Ejemplos con hablo

Muchas veces la mejor manera de entender el significado de una palabra, es leer textos donde aparece dicha palabra. Por ese motivo te ofrecemos innumerables ejemplos extraidos de textos españoles seleccionados.

Claro que hablo en público, pero no quiero ser orador, sino locuente, sólo locuente, como mi maestro Salmerón.
A fuer de riojano, hablo en plata, y como fraile, debo hablar en tono grave, a pesar de mi voz de tiple.
Hablo, en general, de toda España.
Ahora tiene usted que perdonarme si le hablo con alguna extensión del Breviario.
Otro día cojo al vuelo una frase, otro, percibo todo un diálogo, otro, hablo con ella y la guío con sutileza a que me confíe algún secretillo, otro, completo lo que ella me haya dicho con lo que otros me comuniquen acerca de ella misma, y así, poco a poco, he llegado a conocerla en puridad, porque he entrado en su drama.
Hablo, pues, de CERVANTES, de ese hijo de la ESPAÑA, que más tarde será su orgullo, y que ahora perece en la más espantosa miseria.
Hablo aquello que bien me parece, mi padre.
¡Tanta es la dolor de mi alma, que hablo sin sentido! ¡Por estas cuatro criaturas, no me haga mal, señor Vinculero!.
Se me atragantaba tanto tratamiento, me daban ganas de gritar: ¡Pero qué porra de Eminencia e Ilustrísima, si nos hemos arañado de pequeños mil veces, porque este grandísimo ladrón no veía mendrugo ni albaricoque en mis manos que no quisiera zampárselo! Gracias que le hablo de usted desde que le vi beneficiado de la catedral, pues a un sacerdote no está bien tutearle como a un monago.
Si hablo de esto con las gentes de abajo, me llaman loco.
Parece que soy un hombre temible, más temible que los desesperados que arrojan bombas, porque hablo, porque llevo en mí una fuerza irresistible que me hace propagar la Verdad apenas me veo en presencia de dos desgraciados.
Entiéndase que hablo dentro de la vida ordinaria, sin nada de novela.
Cuando hablo de esa niña no me responde usted.
Y te hablo, y me hablas, y eres conmigo muy cariñoso, muy tierno! Y me miras, y te miro.
Cuando para hacer rabiar a Pancha le hablo de esto, gruñe no sé qué perrerías, y dice: ¿Casarse la niña? ¡Dios nos ampare! ¡Si no hay gandul que se la merezca! ¿Tú qué dices de eso?.
Porque —hablo ahora del fenómeno, que no de la palabra,— no es, ni lo será nunca, más que para las mujeres y los tísicos, el acto de expeler humo por la boca o por las narices.
—Hablo de esas cien beldades, de quince a cuarenta años por cabeza, que se mueven juntas, como los sistemas solares, o como las golondrinas cuando viajan, y que contemplamos, ora en el Teatro Real, ora en los salones de los condes de Galen, ya en los de Osma, ya en la Embajada de Rusia, ya en la Fuente Castellana.
—Hablo formal, Marquesa: ya no hay más que.
Quisiera engañarme, pero hablo con entera convicción.
Entre nuestros ojos y el papel, flota siempre una nube de azulado humo que idealiza la materialidad de las cosas, en tanto que allá, en el alma, dulces somnolencias y estrañas vienen a brotar del roce del aroma precioso con el sentido oculto de que hablo.
Tú no puedes hacerte cargo de aquellas noches de luna en Cuba, de aquella bóveda de plata resplandeciente, de aquellos manglares que son jardines en medio de los espejos de la mar Pues aquella noche de que te hablo, estábamos acechando junto a un río, porque sabíamos que por allí habían de pasar los insurgentes.
Reclamación imperiosa de la Naturaleza la Naturaleza diciendo No hay medio de oponerse la especie humana que grita ¿Me entiendes? ¿Hablo con claridad? ¿Necesitaré emplear parábolas o ejemplos?.
Hoy, ya lo ves, hablo un rato seguido y no me canso.
Yo siempre le hablo gordo, y crea usted me ha cogido miedo.
¡Qué manera de pagarme! ¡Yo, que lo dejé todo por él, y a los que me habían hecho decente les di una patada! Perdone usted si hablo mal.
Esta casta de perdidas que en Francia tanto abunda, como si hubiera allí escuela para formarlas, apenas existe en España, donde son contadas todavía, se entiende, porque ello al fin tiene que venir, como han venido los ferrocarriles Pues digo que Fortunata no es de esas, no posee más educación que la cara bonita, por lo demás, es sosa, vulgar, no se le ocurre ninguna picardía de las que trastornan a los hombres, y en cuanto a formas no hablo del cuerpo y talle sigue tan tosca como cuando la conocí.
¡Quién sabe lo que resultará de aquí, y si las cosas se volverán algún día lo que ser! Y si te hablo con franqueza, a veces dudo que yo sea mala sí, tengo mis dudas.
Pues verás, él cayó con la pulmonía en Febrero, y en este conocí yo al chico con quien hablo El otro estuvo dos meses muy malito si se va si no se va.
Cuando le hablo de esto a Baldomero, se ríe de mí, pero bien se le conoce que es hombre dispuesto a andar por esos suelos a cuatro pies, con los chicos a la pela.
Siempre picando alto y queriendo servir al Estado Hablo de portería de casa particular.

© Todos los derechos reservados Buscapalabra.com

Ariiba