady se alzó en toda su estatura y quiso hablar, pero las fuerzas le faltaron, sintió que una mano potente a implacable la cogía por los pelos y la arrastraba tan irrevocablemente como la fatalidad arrastra al hombre: no trató siquiera de hacer resistencia y salió de la cabaña.
Hasta el dolor de su padre parecía oprimirla con su peso, cargos desacertados sin duda, pues el término de aquella vida estaba irrevocablemente marcado, y sólo la exaltación de su sensibilidad podía pintarle como reprensible una conducta tan desinteresada y amante como la suya.
Conoció que su suerte estaba echada irrevocablemente, y entonces, con una resolución digna de su noble energía, respondió:.
¡Bien, es cosa decidida! Mañana seréis irrevocablemente la esposa del señor Franz d'Epinay, no por esa formalidad de teatro inventada para el desenlace de las comedias, sino por vuestra propia voluntad.
Pero si son rehusadas las condiciones del rescate, el prisionero es condenado irrevocablemente.

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