Ejemplos con escena

Muchas veces la mejor manera de entender el significado de una palabra, es leer textos donde aparece dicha palabra. Por ese motivo te ofrecemos innumerables ejemplos extraidos de textos españoles seleccionados.

Pero, ¿cómo se lo decía a la irritable Xuantipa, sin suscitar una escena ominosa, y en presencia del señor Colignon?.
Señor don Arturodijo sin otro ceremonial don Simón, al aparecer en escena, tengo que hablar con usted, a solas unas cuantas palabras.
Lejos de continuar allí la batalla empezada adentro, parecían, con sus cáusticas sonrisas, decir de la nación entera lo que del público aquellos dos cómicos al pararse jadeando entre bastidores, después de haber cruzado en la escena sus aceros, y de salir el uno persiguiendo al otro, entre frenéticos aplausos y gritos de indignación:.
Corrieron los días, y se aprobó el acta de don Simón, como se lo tenía prometido el ministro, se constituyó el Congreso, y dieron comienzo los primeros debates políticos, apareciendo en escena los parlamentarios, como en avanzada de los expertos capitanes que habían de salir más tarde a dar las batallas decisivas.
¡Qué diálogo el de las niñas de la villa que no quiero nombrar! ¡Qué tipo el del hidalgo don Recaredo! Se dirá que la novela sigue siendo política, y que esto la daña, pero aunque sea cierto que las ideas políticas salen de los límites del arte, ¿quién duda que las extravagancias y ridiculeces de la vida pública caen, como todas las demás rarezas humanas, bajo la jurisdicción del satírico y del pintor de costumbres? ¿Por qué no ha de describirse una escena de o de comicios electorales, como se describe una escena de taberna o de mercado?.
Contra mi propósito, hube de presenciar el principio de la escena, porque se desarrolló súbitamente, y la continuación, porque, a pesar mío, permanecí asido e inmóvil por la expectación.
Polus, actor griego, cuéntase que, representando , de Sófocles, sacó a escena la urna con las cenizas de su propio hijo, porque el sentimiento de su dolor fuese sincero y comunicativo.
¡Bien calculó el maligno Celemín lo que había de ocurrir, y cómo la caballeresca escena cambiaba de carácter y adquiría torpe sentido con sólo disponer los combatientes en la forma antedicha y rasgar oportunamente la trasera de unos gregüescos! Las más sublimes escenas de Shakespeare se hubieran descompuesto en esta piedra de toque.
Esta escena se repetía a diario durante largo tiempo, si bien la elocuencia ubérrima de Apolonio desenvolvía variadísimos temas.
Froilán Escobar, el Aligator, no se había movido durante la anterior escena.
Conocía la duquesa a mi padre de los años mozos, y, sobre todo, por referencias epistolares de su hermano, de suerte que la escena no le cogía de nuevas.
Esta escena se repetía casi a diario.
Pero, ¿es que sabe usted hacer calzado? Porque eso es lo principaldijo sonriente el señor Colignon, procurando rebajar el diapasón dramático de la escena a un tono más cuoloquial y tranquilo.
A los toreros, a los cómicos y a los curas no les desazona la curiosidad ni les desconcierta la mirada fija, como habituados a ser foco de la atención en el ruedo, la escena y el púlpito.
Siéntate , que fué lo que le dijo Napoleón a la reina de Prusia, en ocasión que la soberana, por conseguir un tratado menos infamante, quiso conmover al corso, representándole una escena dolorosa y teatral.
Los poetas de Atenas se burlaban en la escena de los dioses olímpicos, los filósofos los despreciaban.
Andresito percibía a medias esta escena, coreada por las risas de los parroquianos.
Su voz despertaba ecos en el inmenso porche, más silencioso que de costumbre por la calma en que estaban las calles, y a pesar de que las gallinas y las palomas picoteaban en torno de él, quitando grandeza a la escena, don Juan parecía un personaje bíblico, un profeta desesperado gimiendo lamentaciones ante las ruinas de la ciudad amada.
Y mientras atravesaban el Mercado con pasos tímidos, resbalando en el barro pegajoso que cubría las losas, el joven oía a Tónica con la falsa atención del cómico en la escena, que finge escuchar mientras piensa en lo que va a decir.
Le mataría, sí señor, le mataría, y después, ¡qué escena tan trágica! el teniente a sus pies, atravesado de una estocada, Amparito, desmelenada, sollozante, increpando al cielo, y él erguido como gigantesco fantasma, el ensangrentado acero en la mano, y en el rostro una sonrisa desesperada, infernal, loca, algo que recordase el último acto del.
Cantaba un tenor eminencia , uno de esos tiranuelos de la escena que cobran por noche cinco mil francos para entonar una romanza o un dúo y estar de cuerpo presente en el resto de la obra.
Una tarde, después de una escena de éstas, fuimos al jardín, Fernández y la señorita se quedaron con el niño en un merendero, Gabriela y yo nos perdimos, a lo largo de una calle de fresnos, en busca de violetas.
Las niñas vestidas de rosa o celeste que juegan a la rueda en el Prado y que parecen flores vivas que se han caído de los árboles, las pobrecitas que envuelven su cabeza en una toquilla agujereada, los que hacen sus primeros pinitos en la puerta de una tienda agarrándose a la pared, los que chupan el seno de sus madres mirando por el rabo del ojo a la persona que se acerca a curiosear, los pilletes que enredan en las calles o en el solar vacío arrojándose piedras y rompiéndose la ropa para desesperación de las madres, las nenas que en Carnaval se visten de chulas y se contonean con la mano clavada en la cintura, las que piden para la Cruz de Mayo, los talluditos que usan ya bastón y ganan premios en los colegios, y los que en las funciones de teatro por la tarde sueltan el grito en la escena más interesante, distrayendo a los actores y enfureciendo al público todos, en una palabra, le interesaban igualmente.
Había presenciado parte de la escena y estaba aterrada.
En aquel punto de la escena que se describe, empezaron de nuevo las acusaciones y una serie de informes sobre los distintos actos de barbarie consumados por Juanín.
Hallábase este en el escritorio, pero cuando les vio entrar subió con ellos, deseando presenciar la escena del reconocimiento, que esperaba fuera patética y teatral.
No durmió Maximiliano pensando en la escena que iba a tener con su tía.
Su imaginación agrandaba a veces el conflicto haciéndolo tan hermosamente terrible como una escena de Shakespeare, otras lo reducía a proporciones menudas.
Recordaba la escena aquella del padre suplicando a la que le quite de la cabeza al chico la tontería de amor que le degrada, y sintió cierto orgullo de encontrarse en situación semejante.

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