Ejemplos con estropicio

Muchas veces la mejor manera de entender el significado de una palabra, es leer textos donde aparece dicha palabra. Por ese motivo te ofrecemos innumerables ejemplos extraidos de textos españoles seleccionados.

En el capítulo X que titula El gran estropicio peninsular relata el viaje a la frontera de Portugal, por tierras zamoranas del Esla.
Yo te asegurogruñía Simónque he de hacer pagar caro a su amo este estropicio.
Vean el estropicio que me ha hecho en la frente con las tenazas.
Los pijoteros laureles que recogió fueron la rozadura de una bala en el cráneo, y el estropicio de la pierna al caerse de una pared.
De súbito, agarró Candelaria el tintero y me lo tiró a la cabeza, causándome el doble estropicio de levantarme un chichón en la frente y de mojarme de tinta toda la cara y la parte visible de mi alba camisa.
Retirándose por el pasillo, la noble señora y don Pedro Vela convinieron en aplicar al sanjuanista el único remedio práctico, que era mandarle a Vitoria, donde el descanso y los aires del país nativo le repondrían del grave estropicio cerebral.
Dijo el sargento que no quería beber, y a una interrogación airada de la posadera respondió que lo roto debían pagarlo los puercos y deslenguados Carbajosa y Matarrubia, que eran causantes del estropicio.
¡María Santísima, qué cara puso el celtíbero al oír lo que juzgaba disparate, blasfemia o cosa tal, qué relámpago de ira echó de sus ojos, qué sarta de vocablos feos y sacrílegos de su boca! Repitió el peruano fríamente su demanda, mas antes de que concluyera, corrió hacia él como un león el enconado padre, y acudieron los allí presentes a sujetar a uno y otro, salvando de un grave estropicio al poeta mareante.
Pasando por alto las gallinas y pollos ahogados, el cerdo que perdió el uso de la palabra, quiere decirse del gruñido, la burra que en los momentos de pánico se metió en la iglesia y no paró hasta la sacristía, la desaparición de cabras, cabrones y carneros, omitiendo asimismo la rotura del brazo de la , las descalabraduras de otras viejas, las caídas de ancianos y tullidos que por su calidad de pordioseros representaban menos valor que los animales, puso el narrador toda su labia en referirnos el grave estropicio de D.
Peor suerte tuvo la caja de libros que me acompañaba, pues por venir sobre cubierta se divirtieron con ella las inquietas aguas, metiéndose a revolver y esponjar lo que las mal unidas tablas contenían, y el estropicio fue tan grande, que los filósofos, historiadores y poetas llegaron como si hubieran venido a nado.
Al instante procedieron las dos a curarle con gran solicitud, y él, recobrada su serenidad y buen humor, bromeaba con Aura, permitiéndose ponderar su belleza, y concluyendo con la exquisita galantería de que se conceptuaba dichoso de aquel estropicio para que tales manos se emplearan en curarle.
-Si no es pecado el guerrear y desearle al enemigo todos los males, ningún pecado tengo, señor de Fago, pues ni mentira, ni estropicio, ni nada de mujeres encuentro en mi conciencia, por más que en ella rebusco.
Titubeó Fago entre nombrar a Saloma o callar este nombre, que removía en su alma heces amarguísimas, pero su ardiente curiosidad pudo más que su miedo, y Pitillas, contestando a la tímida pregunta, dijo: Esa desgraciada, que conocía muy bien el genio que gastaba su padre, no se atrevió a presentarse a él después del estropicio, y ahora.
Antes de pensar en borrar las huellas del estropicio, pensó en poner los cuartos en la hucha nueva, operación verificada con tanta precipitación que las piezas se atragantaban en la boca y algunas no querían pasar.
No se dirá por mí que no hay valientes, pues no estoy con los Aceros, por aquello de que tiene uno tres hijos y mujer y puede suceder cualquier estropicio, que si no.
El tercer toro rejoneado embistió a uno de los alguacilillos, que fue a caer con caballo y todo entre los alabarderos, produciendo algún estropicio.
De súbito, agarró Candelaria el tintero y me lo tiró a la cabeza, causándome el doble estropicio de levantarme un chichón en la frente y de mojarme de tinta toda la cara y la parte visible de mi alba camisa.
Los pijoteros laureles que recogió fueron la rozadura de una bala en el cráneo, y el estropicio de la pierna al caerse de una pared.
No sea cosa que esos bandidos me hagan un estropicio.
¿Y qué hizo entonces? Usted y su cómplice Cusack hicieron un pequeño estropicio en el cuarto de la señora y se las arreglaron para que hiciesen llamar a Horner.
¡María Santísima, qué cara puso el celtíbero al oír lo que juzgaba disparate, blasfemia o cosa tal, qué relámpago de ira echó de sus ojos, qué sarta de vocablos feos y sacrílegos de su boca! Repitió el peruano fríamente su demanda, mas antes de que concluyera, corrió hacia él como un león el enconado padre, y acudieron los allí presentes a sujetar a uno y otro, salvando de un grave estropicio al poeta mareante.
Peor suerte tuvo la caja de libros que me acompañaba, pues por venir sobre cubierta se divirtieron con ella las inquietas aguas, metiéndose a revolver y esponjar lo que las mal unidas tablas contenían, y el estropicio fue tan grande, que los filósofos, historiadores y poetas llegaron como si hubieran venido a nado.
-Mi querido amigo - dijo D'Artagnan-, si seguís dándonos la murga, vamos a encerrarnos los cuatro en vuestra bodega a ver si el estropicio ha sido tan grande como decís.
-Yo te aseguro -gruñía Simón-, que he de hacer pagar caro a su amo este estropicio.
A puro azote e improperio, aprendió la niña a dar los primeros pasos y a balbucir algunas palabras, y cuando supo andar, el más insignificante estropicio le costaba largas encerronas en el desván, y la menor desobediencia, un sopapo de su padre, hasta que, al cumplir siete años, la envió éste, más por vanidad de estirpe que por el bien de su hija, a un rudimentario colegio de la villa.
-¡Qué estropicio! -apuntando a los pedazos de loza, cristal, y otras materias incalificables que yacían sobre el piso.
Este estropicio aplaca un instante las iras del muchacho, y le hace prorrumpir en una interjección brutal.
Díjele con los míos que no cometiera una indiscreción, entendióme, y la añadí de palabra y sonriéndome que no era el estropicio aquél motivo para que se asustara tanto, aludiendo a los platos rotos, mientras Tona arrimaba al del juez municipal dos medias fuentes bien colmadas de potajes, algo pasmadona por lo que había pescado del relato, pero seguramente más por el desastre de la vasija, que había arrancado el grito a su madre.
Silbaban como cien huracanes los chicos del campanario, sin cesar un punto de tocar las campanas, cuyos badajos había dejado a su disposición, y de muy buena gana, el campanero, y en los aires estallaba todavía algún cohete que otro, en los cuales ruidos provocadores la gente de la mies se sintió picada de la impaciencia, dio en la gracia de cortar con la azada tantos maíces como resallaba, convínose por unanimidad en que el estropicio consistía en el ''aquel'' de la fiesta, que ''aceleraba'' la mano, acordóse por los viejos dar suelta libre a los jóvenes, que ya no habían de hacer cosa con traza, y ahí tienen ustedes a las mozas tornando al pueblo, con las azadas al hombro, echando por parejas, cuando no por grupos de más de cinco, a gañote desplegado, los más alegres y regocijados cantares que habían resonado en el valle en todo el año.

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