Ejemplos con ignoro

Muchas veces la mejor manera de entender el significado de una palabra, es leer textos donde aparece dicha palabra. Por ese motivo te ofrecemos innumerables ejemplos extraidos de textos españoles seleccionados.

George Angefield: El padre de Charlie e Isabelle Angefield quien ignoro la formación de sus hijos.
Lo ignoro, tal vez sea el de tener sin gasto suyo personas que le secunden, trasformando el carácter de los navarros.
¿Vivamente habría agradecido España tales sacrificios? Ignoro hasta dónde llegó su gratitud, sólo sé que desde aquella fecha no ha cesado de cercenar nuestros mermados Fueros, tachándolos de egoistas.
La posición que tomo Valve En un principio, fue de ni apoya ni rechazar el proyecto, simplemente lo ignoro.
Ignoro si Aldama regresó de su viaje.
Ignoro si ha dado algún paso para obtener tu amor y desbaratar nuestra unión, aunque lo presumo.
Ignoro si con todos estos cambalaches y trastrueques falto a alguna ley que debe respetarse.
Ignoro a que distancia está Inhiesta.
En los últimos años me ha sostenido la doctora, ignoro el medio de ganar mi existencia y estoy habituada a vivir bien.
Ya sabes que nos conocemos, y no ignoro que en tu juventud has hecho el contrabando.
Ignoro qué suerte será la mía, pero lo que me importa es tu tranquilidad.
Ignoro si en Sarrió han subido ya a la hora presente este peldaño de la civilización.
¿Y quién te afirma que lo deseo? Yo misma lo ignoro, tengo mis dudas: no veo claro en el fondo de mi alma.
Ignoro cuánto tiempo tendré que estar en Madrid o en Parísdijo don Juan.
No sé qué mala pasada habré jugado a Alarcon, siendo niños, ignoro si querrá vengarse de algún artículo político mío, siendo hombres, o si intentará desacreditarme para burlarse de mí, siendo viejos, pero es el caso que escribiendo estoy y aún vacilo, pues para honra mía es mucho y para mi autoridad poco, ser yo precisamente designado por él para abrir las puertas del edificio de su ingenio.
Ignoro si Millán exagerará algo las tintas del cuadro, para que yo no abrigue esperanza y vaya acostumbrándome a la realidad, pero me parece absurdo lo que está pasando.
De mi hermano no sé una palabra: ignoro por completo su paradero.
Ella vive en la calle de la Pasión, ignoro el número, es en una casita vieja, muy baja, de revoque amarillo, con un zapatero en el portal, y que hace esquina a la Ribera de Curtidores.
Mi posición, mis buenas relaciones, mi influencia, puedo decirlo sin vanidad, me tienen al corriente de muchas cosas y no ignoro el objeto de su venida de Vd.
Ahora, si no fuese por la jubilación, ignoro cómo viviríamos.
Sabrá que no ignoro su falta? Quizá entonces, aunque culpable, sienta hacia mí el desprecio que debe inspirar quien, encargado en su casa de velar por la moral, transige cobardemente con el engaño y la deshonra.
excitada por el deseo de que su salud se mejore? En cuanto a los motivos de su desesperación, concretamente yo los ignoro, pero los percibo de cierta manera confusa.
-Si lo ignoro todo, pero todo -afirmó Sola con cierto enojo-.
Lo ignoro, señor: en Zaragoza se sabe únicamente que un día llegó vuecencia en una silla de posta, procedente de Madrid, a la fonda de las Cuatro naciones, en donde tomó el mejor aposento: en el pasaporte de vuecencia constaban su nombre y su título: muy luego se comprendió que vuecencia estaba gravemente enfermo: al cabo su enfermedad se agravó: lo que antes era una monomanía tranquila, se convirtió en una locura furiosa, y fue preciso.
Ignoro quién era, pero debe ser hija de buenos padres: las ropas que la envolvían eran ricas, llevaba, además, un magnífico medallón guarnecido de brillantes, y entre la faja un papel que decía: Está bautizada, y se llama he olvidado el nombre, el que tiene ahora se lo pusieron en la confirmación.
Todavía ignoro la causa de mi prisión, niño Leonardito.
No ignoro que lo sucedido con los individuos a quienes se ha hecho la operacion de las cataratas, indica que para apreciar debidamente el objeto no es suficiente la simple sensacion, y que unos sentidos auxilian a los otros, pero esto no prueba la preferencia de ninguno de ellos, pues así como el ciego a quien se dió repentinamente la vista, no formaba por la simple vision juicio exacto sobre el tamaño y distancia de los objetos vistos, sino que necesitaba el auxilio del tacto, así es muy probable que si suponemos a una persona con vista, privada de tacto desde su nacimiento, y se lo damos despues repentinamente, tampoco formará juicio exacto de los objetos tocados, hasta que con el auxilio de la vista, se haya ido acostumbrando a combinar el nuevo órden de sensaciones con el antiguo, aprendiendo con el ejercicio a fijar las relaciones de la sensacion con el objeto y a conocer por medio de aquella las propiedades de este.
Hé aquí si no me engaño la mente de Descartes, yo quiero dudar de todo, me retraigo de afirmar como de negar nada, me aislo de cuanto me rodea, porque ignoro si esto es algo mas que una ilusion.
Así piensan algunos, ignoro lo que hay de verdad en este sistema, pues no sé cual es el fundamento sólido en que puede estribar.
No ignoro que lo que se intenta apreciar es cosa distinta de la extension, pero lo cierto es que solo se puede conseguir refiriéndonos a ella, ateniéndonos a efectos que sean modificaciones de la misma.

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