Ejemplos con ingrato

Muchas veces la mejor manera de entender el significado de una palabra, es leer textos donde aparece dicha palabra. Por ese motivo te ofrecemos innumerables ejemplos extraidos de textos españoles seleccionados.

Así, mientras que los escribas describían el oficio de agricultor como el más abrumador e ingrato de los trabajos manuales, viajeros griegos como Heródoto y Diodoro Sículo se extasiaban delante de esta tierra donde las plantas parecían crecer sin gran esfuerzo.
Quedan testimonios de esas secretas oposiciones, el lugar no estaba bien escogido: Versalles lugar ingrato, escribió Saint-Simon, triste, sin vida, sin bosque, sin agua, sin tierra, parece que todo son arenas movedizas y pantanosas, sin aire, en consecuencia: no es bueno.
No podía desatender estas razones sin exponerse a perder en un día lo que había ganado en muchos años, sin mostrarse ingrato.
Igualmente, la ranchera El Ingrato se mantuvo de mayor demanda durante meses en las radioemisoras del país.
¿Querías que me mostrase ingrato con él?.
Serías un ingrato si otra cosa hicieras.
Es usted un miserable, un traidor, un ingrato.
Formarían los Estados Unidos mundiales, con un presidente hereditario y todopoderoso, el emperador de Alemania, recibiendo los beneficios de la cultura germánica, trabajando disciplinados bajo su dirección industrial Pero el mundo es ingrato, y la maldad humana se opone siempre a todos los progresos.
Dedicadas estas pobres gentes a la agricultura y a la ganadería, sólo conocían los principios que una rutina ignorante les había trasmitido, y que no era bastante para sacarlos de la indigencia en que necesariamente debían vivir, porque el terreno por su clima es ingrato, y por su situación lejos de los grandes mercados no les produce lo que era de desear.
Sin embargo, sería ingrato si no reconociese el favor que me hacen mis feligreses en auxiliar mi pobreza con donativos de semillas y de otros efectos que, sin embargo, procuro que ni sean frecuentes ni costosos, para no causarles con ellos un gravamen que justamente he querido evitar, suprimiendo las obvenciones parroquiales, usadas generalmente.
Como el clima es muy frío y el terreno bastante ingrato, los habitantes se limitaban, antes de que yo llegara aquí, a cultivar algunos pobres árboles que no les servían más que para darles sombra: unas cuantas y tristes flores nacían enfermizas en los cercados, y en vano se hubiera buscado en las casas la más común hortaliza para una ensalada o para un puchero.
Esto bien lo recuerdas, ingrato APOLO.
Lo más duro, el trabajo ingrato y peligroso de albañilería, lo hizo la vieja.
¿Y había de ser tan ingrato que no viniera a verme en los meses que hace que aquí estamos? Ya te he dicho que yo me quedo para vestir santosañadió sonriendo.
Yo conozco empleados de hoteles que poseen más lenguas y sin embargo, el mundo ingrato no ensalza su sabiduría.
Velarde sintió vergüenza de sí mismo, y la ola misteriosa subió, subió del corazón a los ojos, hasta hacerle llorar, con la cabeza entre las manos, llorar a lágrima viva, llorar también sollozando, con más debilidad que una mujer, con más pavor que un niño ¡Su madre sí que le adoraba! ¡No le aconsejaría ella cruzar un par de tiros, ofendiendo a Dios, ponerse delante de una bala con riesgo de perder la vida, con riesgo de perder el alma! ¡Y se habían pasado ya tres años sin verla! ¡Y estaba tan lejos la santa viejecita! ¡Y acababa él, ingrato y perverso, de dejar pasar cerca de dos meses sin escribir una letra a la pobre anciana!.
Déjame, ingrato, déjame que me vaya esto es una locura.
¡Ingrato! ¿No vale ni significa nada mi cariño?.
La prenda empeñada y no redimida acusa de ingrato al calavera a quien sacó de un apuro y del que no mereció luego igual merced.
¡Ay! ¡no puedo más! ¡Yo os saludo a todos con el alma, queridos míos! Sí: yo soy un ingrato, un ambicioso, un mal hermano, un mal hijo.
Amadeo se fuera o se quedase? Más le importaba la conducta de aquel ingrato que a su lado dormía tan tranquilo.
Si caes enfermo, no vengas a que te cuide tu tía, que para eso sí sirvo yo, ¿eh?, para eso sí sirvo, ingrato, tunante ¿Y te parece bien que cuando me miro en ti, cuando te saco adelante con tanto trabajo y soy para ti más que una madre, te parece bien que me des este pago, infame, y que te me cases con una mujer de mala vida?.
¡Ingrato! ¿Qué le costaba poner dos letras diciendo, por ejemplo: ? Pero nada, ni siquiera esto Revelaba estas tristezas a su única confidente, Aurora, en aquellos ratos de charla sabrosa que las señoras mayores les permitían.
Pues él, ¡digo!, cuando lo sepa, ¿qué hará?, ¿qué pensará? ¡No acabo de cavilar en esto, Dios mío! Él será un pillo, y un ingrato, pero lo que es a su nene le tiene que querer.
¡Ingrato! ¡cruel! ¡Pagarme con tanto desvío y tanta injusticia, cuando llevo diez y siete años de aguardarte! ¡Irte, primero por ocho años, y despues para no volver jamás, sin comprender que, desde la primera hora de mi juventud, al verme tan separada de tí por el destino, te sacrifiqué mi recato, mi honra y mi vida!—¡Loco! ¡no buscarme nunca en secreto! ¡buscarme siempre en presencia del público! ¡Figurarte que era menester ir a América a conquistar un millon para llegar hasta mí, para enseñorearte de mi cariño! ¡Creer ahora que hay necesidad de matar a nadie, que hay que estremecer el mundo, que hay que vencer ningunos obstáculos, para triunfar, al cabo, de los rigores de nuestra suerte y convertir en dulce realidad todos los sueños de nuestra vida! ¡Obligarme a decirte, loca de amor, y llena la cara de sonrojo, lo que a tí te tocaba pensar, decir y hacer descuidadamente, sabiendo, como sabes desde la primera vez que me viste, que eres el rey de mi alma y el dueño de todo mi sér!.
Hízole suspender la lectura, y abordando de frente la cuestión, le dijo que por su propio interés, por no pecar de ingrato y en gracia de Josefina, era necesario que Félix Aldea volviese como antes a frecuentar la casa.
Y había una lisura tal en la expresión de Amparo al contestarme, tal falta, tal negación de pretensiones, que era necesario creer que no sólo tenía talento, sino también elevación de ideas: ¡y junto a esto tal conformidad, tal resignación con lo ingrato de su fortuna!.
—¡Ay sin ventura! ¿adónde me lleva la fuerza incontrastable de mis hados? ¿Qué camino es el mio, o qué salida espero tener del intricado laberinto donde me hallo? ¡Ay pocos y mal esperimentados años, incapaces de toda buena consideracion y consejo! ¿Qué fin ha de tener esta no sabida peregrinacion mia? ¡Ay honra menospreciada, ay amor mal agradecido, ay respetos de honrados padres y parientes atropellados, y ay de mí una y mil veces, que tan a rienda suelta me dejé llevar de mis deseos! ¡Ó palabras fingidas, que tan de veras me obligastes a que con obras os respondiese! Pero ¿de quién me quejo, cuitada? ¿Yo no soy la que quise engañarme? ¿No soy yo la que tomó el cuchillo en sus mismas manos, con que corté y eché por tierra mi crédito, con el que de mi valor tenian mis ancianos padres? ¡Oh fementido Marco Antonio! ¿Cómo es posible que en las dulces palabras que me decias, viniese mezclada la hiel de tus descortesías y desdenes? ¿Adónde estás, ingrato, adónde te fuiste, desconocido? Respóndeme, que te hablo: espérame, que te sigo: susténtame, que descaezco: págame lo que me debes: socórreme, pues por tantas vias te tengo obligado.
—Desta manera, prosiguió, me ha parado aquel ingrato del Repolido, debiéndome mas que a la madre que le parió: y ¿por qué pensais que lo ha hecho? montas que le di yo ocasion para ello: no por cierto, no lo hizo mas sino porque estando jugando y perdiendo, me envió a pedir con Cabrillas, su trainel, treinta reales, y no le envié mas de veinte y cuatro, que el trabajo y afan con que yo los habia ganado, ruego yo a los cielos que vaya en descuento de mis pecados, y en pago desta cortesía y buena obra, creyendo él que yo le sisaba algo de la cuenta que él allá en su imaginacion habia hecho de lo que yo podria tener, esta mañana me sacó al campo detras de la huerta del Rey, y allí entre unos olivares me desnudó, y con la pretina, sin escusar ni recoger los hierros, que en malos grillos y hierros le vea yo, me dió tantos azotes, que me dejó por muerta: de la cual verdadera historia son buenos testigos estos cardenales que mirais.
Verdad sea que si sucediese, lo cual ni lo creo ni lo espero, que vuesa merced me diese la ínsula que me tiene prometida, no soy tan ingrato, ni llevo las cosas tan por los cabos, que no querré que se aprecie lo que montare la renta de la tal ínsula, y se descuente de mi salario gata por cantidad.

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