Ejemplos con glorias

Muchas veces la mejor manera de entender el significado de una palabra, es leer textos donde aparece dicha palabra. Por ese motivo te ofrecemos innumerables ejemplos extraidos de textos españoles seleccionados.

En las grandes ventanas del primer piso trepaban por jambas y cornisas unas guirnaldas formadas con anclas y delfines, testimonio de las glorias de esta familia de navegantes.
¡Y pensar que los prestamistas no habían querido adquirir este museo de glorias, con el pretexto de que eran pinturas malas! ¡No poder traspasar estos recuerdos a ciertos ricos ansiosos de crearse un origen ilustre!.
Eran centenares de cuadros, todos malos e interesantes a la vez, pinturas encargadas para perpetuar las glorias de la familia, hechas por antiguos artistas italianos y españoles de paso en Mallorca.
Antonia, que le había visto nacerservidora respetuosa de las glorias de la familia, movíase desde las ocho en la habitación, para despertarle.
Hay en la cuestión que plantean estos juicios severos un interés vivísimo para los que amamosal mismo tiempopor convencimiento, la obra de la Revolución, que en nuestra América se enlaza además con las glorias de su Génesis, y por instinto, la posibilidad de una noble y selecta vida espiritual que en ningún caso haya de ver sacrificada su serenidad augusta a los caprichos de la multitud.
Hasta se susurrapero sin que existan datos para establecerlo como rigurosa verdad históricaque el insigne ex buen mozo quiso recordar sus pasadas glorias, y verter una regaderita de agua sobre sus secos y mustios lauros, y eligió para cómplice a cierta rata de proscenio, nombrada Zulma en la docta academia teatral, si bien está averiguado que en regiones menos olímpicas pudo llamarse Antonia, Dionisia o cosa así.
Fuera de Valencia y sus pasadas glorias, sólo la Grecia merecía su admiración.
Mientras tanto, la voz de la doctora cantaba las glorias de su pariente.
“¡Salve, oh, tú, el más grande de los hombres, hijo predilecto de las Musas, foco de intensa luz que alumbrará a los mundos, salve! Loor a tu nombre, hermosa lumbrera, en cuyo derredor girarán en lo futuro mil inteligencias, admiradoras de tu gloria! ¡Salve, grandiosa obra de la mano del Potente, orgullo de las ESPAÑAS, flor la más hermosa que ciñe mis sienes, yo te saludo! ¡Tú eclipsarás las glorias de la antigüedad, tu nombre escrito en letras de oro en el templo de la Inmortalidad, será la desesperación de los demás ingenios! ¡Gigante poderoso, serás invencible! Colocado como soberbio monumento en medio de tu siglo, todas las miradas se encontrarán en tí.
Acuérdate de la lira de VIRGILIO, que cantó nuestras glorias y moduló las quejas del amor desgraciado, sus dulcísimos y melancólicos versos conmueven el alma: él alabó la piedad, encarnada en el hijo de ANCHISES: sus combates no son menos bellos que los que se efectuaron a los pies de los muros troyanos, ENEAS es más grande y piadoso que el iracundo AQUILES: en fin, en mi sentir, VIRGILIO es muy superior al poeta de Chío.
Y allí, a la suave sombra, contaba Pedro maravillas y glorias europeas a Ana, que le oía con cariñoa Adela, que hacía como si no le interesasen, a Lucía, que pensaba con amorosa cólera en Juan, en Juan, que no debía venir, porque estaba allí Sol, en Juan, que debía venir puesto que estaba Lucíay a Sol contaba también aquellas historias, quien sin desagrado ni emoción las escuchaba y con sus hábitos de niña huérfana, azorada a veces de la súbita rudeza que templaba Lucía luego con arrebatos afectuosos, solo se sentía dueña de sí cerca de quien la necesitaba, y ni con Adela, que parecía esquivarla, ni con la misma Lucía, aunque esto le pesaba mucho, tenía ya la naturalidad y abandono que con Ana, con Ana a quien aquellos aires perfumados y calurosos habían vuelto, si no el color al rostro, cierta facilidad a los movimientos y unos como asomos de vida.
La piedad de otros siglos, crédula y grosera, aparecía tan absurda al mostrarse en pleno siglo de descreimiento, que el mismo don Antolín, tan intransigente hablando de las glorias de su catedral, bajaba la voz y apresuraba la relación al señalar el pedazo de manto de santa Leocadia cuando se apareció al arzobispo de Toledo, comprendiendo lo difícil que era explicar de qué tela se vestían las apariciones.
El valentón relataba modestamente sus glorias.
Lo que tú dices es cierto, Beatriz, pero la pifia de Bravo Murillo la enmendé yo mismo María acudió entonces a mí muy alarmada, pidiendo explicaciones categóricas, y yo la prometí solemnemente que la Restauración conservaría a todo trance la unidad católica como la joya más preciada de las glorias de España.
Estos son muy celosos de sus glorias y admiradores fidelísimos de sus hombres ilustres.
Ya verás cómo Zorrilla se muere de hambre, sin que le valgan glorias ni laureles, sin que los favores de príncipes y reyes le hayan sacado de pobre.
Pero este artículo sería interminable si me detuviera a enumerar todos los méritos y servicios de ese nuestro camarada de glorias y fatigas.
Pero en aquella sazón, todo esto era futuro y sólo se presentaba a la mente embrutecida de como presentimiento indeciso de glorias y bienandanza.
Que venga Placidito, para que me cuente sus glorias, cuando iba al portillo de Gilimón a meter contrabando, y a la bóveda de San Ginés a abrirse las carnes con el zurriago Que venga para decirle: lorito, daca la pata.
Como al principio era su charla frívola y de gacetilla, todos se reían y el estaba en sus glorias.
Aparisi, siempre que se ponía peneque, mostraba un entusiasmo exaltado por las glorias nacionales.
También se puede asegurar, sin temor de que ningún dato histórico pruebe lo contrario, que no era valiente, y que, a pesar de tanta baladronada, su reputación de braveza empezaba a decaer como todas las glorias de fundamento inseguro.
A la hora de los postres y del café, habiéndose retirado Nucha, que por el ansia de su niña se recogía temprano, subieron de la cocina Primitivo y el ratón, y los futuros compañeros de glorias y fatigas comenzaron a fraternizar fumando y trincando a competencia.
Ahí los tiene usted en sus glorias.
Hállabase don Pedro en sus glorias.
La forastera, que, aunque algo asustada, estaba en sus glorias, opinó lo mismo.
Sus virtudes y sus glorias llenan toda la historia patria y aun sobra algo Vamos, veo que lo que usted tiene es sueño: buenas noches Pues, sí, no cambiaría la gloria de ser hijo de esta noble tierra por todo el oro del mundo.
¡Aquí fue Troya! ¡Aquí mi desdicha, y no mi cobardía, se llevó mis alcanzadas glorias, aquí usó la fortuna conmigo de sus vueltas y revueltas, aquí se escurecieron mis hazañas, aquí, finalmente, cayó mi ventura para jamás levantarse!.
Nunca sus glorias el olvido mancha, pues hasta Rocinante, en ser gallardo, excede a Brilladoro y a Bayardo.
Que amor sus glorias venda caras, es gran razón, y es trato justo, pues no hay más rica prenda que la que se quilata por su gusto, y es cosa manifiesta que no es de estima lo que poco cuesta.

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