Ejemplos con guardábamos

Muchas veces la mejor manera de entender el significado de una palabra, es leer textos donde aparece dicha palabra. Por ese motivo te ofrecemos innumerables ejemplos extraidos de textos españoles seleccionados.

El capitán llevó los planos y los instrumentos de su cámara a la ballenera, algunos sacamos de nuestros cofres el dinero que guardábamos.
Guardábamos al inca en nuestro cuarto del hotel, y.
De sobremesa, se me antojó romper el silencio que mi mujer y yo guardábamos, convencido de que callando no íbamos a ninguna parte, y de que las explicaciones razonables disiparían aquella nube.
Pues sí: el día que tocaba carta era para nosotros gran fiesta, la guardábamos para leerla a media noche, y cuando llegaba el momento encendíamos nuestra luz, y cabeza con cabeza leíamos con cuatro ojos, y con dos bocas recitábamos tu escritura, niño bobo.
También le dolía en el alma una separación así, sin despedida, pero no tenía valor para intentarla, y nosotros nos guardábamos muy bien de estimularle a vencer sus resistencias: al contrario, le manteníamos en ellas pintándoselas como muy justificables, y encomendábamos a los que de ordinario le acompañaban en la cocina la caritativa labor de entretenerle y animarle, como hacíamos a menudo el médico y yo con Mari-Pepa y Lituca, que no le perdían de vista ni desconocían la importancia de aquella crisis excepcional, a una edad y un temperamento como los suyos.
Tal vez, durante el año, no nos reuniésemos ni un par de noches los cuatro antiguos amigos, pero guardábamos religiosamente la costumbre de cenar juntos al toque del reloj, que anuncia la expiración de un año y el nacimiento de otro -al cual, materializando una idea, creíamos ver tiritando y quejándose, con trémulos vagidos de criatura arrecida y desamparada-.
De sobremesa, se me antojó romper el silencio que mi mujer y yo guardábamos, convencido de que callando no íbamos a ninguna parte, y de que las explicaciones razonables disiparían aquella nube.
Pues sí: el día que tocaba carta era para nosotros gran fiesta, la guardábamos para leerla a media noche, y cuando llegaba el momento encendíamos nuestra luz, y cabeza con cabeza leíamos con cuatro ojos, y con dos bocas recitábamos tu escritura, niño bobo.
¡Pobre mamá! Y hubiera querido abrazarla, hacerle inclinar la emblanquecida cabeza en mi pecho, pedirle perdón de mis palabras duras, y de pronto, en el prolongado silencio que guardábamos, le dije con voz vibrante:.

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