Ejemplos con ilusión

Muchas veces la mejor manera de entender el significado de una palabra, es leer textos donde aparece dicha palabra. Por ese motivo te ofrecemos innumerables ejemplos extraidos de textos españoles seleccionados.

Y el caso es que el Platerillo del cuento, aunque tiene mucho de un burro de verdad, nos parece más bien un asnillo soñado y fantástico, como si fuera sólo una ilusión en la que estuvieran fundidas la ilusión que los niños se hacen de los burros y la que los burros deben hacerse de sí mismos en sus horas de ensueño.
También solo, como la esperanza, o con una ilusión.
¡Qué ilusión cuando entró en el corral por vez primera, Platero! Era marismeño y con él venía a mí un cúmulo de fuerza, de vivacidad, de alegría.
¡Qué ilusión, esta noche, la de los niños, Platero! No era posible acostarlos.
Es decir: cuando la humanidad, tras de haber imaginado penetrar el sentido de la vida y la muerte y tener asido el orbe entre las manos, como un niño una pelota, volvió sobre sí y, con maravilla y espanto, descubrió que todo había sido ensueño e ilusión, que la vida no tiene sentido ni el orbe consiente que se le abarque, en aquel trance lastimoso, que fué algo así como una almoneda en donde se desbarató el hogar y menaje de los dioses, algunos individuos remataron a bajo precio tales y cuáles trastos de la almoneda, que, aunque apolillados y claudicantes, todavía duran y se utilizan, y otros individuos, muy contados, más propensos a la desesperanza y al tedio, volviéronse de espaldas al cielo, ya vacío y desalquilado, humillaron los ojos hacia el suelo, y aplicáronse a reunir por semejas hechos minúsculos, no de otra suerte que un desocupado, por pasatiempo o ansia de olvido, se emplea en coleccionar objetos inservibles, y así se fué formando cada una de las ciencias particulares: que no es otra cosa una ciencia sino colección, jamás completa, de sellos usados o cencerros de vaca.
¿Es realidad? ¿Es ilusión? decía para sí.
El mundo era una ilusión de los sentidos, un espejismo de la imaginación.
Pero esto es justamente lo que le gusta, penetrar por unos momentos en una especie de más allá, o mundo de ilusión y recuerdo, a solazarse con sus curiosos pobladores y en la certidumbre de que allí también se comen pasteles, y que él, aunque dentro de aquel simulacro de ultratumba, puede salir cuando se le antoje y volver a las delicias de la vida fisiológica y agitada.
Van del brazo, por el jardín de asfodelos, envueltos en la niebla dorada del sol, que produce una ilusión evanescente, como si aligerase la gravedad de las cosas materiales.
La niña rezagada de nuestra historia seguía siempre, y aunque de lejos, las evoluciones de las que corrían, y frecuentemente, al encontrarse con alguna de ellas, corría también, como si se forjara la ilusión de que la perseguían al o la disputaban el sitio a.
Todo esto, y mucho más que antes pasaba lentamente y como una ilusión por su fantasía, vió en un momento, palpable y como ya realizado, ante sus ojos.
¡Entonces sí que maldijo con todo su corazón la hora en que salió de su casa, y el momento en que se decidió a pisar el campo de la política y a dejar las apacibles tareas de sus fáciles negocios, a trocar el prestigio y la consideración de que gozaba entre los prohombres de su país, por una ilusión de grandeza, que, en realidad, sólo le había valido desengaños, y empezaba a amenazarle con la ruina y la miseria!.
Fatigado, además, de tropezar siempre en sus paseos con muros de piedra que le recordaban la cárcel, necesitaba la movilidad de la vegetación acariciada por el viento, forjándose la ilusión de que vivía libre en plena campiña.
Teresa, atolondrada por el peligro, quiso ir a ella a implorar socorro, con la esperanza que infunde el ajeno auxilio, con la ilusión de algo milagroso que se ansia en la desgracia.
El sueño de aquellos días de largo destierro, la ilusión de aquellas tardes invernales, era una realidad.
Acepta el amor que te ofrezco, Angelina, noble, sencillo, puro, ese amor renueva en mí la plácida ilusión de los quince años, tímida flor de pélalos embalsamados que se abre al rayo apacible de tus miradas, regada con el llanto de tempranos infortunios.
A veces me sentía dichoso, feliz, aleteaban en mi alma las mariposillas de la ilusión, me sonreía la esperanza, y soñaba con auroras primaverales y venturosos días.
¿Llora usted muerta la más dulce ilusión? Ya renacerán en esa pobre alma dolorida las flores de la esperanza.
Era para mí luz, alegría, juvenil regocijo, primera aspiración de amor, ilusión de niño que yo creía perdida para siempre y que de pronto aparecía delante de mí, esperanza malograda que ébria de vida sacudía sus alas de mariposa en el fondo de mi corazón, reanimada por la luz de los ojos azules de la niña.
La ilusión engaña, la esperanza es una sirena que nos atrae a los abismos.
Estaba próxima a los cincuenta años, según confesión que varias veces hizo a sus hijas, pero era tan arrogante y bien plantada, unía a su elevada estatura tal opulencia de formas, que todavía causaba cierta ilusión, especialmente a los adolescentes, que con la extravagancia del deseo hambriento sienten ante los desbordamientos e hinchazones de la hermosura en decadencia la admiración que niegan a la frescura esbelta y juvenil.
Nunca me he forjado la ilusión de convertirte.
La música seguía rugiendo la , y en la multitud, alguno de los ardorosos, trastornado por la ilusión y por el himno, creyendo que la cosa ya estaba en casa, gritaba a todo pulmón: ¡Viva la República! , lo que azoraba a los pobres municipales y les hacía mirar en derredor, buscando un hueco en el gentío por donde escapar.
La viuda, siempre sonriente, se asombraba de sus frases de doble sentido, de los guiños picarescos con que acompañaba sus palabras, y hasta le parecía ¡oh poder de la ilusión! que había en su persona un perfume extraño que comenzaba a crispar los nervios de doña Manuela, algo del ambiente de aquella mala piel de la calle del Puerto, que el protector se había traído sin duda a su hogar honrado.
El primer toro ¡bueno! Todavía les causaba cierta ilusión el arrojo de los diestros, el valor de aquellos cuerpos esbeltos, nerviosos y ligeros que escapaban milagrosamente de entre las curvas astas, pero apenas comenzó la parte brutal del espectáculo y cayeron pesadamente como sacos de arena los infelices peleles forrados de amarillo, mientras el caballo escapaba, pisándose en su marcha los pingajos sangrientos como enormes chorizos, las jóvenes volvieron la cabeza con un gesto de asco y no quisieron mirar al redondel.
Y cuando con más entusiasmo forjábase la ilusión de la tranquilidad patriarcal, un silbido estridente rasgó los aires, como si Mefistófeles, desde las nubes, contestase con su carcajada chillona a los hermosos planes de virtud doméstica.
En aquel paseo silencioso, casi desierto, que lentamente se obscurecía, podía forjarse la ilusión de que estaba en un jardín de su propiedad, donde nadie vendría a turbar la pereza dolorosa, el anonadamiento triste en que iba sumiéndose.
¿Crees que no estoy enterado de todo? El chico era dócil, modesto, había bebido en buenas fuentes, era de nuestra escuela, y toda su ilusión consistía en conquistarse una posición sin perder la honra.
Amar, amar muchísimo, ¿es acaso maldad? Pero no esto no es una ilusión, un engaño.

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