Ejemplos con infantil

Muchas veces la mejor manera de entender el significado de una palabra, es leer textos donde aparece dicha palabra. Por ese motivo te ofrecemos innumerables ejemplos extraidos de textos españoles seleccionados.

Pero el alma del poeta penetra en tal forma la figura real del borriquillo que nos es difícil entender que sean dos personas distintas, y se nos antoja que Platero no es otro que el poeta mismo, la expresión poética de lo ingenuo, puro, infantil, irracional e instintivo de su alma.
Tenía el rostro enjuto, extático, de infantil dulcedumbre, estrecho en la mandíbula, elevado y espacioso en la frente, los ojos negros, húmedos y llameantes: dos lenguas de fuego flotando en óleo.
¿He desnudado mi pensamiento? Su alma se halla todavía en el período infantil, o de idiotez, si ustedes quieren.
Como ya le he indicado más arriba, los himnos del Breviario nacieron en diferentes períodos de la vida de la Iglesia: unos, al período infantil y mozo, que son los de la Iglesia primitiva, otros, al período adulto y de madurez, y otros, poquísimos, al período senil, que es un período estéril.
¡Qué cara la de Angustias: infantil, contraída, atormentada por un dolor oscuro, apenas consciente!.
Malos vientos corren hoy para esa literatura patriarcal, pero aun conserva Trueba su público infantil, y además, ¿quién se atreverá a negar en todo el ámbito de las Provincias Vascongadas la exactitud de sus pinturas, que nos muestran allí un terrestre paraíso?.
En la transformación de los sentimientos de Inés, hay cierto alarde de psicología un poco infantil, que no va bien con los hábitos literarios ni con las facultades dominantes de su autor, a quien le basta con su psicología instintiva y adivinatoria para crear cuerpos y almas, sin necesidad de perderse en sutiles y tortuosos análisis.
Al eclipsarse durante una buena temporada, el pobre artista había sufrido la amargura de la soledad, desesperándose con furia infantil, como si un público inmenso le volviera la espalda.
Era feo, y sin embargo, la expresión de sus ojos azules, el brillo de la dentadura sana, blanca e igual, que parecía iluminar la boca, y la sonrisa ingenua, casi infantil, que plegaba los labios, daban a su rostro esa expresión simpática que revela a los seres sencillos ensimismados en sus aficiones artísticas.
Su hermana Tomasa, casada con el y autora de una numerosa familia que ocupaba casi la mitad del claustro alto, hacíase lenguas del talento de su sobrinillo cuando apenas sabía hablar y de la unción infantil con que contemplaba las imágenes.
Algo le desconcertaba la astronomía, estudio al que se había entregado con entusiasmo casi infantil, atraído por el encanto de lo maravilloso.
Y de un salto, el músico llegó hasta el busto, besándolo con humildad infantil, como un niño acaricia al padre ceñudo e imponente.
Cuando la escultura tenía un Fidias y había llegado a la cumbre, la pintura no pasaba de ese carácter casi rudimentario que aún puede apreciarse en Pompeya y la música era un balbuceo infantil.
gemía el herido con voz infantil, aterrado por la pesadilla.
Allí lloró y lloró, sintiendo con esto un gran alivio, acariciado por las sombras de la noche, que parecían tomar parte en su pena, pues cada vez se hacían más densas, ocultando su llanto infantil.
Veía al pequeñín cuando lo colocaba su padre sobre la dura espina del animal, golpeando con sus piececitos los lustrosos flancos y gritando ¡arre! ¡arre! con infantil balbuceo.
La rubia Gabriela era franca, alegre, expansiva, y había en ella cierta sencillez infantil muy en harmonía con el azul violado de sus ojos y el áureo color de sus joyantes cabellos.
Sus ojos cándidos y virginales deshonráronse con una viva chispa de malicia, tras la inocencia infantil asomó la precocidad de la vida aventurera, las lecciones infames aprendidas sobre el barro de las calles, y las dos, apretando convulsivamente sus puñados de pesetas, huyeron como si las amenazase un terrible peligro.
Le nacía daño el canto infantil, y para no llorar salió rápidamente del paseo, siguiendo el pretil del río.
Le hacía daño la inocente melopea infantil.
Por la mañana arremolinábase la gente, con empujones y codazos, en torno de los revendedores que en la plaza de San Francisco voceaban las de sol y de sombra , y como si la ciudad acabase de sufrir una invasión, tropezábase en todas partes con gentes de la huerta y de los pueblos: unos con pantalones de pana y manta multicolor, y otros, los tipos socarrones de la Ribera, vestidos de paño negro y fino, la chaqueta al hombro, dejando al descubierto la blanca manga de la camisa, los botines de goma entorpeciéndoles el paso, y en la mano un bastoncillo delgado, casi infantil, movido siempre con insolencia agresiva.
Caía de los balcones una lluvia de pétalos de rosa, volaba el talco como nube de vidrio molido, estallaban luces de colores en todas las esquinas, y entre el perfume del incienso, el agudo reclamo de las cornetas, la grave lamentación de la música, la melancólica salmodia de los sacerdotes y el infantil balbuceo de las campanillas de plata, avanzaba el palio abrumado por la lluvia de flores, iluminado por el resplandor de incendio de las bengalas, y el sol de oro, mostrándose en medio de tal aparato, enloquecía a la muchedumbre levantina, pronta siempre a entusiasmarse por todo lo que deslumbra, e inconscientemente, lanzando un rugido de asombro, empujábanse unos a otros, como si quisieran coger con sus manos el áureo y sagrado astro, y los soldados que guardaban el palio tenían que empujar rudamente con sus culatas para conservar libre el paso.
¡Mi papá!exclamó Andresito con terror infantil, como si temiese una mano de azotes por la travesura.
La esposa de Cuadros recibió con satisfacción infantil los dos sonoros besos de doña Manuela, y ella, lo mismo que Juanito, siguieron con amorosa mirada a la gallarda señora en su marcha entre el gentío del Mercado.
Tomó mi mano, la estrechó fuertemente, y me la besó con efusión infantil.
Cesaron, y, un instante después, estalló en todas las torres un repique bullicioso y plácido, retozón e infantil, como si convocara turbas escolares, como si los tañedores fuesen angelillos traviesos escapados del cielo.
Pronto estimé a Porras en cuanto valía, no tardé en medir, aquella nobleza de corazón, aquella sencillez de alma que parecía opuesta a toda acritud, y que, sin embargo, era ingente en mi amigo, sencillez ingenua, infantil, que se manifestaba a cada minuto en burlas y censuras de cuanto parecía injusto y merecedor de vituperio.
Ruidos, carcajadas, estrépito de libros cerrados de golpe, las mil y mil voces, francas y alegres, de la dichosa libertad infantil.
Levantó el único brazo que tenía expedito, y me acariciaba con dulzura infantil.
Observó que el Delfín, cuya edad se aproximaba a los veinticinco años, tenía horas de infantil alegría y días de tristeza y recogimiento sombríos.

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