Ejemplos con fatalistas

Muchas veces la mejor manera de entender el significado de una palabra, es leer textos donde aparece dicha palabra. Por ese motivo te ofrecemos innumerables ejemplos extraidos de textos españoles seleccionados.

Impulsado por las visiones fatalistas reveladas en las cámaras de Moebius, Kain activa el portal de corriente temporal, que le hace retroceder siglos en el pasado de Nosgoth junto a Raziel.
Son famosas las definiciones fatalistas de Karl Schmitt de la política como juego o dialéctica amigo-enemigo, que tiene en la guerra su máxima expresión, o de Maurice Duverger, como lucha o combate de individuos y grupos para conquistar el poder que los vencedores usarían en su provecho.
Son poemas líricos y boecianos en su descripción de la variación de la fortuna, la caducidad de las cosas de este mundo, la vida es considerada un accidente desgraciado por los narradores, fatalistas pero a un tiempo valerosos y decididos.
Remitía ya la fiebre romántica, iba pasando la violencia en las pasiones, comúnmente fingida, pues raro era el poeta que sentía tan al vivo lo que expresaba, pasando iban los audaces giros de la expresión, las rebuscadas antítesis, el dilema terrible de amor o muerte, las casualidades fatalistas por las que el socorro de un afligido llegaba siempre tarde, pasaba también la humorada suicida, y la monomanía de poblar de cipreses y sauces el campo de nuestra existencia.
Aura tenía instintos trágicos: misteriosas querencias la llamaban a los desenlaces fatalistas, puestos en moda por la literatura.
Y aquella alma de bronce que no se había conmovido ante un cataclismo universal, aquel hombre curtido en los peligros, sintió desprenderse de sus ojos una lágrima, la primera que el dolor le había arrancado en su vida, y se alejó murmurando con la sublime resignación de los fatalistas:.
¡Singular contraste el de la naturaleza! ¡mudo y elocuente mentís para esos fatalistas que juzgan por deducciones genéricas y armonizan los accidentes más casuales, enlazándolos por medio de un término comparativo y simpático! ¡triste lección para la ciencia humana tan limitada y errónea!.
Dicen los fatalistas que la que está de condenarse, desde chiquita no reza, que a cerdo que es para boca de lobo, no hay San Antón que lo guarde, y que el que nació para ahogarse, pierde el resuello en un charco de ranas.
Aquel hombre sacrificado a su ambición, aquel inocente que pagaba culpas de su propio padre, apareciósele pálido y amenazador, acompañado de su novia, pálida como él, y seguido del remordimiento, no del remordimiento que hace enloquecer al que lo sufre como en los antiguos sistemas fatalistas, sino de ese sordo y doloroso golpear sobre el corazón, que a veces nos hiere como el recuerdo de un crimen casi olvidado, herida cuyos dolores ahondan la llaga que nos conduce a la muerte.

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