Ejemplos con excesiva

Muchas veces la mejor manera de entender el significado de una palabra, es leer textos donde aparece dicha palabra. Por ese motivo te ofrecemos innumerables ejemplos extraidos de textos españoles seleccionados.

La motivación de quien codifica este código radica en el afán de maximizar el reuso de una rutina mediante una generalización excesiva.
Presenta el ideal de belleza femenina de Ingres, a pesar de apreciarse algunas incorrecciones anatómicas, como la planta del pie hinchada, la excesiva delgadez de las piernas y la ausencia de caderas.
Debido a su no excesiva altura fue un portero que destacaba por su agilidad lo que imprimía una gran espectacularidad a su juego.
Trata de un problema social la admiración excesiva hacia los extranjeros y también de otro problema psociológico chileno, que es el que si tienes un socio, tienes mas oportunidades de trabajo.
Hay muchas razones por las que eliminar este vello: Higiene, eliminación de transpiración excesiva, estética, por comodidad al realizar algún deporte o ejercicio, etc.
Consciente de la deshumanización y de la excesiva tecnificación en el entrenamiento médico, ideó un novedoso programa de prácticas supervisadas en clínicas, hospitales y centros médicos a través de un convenio de cooperación para la enseñanza universitaria de la nueva medicina.
A un lado de la plaza estaban sentadas sobre un ribazo, o en sillas de la inmediata taberna, las casadas y las viejas, mujeres anémicas y tristes en su relativa juventud por una procreación excesiva y por las fatigas de su existencia campestre, con los ojos hundidos en un cerco azul que parecía revelar desarreglos interiores, guardando sobre su pecho las cadenas de oro de sus tiempos de y adornadas las mangas con botones de oro.
Era un magistrado de la Audiencia provincial, viejo ya, calvo, diminuto, flaquísimo, aladares rizados con tenacilla sobre las orejas, bigotes horizontales, engomados con zaragatona, tan largos, que sobresalían a los lados como balancín de funámbulo, corbata de chalina, chaqueta hasta media posadera, pantalones a menudos cuadros negros y blancos, de campana excesiva, para disimular la enormidad de los pies, aprisionados en zapatos de colgantes cintas de seda, tan anchas como la chalina.
Mi padre ha tenido siempre una sensibilidad excesiva.
Es verdad que, temerosos de este daño, han procurado con excesiva frecuencia Zola y los suyos cargar sus novelas de especias picantes, que estimulen los paladares estragados.
En poco tiempo iba a destrozar su castillo, encontraba excesiva tanta perfección Pero no tardó en arrepentirse de estas lamentaciones de su egoísmo.
No había podido resistirse a la tentación de violar su secreto, temiendo que la generosidad de Ferragut resultase excesiva, inadmisible.
Para mí es insignificante, y a ti te parecería excesiva No abras el sobre hasta que estés en nuestra tierra.
Tal vez le faltase colocación, tal vez los otros capitanes no quisieran de él, por considerarle habituado a una excesiva familiaridad, pero si era necesario, volvería a ser patrón de barca de cabotaje ¡Adiós! Aquella noche no dormiría a bordo.
Siempre le parecía que marchaba con excesiva rapidez.
Al contrario, se desconfía de la amabilidad excesiva y, sobre todo, de la sonrisa dulzona, se le buscan a cada hombre los pliegues y repliegues del alma con el mismo cuidado y atención con que un disecador va palpando y poniendo a la vista con el bisturí todas las fibras de la máquina corporal.
Y como no se daba punto de reposo, ni aun en los días festivos, la producción era excesiva.
La coquetería, cuando no es excesiva, da más atractivo a la hermosura, como las especias dan sabor a los alimentos.
Y los pueriles conceptos que guardaban, adquirían en sus bocas una importancia excesiva, parecían sentencias sagradas, fórmulas misteriosas y amables que nadie podía tocar sin cometer un sacrilegio.
Hallaba Pedro con asombro que el atrevimiento desvergonzado y celebración excesiva a que se reduce, casi siempre pagado deprisa y con usura por las mujeres, todo el arte misterioso de los enamoradores, no le eran posibles ante aquella niña recién salida del colegio, que con franca sencillez, y mirándole en los ojos sin temor, decía en alto como materia de general conversación lo que con más privado propósito dejaba Pedro llegar discretamente a su oído.
Adela se levantó riendo, y puestos los ojos, entre curiosos y burlones, en el galán caballero, que del brazo de Juan venía hacia ellas, los esperó de pie al lado de Ana, que con su serio continente, nunca duro, parecía querer atenuar en favor de Adela misma, su excesiva viveza.
El que soñaba con cubrirse de gloria y ser caudillo famoso antes de los treinta años, no pensando más que en combinaciones estratégicas y originales fortificaciones, tiene que ocuparse del lavado y adecentamiento de unos cuantos mozos cerriles que llegan del campo oliendo a excesiva salud, probar el rancho, hablar de calzoncillos y camisas y calcular la duración de borceguíes y alpargatas.
Un siglo más de intolerancia religiosa, y España hubiera quedado como esos musulmanes de África que viven en la barbarie por su excesiva religiosidad, después de haber sido los árabes civilizadores de Córdoba y Granada.
¿Dónde está la fe que arrastraba a la muchedumbre belicosa de cruzados? ¿Dónde el fervor que levantaba catedrales con seráfica paciencia durante doscientos años para albergar una hostia bajo una montaña de piedra? ¿Quién se azota hoy y martiriza su carne y vive en el desierto, pensando a todas horas en la muerte y el infierno? En España, tres siglos de intolerancia, de excesiva presión clerical, han hecho de nuestra nación la más indiferente en materias religiosas.
Había ido a las ferias de los lugares cercanos y a algunas romerías, y no esquivaba la conversación de las gentes, aunque con tan juicioso y bien templado decoro, que atinaba a desechar la familiaridad excesiva, sin ofender al vidrioso y sin alentar al audaz y confiado.
Tildó su excesiva generosidad de desatino, de imprevisión y de censurable despilfarro.
Ya he dicho que la vida del Colegio, áspera, fría, monótona, entenebreció mi espíritu, ahora es bueno apuntar que la excesiva severidad de mis maestros, no siempre oportuna y atinada, me hizo desconfiado y receloso.
Nucha le ofrecía de vez en cuando golosinas y calderilla, y el rapaz, como suele suceder a las fieras domesticadas, contrajo excesiva familiaridad y apego, y costaba trabajo echarle de allí, encontrándosele por todas partes, donde menos se pensaba, a manera de gatito pequeño viciado en el mimo y la compañía.
Tales prendas, blanquísimas, adornadas con bordados y encajes, zahumadas con espliego, templaditas al sano calor de la camillacalor doméstico si los haylas tenía el capellán muchas veces en el regazo, mientras la madre, con la niña tendida boca abajo sobre su delantal de hule, pasaba y repasaba la esponja por las carnes de tafetán, escocidas y medio desolladas por la excesiva finura de su tierna epidermis, las rociaba con refrescantes polvos de almidón y, apretando las nalgas con los dedos para que hiciesen hoyos, se las mostraba a Julián exclamando con júbilo:.
Volvía Julián preocupado a la casa solariega, acusándose de excesiva simplicidad, por no haber reparado cosas de tanto bulto.

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