Ejemplos con gustos

Muchas veces la mejor manera de entender el significado de una palabra, es leer textos donde aparece dicha palabra. Por ese motivo te ofrecemos innumerables ejemplos extraidos de textos españoles seleccionados.

Los más amigos del novelista, todavía más conocedores que él de su propia fuerza, murmuraban siempre en sus oídos un , y no le dejaban adormecerse con los halagos de la muchedumbre de los lectores, cuyo criterio estético se reduce a admirar lo que está más cerca de sus gustos y propensiones.
El buey come hierba ahora como en la edad de piedra, y la rumia como entonces, sin haberle añadido complicaciones ni gustos nuevos.
Además de estos gustos que a la relación con Miranda debía, esponjábase el buen viejoque ya sabemos cuán poco tenía de filósofocuando le encontraban las gentes mano a mano con tan bien portado caballero, íntimo del gobernador y familiar comensal de las gentes más encopetadas de la ciudad.
Lucía estaba ya al corriente de las rarezas, gustos e ideas especiales de Artegui, conociendo su carácter y los hechos de su vida, que nada ofrecían de particular.
francamente, soy yo quien no gusto de comer carne, y como mis pobres feligreses se han acostumbrado por simpatía a amoldarse a mis gustos, ellos también van quitándose la costumbre, sin que por eso les diga yo sobre ello una sola palabra.
No la había amado como aman los demás hombres, pero era su compañera, su hermana, se compenetraban los dos en gustos y aficiones, la miseria en común los había fundido en una sola voluntad.
Esta misma firmeza de voluntad encantó a doña Luz, aunque iba contra sus gustos y caprichos.
por ejemplo se casarían tendrían niños, muchos niños, porque él, con sus gustos de joven tímido, adoraba los muñecos él sería un modelo de maridos.
Los dos se comprendían y compenetraban, eran la yunta viciosa, ligada por el yugo de la comunidad de gustos y la mutua posesión de secretos poco limpios.
Examinaba el menor detalle de su persona, alabando la delicadeza de sus gustos.
Era la toquilla de la casa, la señorita aturdida que aprende de todo sin saber hacer nada, la que por la calle no podía ver una figura ridícula sin estallar en ruidosa carcajada, la que tenía en sus gustos algo de muchacho y aseguraba muy formal que sentía placer en hacer rabiar a los hombres, la que se escapaba a cada instante del salón, para ir a la cocina a charlar con las criadas, gozando en ser su amanuense, sólo por intercalar en las cartas al novio soldado terribles barbaridades, con las que estaba riéndose toda una semana.
Encontró ridículos los gustos aristocráticos de su esposa, y los suprimió despóticamente.
Tachábase en su interior de poco distinguida, pero ¡qué remedio! por más que ella tomase a empeño el transformarse, y obedeciendo a las niñas revistiera un empaque de altiva señoría, siempre conservaba amortiguados y prontos a manifestarse los gustos y aficiones de la antigua tendera que había pasado lo mejor de su juventud en la plaza del Mercado.
Muchas veces le he preguntado a mi corazón si te ama como mereces ser amado, y siempre me responde que sí, pero mis gustos me inclinan hacia otro lado, me llevan por otro camino.
Hay allí cosas para todos los gustos.
Eso va en gustos Y también influye el hábitoarguyó Casta con la suficiencia y formalidad de un catador de vinos.
Indudablemente la joven se había adecentado mucho y adquirido hábitos de señora, porque la vivienda aquella se le presentaba inferior a su categoría, a sus hábitos y a sus gustos.
Comió en casa de los de Santa Cruz, y estos lo notaron sombrío, padeciendo chocantes distracciones, y tan indiferente a todo, que ni siquiera tomaba con calor la defensa de sus principios y gustos extranjeros, cuando Barbarita, por combatirle la murria, sacaba a relucir algún tema de entretenida polémica sobre este punto.
En eso sí que son contrarios nuestros gustos, porque yo, en cuanto veo que los actores pegan gritos y las actrices principian a hacerme pucheritos, ya estoy bufando en mi butaca y mirando para la puerta Nada de lágrimas.
Evaristo que su amiga tenía gustos un poco desacordes con el gusto corriente.
Los gustos extranjeros de aquel hombre y el desamor que a su patria mostraba, eran ocasión de empeñadas reyertas entre él y D.
Enséñemela usted y a ver si me la arregla Entonces hacía el hombre un desmedido esfuerzo, como quien sacrifica al deber sus sentimientos y gustos más queridos, y bajaba la pieza de tela.
Con semejante mostrenco Sabel se la echaba de principesa, modelo de delicados gustos y selectas aficiones.
Fernando de Acevedo: dió priesa a su partida por llegar presto a ver a sus hijos, y dentro de veinte dias ya estaba en Murcia, con cuya llegada se renovaron los gustos, se hicieron las bodas, se contaron las vidas, y los poetas de la ciudad, que hay algunos y muy buenos, tomaron a cargo celebrar el extraño caso, juntamente con la sin igual belleza de la Jitanilla, y de tal manera escribió el famoso licenciado Pozo, que en sus versos durará la fama de la Preciosa miéntras los siglos duraren.
Pero la mucha hermosura del rostro que habia visto Rodolfo, que era de Leocadia, que así quieren que se llamase la hija del hidalgo, comenzó de tal manera a imprimírsele en la memoria, que le llevó tras sí la voluntad, y despertó en él un deseo de gozarla a pesar de todos los inconvenientes que sucederle pudiesen: y en un instante comunicó su pensamiento con sus camaradas, y en otro instante se resolvieron de volver y robarla, por dar gusto a Rodolfo, que siempre los ricos que dan en liberales, hallan quien canonice sus desafueros, y califique por buenos sus malos gustos, y así el nacer el mal propósito, el comunicarle, y el aprobarle, y el determinarse de robar a Leocadia, y el robarla, casi todo fué en un punto.
Bien es verdad que el Anselmo era algo más inclinado a los pasatiempos amorosos que el Lotario, al cual llevaban tras sí los de la caza, pero, cuando se ofrecía, dejaba Anselmo de acudir a sus gustos por seguir los de Lotario, y Lotario dejaba los suyos por acudir a los de Anselmo, y, desta manera, andaban tan a una sus voluntades, que no había concertado reloj que así lo anduviese.
Buena es tu esposa Camila, quieta y sosegadamente la posees, nadie sobresalta tu gusto, sus pensamientos no salen de las paredes de su casa, tú eres su cielo en la tierra, el blanco de sus deseos, el cumplimiento de sus gustos y la medida por donde mide su voluntad, ajustándola en todo con la tuya y con la del cielo.
Y, cuando todo esto falte, tu misma conciencia no ha de faltar de dar voces callando en mitad de tus alegrías, volviendo por esta verdad que te he dicho y turbando tus mejores gustos y contentos.
En eso respondió el bachiller, hay diferentes opiniones, como hay diferentes gustos: unos se atienen a la aventura de los molinos de viento, que a vuestra merced le parecieron Briareos y gigantes, otros, a la de los batanes, éste, a la descripción de los dos ejércitos, que después parecieron ser dos manadas de carneros, aquél encarece la del muerto que llevaban a enterrar a Segovia, uno dice que a todas se aventaja la de la libertad de los galeotes, otro, que ninguna iguala a la de los dos gigantes benitos, con la pendencia del valeroso vizcaíno.
El cura, oyendo lo cual, le dijo que atendiese a la salud del alma antes que a los gustos del cuerpo, y que pidiese muy de veras a Dios perdón de sus pecados y de su desesperada determinación.

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