Ejemplos con enriquecía

Muchas veces la mejor manera de entender el significado de una palabra, es leer textos donde aparece dicha palabra. Por ese motivo te ofrecemos innumerables ejemplos extraidos de textos españoles seleccionados.

Se suele describir a Ramsés como un emperador indiferente al pueblo, el cual se mantuvo en la pobreza durante su reinado mientras la clase alta se enriquecía cada vez más, pero era una pobreza relativa, ya que en Egipto siempre reinó la abundancia.
Este modelo de organización estatal estaba controlado por el palacio que se enriquecía abusivamente a costa de los demás, expropiaba los bienes a los templos y ciudadanos lo que condujo a un empobrecimiento progresivo de la ciudad.
No sólo existía la preocupación en coordinar el trabajo de reivindicación y movilización entre los que participábamos en los grupos unitarios, también había una dialéctica que nos enriquecía, aunque nos segregaba cada vez más, la lucha contra el franquismo real y sociológico nos unía, pero nuestros debates, mezcla de antítesis de ideas y estrategias, nos separaba irremediablemente porque cada vez más expresaban el juego de fuerzas entre organizaciones clásicas en el movimiento obrero: PSOE y PCE, que pronto lo sería en CCOO y UGT: unidad versus pluralidad sindical, Asamblea y democracia directa versus representación por los vértices, comisiones representativas, Asambleas de Delegados de empresa versus delegados secciones sindicales.
Además la combinación de ambas guitarras enriquecía mucho el sonido de la banda.
Esta integración, no ponía en peligro su subsistencia como Nación, ni como Estado, tampoco ponía en peligro su integridad territorial ni sus zonas de comercio, muy por el contrario enriquecía grandemente su identidad cultural como nación, amén de ampliar sus áreas de influencia territorial, con zonas aledañas que estaban en peores condiciones que ellos y que clamaban por ser anexados para solucionar sus problemas.
Era posible que don Antonio Cuadros, que tan rápidamente se enriquecía.
Atropellándose al hablar, de pura rabia y despecho, insistió en que nadie imaginaría que el marqués de Ulloa, un señorito que sólo pensaba en cazar, se echase a político, que, a pesar de la gran influencia de la casa y de ejercer su nombre bastante prestigio entre los paisanos, la aristocracia montañesa y los curas, la tentativa importaría un comino si no la hubiese tomado de su cuenta Barbacana y no le ayudase un poderoso cacique subalterno, que antes fluctuaba entre el partido de Barbacana y el de Trampeta, pero en esta ocasión se había decidido, y era el mismo mayordomo de los Pazos, hombre resuelto y sutil como un zorro, que disponía de numerosos votos seguros, pues muchísima gente le debía cuartos que tenía esquilmada la casa de Ulloa a cuyas expensas se enriquecía con disimulo y que este solemne bribón, al arrimo del gran encausador Barbacana, se alzaría con el distrito, si no se llevaba el asunto a rajatabla y sin contemplaciones.
La frescura del camino botánico le enriquecía de grandores la conciencia.
Y la simplicidad de este sueno se enriquecía con el nombre de Brasil que, áspero y caliente, proyectaba ante él una costa sonrosada y blanca, cortando con aristas y perpendiculares al mar tiernamente azul.
El farmacéutico no sólo tenía la ocupación de vender el agua de su pozo -que, siempre que fuera profundo, lo enriquecía- sino que ade¬más, como era el personaje más respetable del barrio, el más sabio, era también el que recibía las confidencias de todas las personas.
Casi con esta sola cosecha se enriquecía el hombre.
Vio a aquel simple obrero que se enriquecía, mientras que él, amo, se arruinaba, y de aquí que se llenara de envidia, y que hiciera siempre cuanto estuvo en su mano para perjudicar a Magdalena.
Mucho había heredado de sus ilustres ascendientes, pero él también había adquirido no poco, y nadie podía decir que de mala manera y sin servir a la patria: era en su vejez, que casi se podía llamar florida por lo bien que en cosas que habían de dar fruto la empleaba, y por la lozana alegría de su humor y la constancia de sus fuerzas y alientos, era, digo, un agricultor de grandes vuelos, inteligente, activo, desinteresado con el pobre, pero atento a la legítima ganancia, y así se enriquecía más y más, ayudaba a los que le rodeaban a ganar la vida, y a quien le sacaba el jugo era a la tierra.

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