Ejemplos con hirsuto

Muchas veces la mejor manera de entender el significado de una palabra, es leer textos donde aparece dicha palabra. Por ese motivo te ofrecemos innumerables ejemplos extraidos de textos españoles seleccionados.

Ballota hirsuta es una planta labiada de distribución iberomagrebí y saharosindica, de corología plurirregional, caracterizada por su aspecto piloso, hirsuto, con flores de rosado a púrpuras dispuestas en verticilastros, lignificada en la base, alcanza el metro de altura, si bien tiende a mostrar un aspecto en parte rastrero.
El tipo de pelaje de un Border, el cual depende de que cada perro, tiene muchas variaciones, algunos lo desarrollan bastante largo, hirsuto y otros nunca terminan de desarrollar un pelaje completo y permanece relativamente suave.
Su largo y achaparrado cuerpo se encuentra cubierto de un pelo hirsuto y tosco, generalmente de color grisáceo, con tonos negros en zarpas, orejas y hocico.
Varía desde lo ligeramente velloso hasta lo hirsuto.
Aquenios costillados, con ápice hirsuto y pico del largo del aquenio.
involucrales lanceoladas puntiagudas, de pelo hirsuto en la costilla central.
El pelaje de la mula fue texturado intensamente y pintado en detalle para que pareciera duro e hirsuto a la vista y, la mula misma, extenuada por el cansancio.
Apenas si hablaba el señor Novillo, de tarde en tarde se sonreía, enseñando unos dientes de blancura irreprochable, que, rodeados del hirsuto contorno, parecían una estría de carne de coco asomándose entre la cáscara pardusca y crinada, pero la mitad superior de la cara y los ojos seguían parados y tristes.
Todo tiene en la naturaleza su punto culminante, su nota dominadora, su faz grave y severa: la selva, el roble centenario, el océano, la ola inmensa de cresta arrebolada, el desierto, el león hirsuto y arrogante, y la sociedad, el genio.
Iban a estas gratas expansiones con las compañeras del taller de encajes, y se les agregaban mozalbetes del comercio, obreros diamantistas, y algún estudiante hirsuto y pálido del Barrio Latino.
Minutos después vieron conducido entre bayonetas a un hombre pequeño y rechoncho, de fiera catadura, cabello hirsuto, ojos sanguinolentos, la boca espumante.
Llegose al grupo un pastor cojitranco, con peales y zahones, hirsuto, de color gitanesco.
El que así hablaba era un hombre fornido, de áspero bigote, estrecha frente, pelo hirsuto y fuerte, rebelde a peines y cepillos, con las puntas hacia adelante, y quijada brutal, que se disimulaba un tanto bajo una sonrisa bondadosa.
de vello hirsuto, tan ingrato de emanaciones como abundante en sudor.
Un mechón de pelo hirsuto se agitaba sobre su cabeza en todas direcciones, llevaba un hacha sobre los hombros.
Casi maquinal mente, pues no tuvo fuerzas ni serenidad para reflexionar, dio un empellón al monstruo: pero el monstruo, rechazado por un instante, volvió sobre el doctor, y le aplicó un inmundo y frío beso, pasando por su mejilla el hirsuto y húmedo hocico.
Llegó al fin el momento de decidirme, y, dos días después, el de sacar del fondo del baúl los trapitos de cristianar, meter, «por si acaso», una muda de mi padre y otra mía en la maleta, colocarla en el arzón trasero de la vieja silla de borrenes, puesta ya sobre el hirsuto lomo del manso tordillo del cura, cabalgar de un salto, mientras mi padre, con sombrero de felpa, alto y bien armado corbatín de raso negro, larga levita verde botella y botas de media caña, puesto el pie izquierdo en el estribo, pasaba con alguna dificultad su pierna derecha por encima de las vacías alforjas, atadas sobre la grupa de su peludo rocín, harto de roer los helechos de la sierra, dar un adiós de despedida a los curiosos que nos contemplaban, y salir del pueblo sacando lumbres de los morrillos de sus callejones con las herraduras de los jamelgos.
Pero los acontecimientos se precipitaron, la cárcel de Bohórquez se hizo más dura, ya no le permitían ver a otra persona que Carmen, el rostro hirsuto y torvo de los carceleros aumentó su hostilidad, ya los guardianes no iban a formar corro para escuchar los cuentos fantásticos, las anécdotas y los chascarrillos del andaluz, ya no se festejaban sus chistosas interpelaciones a los que pasaban cerca de él, ya hacía gracia.
Iban a estas gratas expansiones con las compañeras del taller de encajes, y se les agregaban mozalbetes del comercio, obreros diamantistas, y algún estudiante hirsuto y pálido del Barrio Latino.
Minutos después vieron conducido entre bayonetas a un hombre pequeño y rechoncho, de fiera catadura, cabello hirsuto, ojos sanguinolentos, la boca espumante.
Y nada de extraño hubiera tenido que convirtiera en realidad sus tentaciones, porque con razón sobradísima habíale aquello hecho vislumbrar un horizonte risueño, un oasis en el desierto de sus inacabables angustias, que desde punto y hora en que se recrearon sus ojos en la contemplación de la nueva carnicería y, sobre todo, de las cuatro bellísimas carniceras, comprendió que pronto su barbería, hasta entonces humilde y solitaria, habíase de convertir en codiciado mirador y en irreemplazable apostadero de todos los que por aquel entonces suspiraban, más o menos descaradamente, por las tres Nenas solteras, y más o menos a hurtadillas por la legítima consorte de Periquito el Viruta, un mixto de calé y de castellana, que pregonaba a voces su paternal abolengo con su rostro atezado y varonil, sus ojos de pupilas negrísimas, su pelo hirsuto y rizoso y su boca de gruesos labios y blanquísima dentadura.
-¡Joseíto! -exclamó lleno de asombro, al ver a éste, pálido, desencajado, con el hirsuto cabello sobre la frente y en los ojos la expresión de un dolor infinito, sin fondo, sin fronteras, a Joseíto, que flaco, amarillento, habíase tenido que apoyarse un punto contra el quicio de la puerta, como para no caer desplomado, y el cual, de pronto, como si tras el primer momento de estupefacción que en él produjera el trágico espectáculo, hiciera el dolor reaccionar todas sus energías, avanzó impetuoso como un torbellino y, febril, desatentado, con algo aterrador en los ojos, se arrojó sobre la muerta, casi la sacó del ataúd, juntó su rostro al de la muerta querida, y un grito ronco, un a modo de alarido, brotó de su garganta, y momentos después caía de bruces, como desplomado, sobre el cuerpo de la amada compañera.

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