Ejemplos con inquietó

Muchas veces la mejor manera de entender el significado de una palabra, es leer textos donde aparece dicha palabra. Por ese motivo te ofrecemos innumerables ejemplos extraidos de textos españoles seleccionados.

Sin embargo le inquietó una nueva noticia, había arribado al Perú el Obispo de Panamá, fray Tomas de Berlanga, que traía poderes para dirimir el conflicto de límites entre los conquistadores.
Ahí le inquietó cada vez más el programa nuclear israelí, en el que trabajaba.
Francisco Goya da una cruel visión de la España de la época, de la sociedad que le tocó vivir seguramente quisiera haber vivido otra-, de una sociedad poblada por monstruos que, a través de sus grabados, asombró, inquietó y provocó curiosidad a lo largo y ancho de toda Europa a artistas y poetas.
La cantidad de grabaciones caseras tomadas de los conciertos por sus fans , eran realizadas para tener un recuerdo sin importar la calidad y el formato de sus cintas, actitud que inquietó a la dirección artística del grupo.
La nueva situación política provocó una euforia popular pero no otorgó el poder al CUP ni inquietó al Sultán.
Al ver que era rehén del César, se inquietó, ya que Actea había sido llamada a palacio en rehenes, y Popea pensó que el César había puesto sus ojos en Ligia.
Incluso como muchas de estas Cortes favorecían casi exclusivamente a los grandes, el pueblo no se inquietó por defenderlas.
Este suceso inquietó a los holandeses, que temían que Marthanda Varma concediera a los británicos los derechos de comercio de la pimienta, y terminase de esa forma el monopolio holandés.
Para Octavio, el hecho de que Cesarión hubiera sido anunciado como el hijo legítimo de César y su heredero le inquietó: su poder descansaba en el hecho de ser considerado como el heredero de César por adopción, lo cual le garantizaba el necesario apoyo del pueblo romano y la lealtad de las legiones.
El avance de las tropas de Márquez inquietó a Diaz por lo que convocó a una junta de Generales decidiendo tomar Puebla y después cerrar el paso al Gral.
No se inquietó gran cosa, pensando que la presencia benigna del marino encalmaría bien pronto aquella tempestad.
Durante mucho tiempo, el misterio de Juan de Aguirre inquietó mi espíritu, y con este misterio relacionaba aquel funeral en la iglesia, con las nubes de incienso en el aire y el barco de vela colgado del crucero, como si fuera navegando hacia los fuegos de oro del altar mayor.
Doña Lupe se inquietó un poco oyendo esta frase, dicha con cierto sentido de tenacidad maniática.
Llegada la noche, inquietó a Barbarita la tardanza de Jacinta, y cuando la vio entrar fatigadísima, el vestido mojado y toda hecha una lástima, se encerró un instante con ella, mientras se mudaba, y le dijo con severidad:
Pero el aguijón que inquietó al bruto, haciéndole morder y cocear, quedó escondido en el misterio.
Más que nada les inquietó la recrudescencia del prurito locuaz e imaginativo de la pobre enfermita, y en calmarla y hacerla callar emplearon mucho tiempo, y todos los recursos del ingenio de ambos: «Que el Niño Jesús había venido a preguntar por ella, dejando su tarjeta en el portal, y diciendo que se enfadaría si la niña no se callaba y se dormía.
Cuyo ruydo inquietó al marido que una sala antes dormía, y aunque hombres, y más de la data que el padre de don Eugenio era, no creen en supersticiones, vino en lo que su muger le pedía, porque ellos no tenían otro si él, ni esperança de tenerle, mucha hazienda y querían gozar su hijo.
Cuya sossegada vida inquietó un soplón de los dioses que al de amor dio parte de hombre que burlava de su poder.
En tanto, caminaba Pedro a Medina del Campo, adonde llegó mucho antes que su amo se presentase en la posada, lo que le inquietó sobremanera, y sin duda se hubiera puesto en marcha de nuevo por adquirir noticias de él, si su montura, no menos cansada que la de Vargas, se lo hubiera permitido.
Como la muchacha tenía la costumbre de ir todas las tardes al jardín a recoger flores para la cena, mistress Otis no se inquietó lo más leve.
Era cierto, pero no me inquietó.
Entonces comprendió el joven el peligro que corría y cuán horrible muerte le esperaba en aquellas regiones del cielo, y se inquietó bastante y se arrepintió mucho de haber subido en el caballo, y pensó para su ánima: ¡Sin duda, la intención del sabio fué perderme en vista de lo que opiné con respecto a mi hermana menor! ¿Qué hacer ahora? ¡No hay fuerza ni poder más que en Alah el Omnipotente! ¡heme aquí perdido sin remisión! Luego se dijo: Pero ¿quién sabe si no hay una segunda clavija que sirva para bajar, lo mismo que la otra sirve para subir? Y como estaba dotado de sagacidad, de ciencia y de inteligencia, se puso a buscarla por todo el cuerpo del caballo, y acabó por encontrar, en el lado izquierdo de la silla, un tornillo minúsculo, no mayor que la cabeza de un alfiler, y se dijo: ¡No veo más que esto! Entonces apretó aquel tornillo y al punto comenzó a disminuir la ascensión poco a poco y el caballo se paró un instante en el aire, para empezar inmediatamente después a descender con la misma rapidez de antes, amenguando luego la marcha poco a poco según se acercaba al suelo, y acabó por tocar en tierra sin ninguna sacudida ni contratiempo, mientras su jinete respiraba con libertad y se tranquilizaba por su vida.
Ningún mal encuentro tuvo, y una sola de las personas que hablaron con ella le dijo algo que la inquietó.
Los dos hombres negros lanzaron sobre D'Artagnan, cuya intención comprendieron, una mirada casi amenazadora, pero D'Artagnan no se inquietó por ella.
De los Atenienses, a los que distinguía entre los demás griegos, detuvo dos años una embajada: y habiendo llegado de Lacedemonia un embajador, se inquietó sobremanera, pareciéndole que aquello era desprecio, pero el embajador se condujo con gracia y propiamente a la espartana, porque diciéndole Demetrio: “¿Qué quieres? ¿Conque los Lacedemonios no dependían más que un embajador?” “Cierto, ¡oh rey!- le respondió-, porque es a uno solo”.
Así, su amigo Dion, aunque en el mismo punto en que estaba para dar la vela desde Zacinto contra Dionisio sobrevino un eclipse de Luna, no por eso se inquietó ni dejó de partir, y, apoderándose de Siracusa, expulsó al tirano.
Cuando Antíoco, pasando a la Grecia con grande armada y numeroso ejército, inquietó y trajo a su partido diferentes ciudades, tuvo en su auxilio a los Etolos, que hacía tiempo se mostraban contrarios y enemigos del pueblo romano, y éstos le sugirieron para la guerra el pretexto de que venía a dar libertad a los Griegos, que ninguna necesidad tenían para esto de su poder, pues que eran libres, sino que a falta de una causa decente, los enseñaron a valerse del más recomendable de todos los nombres.
Y se inquietó mucho al no encontrar a su hermano Nureddin.
El pobre hombre, que se recreaba en hacerme agradable o, por lo menos, llevadera la carga de mi destierro, aplaudió con toda su alma mi propósito, ¡cuándo hubiera dado yo algo bueno porque me le quitara de la cabeza con un par de razones transmisibles «decentemente» a Chisco por mí! No lo podía remediar: el compromiso adquirido con él para el día siguiente, me inquietaba mucho, y al verme solo en mi aposento después de dejar en el suyo a mi tío, cuya condescendencia a mis declarados propósitos me había parecido algo como firma de juez al pie de una sentencia de muerte, me inquietó mucho más, y cuando metido ya en la cama, después de preparado el arsenal que me había recomendado Chisco para la batalla, me quedé a oscuras, la inquietud anduvo rayando con la fiebre.

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