Ejemplos con escobillar

Muchas veces la mejor manera de entender el significado de una palabra, es leer textos donde aparece dicha palabra. Por ese motivo te ofrecemos innumerables ejemplos extraidos de textos españoles seleccionados.

¡Al cerro del Cristo, a las dehesas del Escobillar, a cortar guayabas en las sabanillas que bordan las orillas del Pedregoso!.
Habló don Carlos de Villaverde, del día de la Cruz, del paseo en la Alameda y en la colina del Escobillar, y de la fiesta del Cinco de Mayo.
Pero ¡ay! de repente me sentía yo acometido de profunda tristeza, de mortal melancolía, de aquella melancolía mortal, mi dulce compañera en las tardes de otoño, cuando sentado en la florida vertiente del Escobillar me abismaba en la contemplación del hermoso valle nativo iluminado por los últimos fuegos del crepúsculo.
Es cierto que desde allí se dominan los campos de Pluviosilla, pero ¡ay! sólo un poquito, muy poquito, los cerros de Villaverde, nada más la punta del Escobillar.
Recorrí otra vez las orillas del Pedregoso, y subí cien veces a la colina del Escobillar.
Desde el día en que entré a servir al jurisconsulto me propuse vivir aislado, lejos de los chismes villaverdinos que ya comenzaban a disgustarme, así es que a las horas de descanso me encerraba en casa, a leer o a conversar con Angelina, y únicamente los domingos por la tarde me echaba a vagar por los callejones, o me iba a pasar dos o tres horas en las orillas del Pedregoso o en las verdes laderas del Escobillar, de donde volvía cargado de helechos y flores campesinas.
El cielo de un hermoso azul, el sol poniéndose detrás de la colina del Escobillar, y al Noroeste soberbias montañas, el pie nevado del Citlaltépetl.
Por la tarde, hombres y mujeres, ancianos, jóvenes y niños, suben a la colina del Escobillar, donde un viejo borrachín, ya medio loco por el aguardiente, y muy conocido de mis paisanos, clava una gran cruz de madera en una roca de la vertiente oriental, al son de las músicas, al estallido de los petardos, y al disparar de los morteretes.
Pasan la mañana en los callejones del Escobillar, recorren todo el barrio, se reúnen en los solares , y allí comen el tradicional mole de guajolote, y los tamales de frijol, a la sombra de los naranjos y de los jinicuiles rumorosos.
Del lado del Norte, las lomas de San Antonio, los potreros del Escobillar, las casucas del Barrio-Alto, ocultas en la espesura de los jinicuiles y de los naranjales.
Cien veces recorrí las márgenes del Pedregoso, y otras tantas ví, desde lo más alto de la colina del Escobillar, la puesta del sol.
Al principio preferí los arrabales, los callejones sombríos, las márgenes pintorescas del Pedregoso o las plazoletas de la Alameda, vasto cuadro sembrado de fresnos, al pie de la colina del Escobillar, alameda sin flores y sin árboles copados, que por lo apacible y retirada me era gratísima.
Un ranchero, jinete en parda mula, venía por el llano, y allá, cerca de las vertientes del Escobillar, trazaban las yuntas surcos profundos en la tierra negra y vigorosa.
Algunos, pocos, lo hacen así, los más, a los dos o tres años de haber llegado, son ya unos villaverdinos completos, ni más ni menos que si allí hubieran nacido, como si de rapaces hubiesen guerreado en homéricas pedreas al pie del cerro del Cristo, en pro o en contra de la Escuela del Cura, como si hubieran en las dehesas del Escobillar, y aprendido latines en los bancos del.
Desde lo más alto de la colina del Escobillar veréis la ciudad como un juego de dominó esparcido en un tapete verde, cortada por la cinta plateada del río a cuyas márgenes se agolpan caserones y templos.
Id entonces al Escobillar, subid a la cercana colina, y gozaréis del más hermoso panorama, trepad a lo más alto, y tendréis ocasión de admirar la fecunda vega del Pedregoso, celebrada mil y mil veces por los poetas de Villaverde, y cantada en exámetros latinos y en liras arcaicas por el.

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