Ejemplos con exigía

Muchas veces la mejor manera de entender el significado de una palabra, es leer textos donde aparece dicha palabra. Por ese motivo te ofrecemos innumerables ejemplos extraidos de textos españoles seleccionados.

Los prisioneros comparecían ante el escribano de presas como testigos del suceso, y se les exigía juramento de verdad por Alaquivir, el Profeta y su Alcorán, alto el brazo y el dedo índice, mirando su rostro al nacimiento del sol.
La costumbre exigía que se cubrieran con sus prendas de ceremonia, con sus vestidos de invierno, encerrándose en ellos cual si fuesen cáscaras de dolor.
Verdad que no se podía sacar sino el género, luego se exigía cierta diligencia para darle hechura.
Con tan alto patrocinio se presentó Miranda en la pacífica morada del feudatario colmenarista, siendo en efecto recibido cual lo exigía el venir de tal persona recomendado.
Hizo mil monerías felinas, se volvió dulce, obediente, prudentísima en todo, prometiendo cuanto se le exigía y más aún.
Su esposa salía de ellas como de un suplicio: resignada porque así lo exigía su deber, pero con un gesto de repulsión mal disimulado.
Sin regateo alguno habían dado a Ferragut el precio de venta que él exigía: mil quinientos francos por tonelada: cuatro millones y medio por el buque.
Cuando le adivinaba interesado por un volumen, exigía inmediata participación: Cuéntame el argumento.
Los propósitos del al aparecer en el estadio de la prensa , eran principalmente defender, alta la adarga y calada la visera , los intereses morales y materiales de Sarrió, combatir la ignorancia en todas sus manifestaciones y en las batallas ardientes de la prensa, luchar sin descanso por el triunfo de las reformas que el progreso de los tiempos exigía.
La frescura juvenil, la hermosura natural, era cursi, la elegancia exigía careta.
A fuer de hábil financiero, sabía pasar por generoso cuando el caso lo exigía.
Don Basilio estuvo vacilando entre su conciencia, que le exigía callar, y el deseo de satisfacer la curiosidad de sus amigos.
No sabía vencer el farmacéutico su genio vivo y zumbón, ni mostrarse tan habilidoso como el caso exigía, y aunque Fortunata le tiraba de los faldones de la levita para que tomase un tono más contemporizador, el maldito no se podía contener: Vaya con la que saca ahora Pero, hombre de Dios, ¿a usted qué le importa que el alma venga de acá o venga de allá? ¿Qué se mete usted en el bolsillo con esto? ¿Cree que le van a dar algo por el descubrimiento? Anteayer me dio usted la gran jaqueca con aquello de Pues pongamos que sea.
Ya dije que el Delfín prometió pensarlo, mas esto significaba sin duda la necesidad que todos sentimos de no aparecer sin voluntad propia en los casos graves, en otros términos, su amor propio, que le gobernaba más que la conciencia, le exigía, ya que no una elección libre, el simulacro de ella.

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