Ejemplos con inquietud

Muchas veces la mejor manera de entender el significado de una palabra, es leer textos donde aparece dicha palabra. Por ese motivo te ofrecemos innumerables ejemplos extraidos de textos españoles seleccionados.

Y además del sacrificio del bienestar, la oración a todas horas, la visita diaria al templo, la vida de cofradía, las disciplinas en la bóveda de la parroquia, la voz del hermano del Pecado Mortal interrumpiendo el sueño para recordar la cercanía de la muerte, y unidas a esta existencia de continua inquietud, la incertidumbre de la salvación, la amenaza de caer en el infierno por la más leve falta, sin aplacar nunca por completo al Dios torvo y vengativo.
Era la inquietud del peligro que había quedado fija en él para siempre, el hábito de la intranquilidad contraído en los obscuros calabozos, cuando esperaba a todas horas ver abrirse la puerta para ser apaleado como un perro o conducido al cuadro de ejecución ante la doble fila de fusiles, y a más de esto, la costumbre de vivir vigilado en todos los países, presintiendo el espionaje de la policía en torno de él, sorprendido en medio de la noche en cuartos de posada por la orden de salir inmediatamente, la zozobra del antiguo Asheverus, que apenas gustaba un instante del descanso, oía el eterno Anda, anda.
Temblaba de inquietud la pobre Roseta.
Los carros de los labriegos, con sus toldos claros, formaban un campamento en el centro del cauce, y a lo largo de la ribera de piedra, puestas en fila, estaban las bestias a la venta: mulas negras y coceadoras, con rojos caparazones y ancas brillantes agitadas por nerviosa inquietud, caballos de labor, fuertes pero tristes, cual siervos condenados a eterna fatiga, mirando con sus ojos vidriosos a todos los que pasaban, como si adivinasen al nuevo tirano, y pequeñas y vivarachas jacas, hiriendo el polvo con sus cascos, tirando del ronzal que las mantenía atadas al muro.
Más de una mujer revolvióse en la cama, turbando con su inquietud el sueño de su marido, que protestaba indignado.
Y siguiendo su costumbre en los días negros, cuando alguna inquietud fruncía su entrecejo, se fué a la taberna, buscando los consuelos que guardaba en su famosa bota del rincón.
Y después venían las horas de inquietud por la ausencia de su marido, unas tardes interminables, de angustia, esperando al hombre que nunca regresaba, saliendo a la puerta de la barraca para explorar el camino, estremeciéndose cada vez que sonaba a lo lejos algún disparo de los cazadores de golondrinas, creyéndolo el principio de una tragedia, el tiro que destrozaba la cabeza del jefe de la familia o que le abría las puertas del presidio.
Y cuando, finalmente, aparecía Batiste, gritaban los pequeños de alegría, sonreía Teresa limpiándose los ojos, salía la hija a abrazar al , y hasta el perro saltaba junto a él, husmeándolo con inquietud, como si olfatease en su persona el peligro que acababa de arrostrar.
Y Batiste, sereno, firme, sin arrogancia, reía de la inquietud de su familia, mostrándose cada vez más atrevido según iba transcurriendo el tiempo desde la famosa riña.
Según se aproximaba a su barraca sentía mayor inquietud.
Batiste, para burlarse de su propia inquietud, exageraba el peligro mentalmente.
La hilandera, que en sus noches pavorosas tanto había deseado la llegada de la primavera, vio con inquietud desarrollarse los crepúsculos largos y luminosos.
Las mujeres llevábanse las manos a los ojos, humedecidos sin saber por qué, y las viejas golpeábanse con furia el pecho, entre suspiros de agonizante, lanzando un ¡Señor, Dios mío! que hacía volver con inquietud la cabeza a los más próximos.
El comercio acreditado, sólido y a la antigua, que se cobijaba en obscuras tiendas, experimentaba esa inquietud que la justicia española despierta siempre en los hombres honrados, de tranquilas costumbres.
Por esto sintió cierta inquietud al oír a Micaela que deseaba dedicar sus ahorros a un negocio tan afortunado.
Yo necesito hablar, expansionarme, echar fuera de mí esta inquietud que me devora, como si fuese yo mismo quien se mete en aventuras.
Juanito sentía inquietud y molestia ante la rudeza con que el viejo destrozaba el ídolo de su admiración, pero calló por respeto.
¡Qué falta me hace Angelina! Si estuviera aquí no seria tan grande mi inquietud.
La anciana había sufrido uno de esos ataques que caracterizaron el principio de su enfermedad, una convulsión general, mayor en un brazo, y una inquietud que no la dejaba queda cinco minutos.
Con estas consideraciones azotaba y mortificaba su inquietud para aplacarla como los penitentes vapulean la carne para reducirla a la obediencia del espíritu.
Tampoco se fijó en la inquietud de D.
Creyó Jacinta que deliraba, y se incorporó en su cama, mas no era delirio, sino inquietud con algo de impertinencia.
Por la mañana encargó Barbarita a Jacinta ciertos menesteres domésticos que la contrariaron, pero la misma retención en la casa ofreció coyuntura a la joven para dar un paso que siempre le había inspirado inquietud.
Y quería cohonestar su inquietud con razones filantrópicas y aun cristianas que sacaba de su entendimiento rico en sofisterías.
Había llegado la ocasión de consumar el atentado, y el que durante la premeditación se mostraba tan valeroso, cuando se aproximaba el instante crítico sentía vivísima inquietud.
Desde el corredor alto se veía parte del Campo de Guardias, el Depósito de aguas del Lozoya, el cementerio de San Martín y el caserío de Cuatro Caminos, y detrás de esto los tonos severos del paisaje de la Moncloa y el admirable horizonte que parece el mar, líneas ligeramente onduladas, en cuya aparente inquietud parece balancearse, como la vela de un barco, la torre de Aravaca o de Húmera.
¡Un hogar honrado y tranquilo! ¡Si era lo que ella había deseado toda su vida! ¡Si jamás tuvo afición al lujo ni a la vida de aparato y perdición! ¡Si su gusto fue siempre la oscuridad y la paz, y su maldito destino la llevaba a la publicidad y a la inquietud! ¡Si ella había soñado siempre con verse rodeada de un corro chiquito de personas queridas, y vivir como Dios manda, queriendo bien a los suyos y bien querida de ellos, pasando la vida sin afanes! ¡Si fue lanzada a la vida mala por despecho y contra su voluntad, y no le gustaba, no señor, no le gustaba! Después de pensar mucho en esto hizo examen de conciencia, y se preguntó qué había obtenido de la religión en aquella casa.
No cabía en sí de inquietud, pensando en lo grande del perdón que tenía que dar en pago de lo enorme de la sinceridad que se le ofrecía.
Metiose el original moralista en su simón, y apenas había llegado a la Plaza de los Carros, empezó a sentir en su alma una inquietud inexplicable.
Y tras la inquietud moral vino un cierto malestar físico, con algo de temblor y escalofríos, acompañado de terror supersticioso Pero no podía definir la causa del miedo El coche corría por la Cava-Alta, y Feijoo se sentía cada vez peor.

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