Ejemplos con fruslerías

Muchas veces la mejor manera de entender el significado de una palabra, es leer textos donde aparece dicha palabra. Por ese motivo te ofrecemos innumerables ejemplos extraidos de textos españoles seleccionados.

Pero ¡bueno estaba el Ministerio para pensar en tales fruslerías! Al desastre del empréstito había seguido otro no menos grave para los Ministros.
Cuando Isidro, que no podía aproximarse a una hembra deseable sin iniciar un intento de posesión, creyó de su deber mostrarse amoroso de Marcela, ésta acogió sus palabras con cierta severidad ¡Un hombre que iba al Nuevo Mundo en busca de fortuna pensar en fruslerías amorosas que podían quitarle el tiempo necesario para los negocios! La vida es seria, y hay que aprovechar la juventud para asegurarse un porvenir.
A la santa iglesia nos fuimos, la cual por fuera es de un greco-romano mazacote y pedantesco, interiormente bella, mística, ornada de primores artísticos y de ingenuas fruslerías costosas, que mueven a la devoción.
Merece, pues, Doña Cristeta sinceras alabanzas, y si hay necesidad de poner algún defectillo para guardar siquiera las apariencias de imparcialidad, dígase que era la camarista muy golosa, y que toda su vida fue apasionada de las yemas y tocinos del cielo, loca por pastelillos, bollos delicados y fruslerías dulces, así como por las copitas de licores finos y aromáticos.
Todos los años compraba un billete entero, por rutina o vicio, quizás por obligación, como se toma la cédula de vecindad u otro documento que acredite la condición de español neto, sin que nunca sacase más que fruslerías, algún reintegro o premios muy pequeños.
Pues bien: en la carta que he recibido esta mañana me dice que quiere recogerte y ampararte en su casa, donde estarás como una reina, donde no te faltará nada, ni aun aquello de que gustan tanto las damiselas del día, tal como joyas, trajes bonitos, perfumes primorosos, guantes y otras fruslerías.
¿Para qué te ocupas en esas fruslerías?.
Y a la noche siguiente, hallándome yo dolorido de todo el cuerpo, salió Fornasari a comprar en la tienda cercana algunas fruslerías para nuestra nutrición, que de manjares, ¡ay!, muy pobres nos sustentábamos.
También trabajé en corregirle el pernicioso hábito de gastar dinero tontamente, empleándolo en fruslerías tan pronto adquiridas como olvidadas.
A la santa iglesia nos fuimos, la cual por fuera es de un greco-romano mazacote y pedantesco, interiormente bella, mística, ornada de primores artísticos y de ingenuas fruslerías costosas, que mueven a la devoción.
Dice usted bien que ese dinero no pudo ganarlo en su comercio de fruslerías.
Empezó Ibero por pasar algunos ratos en el taller, viendo modelar al torno lindas piezas de aquel palo duro y coherente como marfil, aros de servilletas, anillas de cortinas, peonzas, fichas de damas y ajedrez, y otras fruslerías graciosas.
¡Su opinión! Él no tenía opinión sobre aquellas fruslerías.
¿Para qué te ocupas en esas fruslerías?».
No, no, gracias, no me dé usted cosas picantes ni nada de esas fruslerías de la cocina moderna.
Esto, hecho a tiempo y tras una exhibición hábil de fruslerías francesas, no sólo no te será vituperado, sino que te valdrá grandes alabanzas.
De todas las fruslerías hizo acopio, y los bolsillos de la pandilla llenáronse de avellanas, piñones, garbanzos torrados, pastelillos y cuanto Dios y la tía Javiera criaron.
También yo tengo que procurarme algunas fruslerías, porque es indispensable que vayamos al baile de Palacio.
No le dejo más que las fruslerías del pecado el comer, la bebida, el tabaco y el pelearse con la servidumbre.
Pero ¡en qué fruslerías nos detenemos! Vamos a buscar nuestros caballos.
Iban adelante los brindis después de la comida, cuando Hipóclides, que era el héroe y bufón de la fiesta, mandó al flautero que le tocase la emmelia, y empezada ésta, la bailó con mucha gracia y mayor satisfacción propia, si bien Clístenes, observando todas aquellas fruslerías, la miraba ya de mal ojo.
Alas, singularmente Museum, que lo es de disparates y fruslerías.
Pero, ¡bueno estaba el ministerio para pensar en tales fruslerías! Al desastre del empréstito había seguido otro no menos grave para los ministros.
Encantado con aquel signo de bonanza, dime apenas el tiempo necesario para cambiar nuestro oro en letras, y comprar a Estela esas ropas, cintas y fruslerías que forman el equipaje obligado de una joven.
-Hija mía -dijo la marquesa-, atended vos a vuestras fruslerías caseras y dejad a vuestro futuro esposo cumplir con su deber.
Nuestro humor, nuestra salud, nuestra dicha o desdicha momentáneas penden de esas fruslerías: de la ventana que cierra mal, de la puerta que nos coge los dedos, del plato soso o muy salado, del zapato que aprieta y de la llave que se ha perdido.
-Y el asunto es que no puedo -declaraba él- desahogar con nadie, con nadie, porque me responderán: «¿De qué se queja usted? Ésas son insignificancias, minucias, fruslerías.
Hasta me parece que la regaló algunas fruslerías,.
En lugar de hablar de las fruslerías que se han citado las varias veces que se ha hablado de la Exposición, ¿por qué el Correo no ha aprovechado la ocasión de hablar de los productos que se han reunido en ella? Lo que se quiere en la parte mercantil es comercio: cuáles son las causas que influyen en su decadencia y prosperidad, cuál es el estado de nuestra industria en todos los ramos, cuáles son los obstáculos para su prosperidad y los medios para removerlos, en qué estriba este comercio actual, exánime y moribundo, cómo podía dársele nueva vida, etc.
¿No pudiera haber hablado el Correo, en lugar de sus fruslerías insípidas, de la educación literaria española, tan descuidada, en que no se observa generalmente ningún método, sino muchos errores, como son enseñar las lenguas muertas y extranjeras antes que la propia, no enseñar ésta nunca, lo que vemos muy a menudo, aprenderlo todo en latín, cosa muy útil para no aprender nada, perder doble tiempo y estropear el latín, descuidando el castellano, etc.

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