Ejemplos con enfermiza

Muchas veces la mejor manera de entender el significado de una palabra, es leer textos donde aparece dicha palabra. Por ese motivo te ofrecemos innumerables ejemplos extraidos de textos españoles seleccionados.

Al ver que ella no responde a sus deseos, esto hará que Laura haga todo por destruir la vida de Catalina, en una enfermiza obsesión que sólo podría ser ejecutada por esta desquiciada mujer.
Por ejemplo, se dice que Santa Teresa de Jesús era muy enfermiza y que pudiera haber padecido de problemas psicológicos productos de la misma.
Las reflexiones en torno a la moral, el dominio de sí y la alienación enfermiza causada por la dificultad de enfrentar las propias pasiones hacen de Las afinidades electivas una obra de gran actualidad.
La figura femenina parece una travesía obsesiva y enfermiza que entremezcla la realidad y la ficción, como una forma de proyectar la idealización de como debe ser una mujer de ensueño.
Lucia fue, desde su nacimiento, una niña enfermiza y con estrabismo, más acentuado que el de su madre.
Mientras Violeta se debate entre dos amores, la precaria situación obliga a la familia Madrigal a mudarse a la ciudad para vivir en casa de los Lazcano, lugar donde tendrán que soportar la franca hostilidad de Fausta, la tía de Leonora, quien inventará juegos macabros e intrigas sólo con la enfermiza intención de divertirse al verlos sufrir.
Su enfermiza afición por los casinos hizo que Carlos Julio muriese en la miseria, pese a la cuantiosa fortuna que había logrado reunir gracias a su gran éxito profesional.
En su infancia Bob tuvo una salud enfermiza, a tal grado que estuvo a punto de perder su vida.
Hasta la adolescencia fue una niña enfermiza, lo que sin duda influyó en su personalidad introvertida.
Según sus palabras, la distorsión del pasado condiciona de manera enfermiza el presente.
Nació con una condición física enfermiza, la columna vertebral torcida y su hombro izquierdo más elevado que el derecho.
Su marido, artista especializado en vidrieras, era persona enfermiza, y sus hijos heredaron su delicada salud, muriendo dos de ellos en la infancia.
No obstante, desde algunos años atrás ya asumía la mayor parte de las negociaciones del Ministerio con los mandatarios extranjeros, con motivo de la timidez enfermiza del ministro titular, von Jagow.
La vivencia de una monotonía extrema y enfermiza es causa común de muchas rupturas de parejas como consecuencia del fenómeno que se conoce clínicamente como el deseo sexual inhibido.
Distinguía entre religiosidad sana y religiosidad enfermiza.
Las personas asustadas se vuelven enfermiza, enflaquecen y son atormentadas con delirio de persecución.
¡Cómo le atormentaba este hombre al palpar su carne, que parecía haberse endurecido, haciéndose más sensible, con una sensibilidad enfermiza y tímida, cual si se contrajera al simple contacto del aire! Cuando perdió de vista esta cara, y no sintió ya el martirio de sus manos, sumióse otra vez en el sopor del descanso.
Su pecho angosto jadeaba con el esfuerzo, dos rosetas de enfermiza púrpura coloreaban sus pómulos, dilatábase su débil cuello, marcándose en él las venas con azul relieve.
Por las noches, a altas horas, era la visita de la musa, enfermiza y melancólica, y sentado al piano improvisaba entre toses y gemidos su música, de una voluptuosidad amarga.
En realidad, ¿era la misma que acompañaban los dos oficiales ingleses? Parecía mucho más alta que la otra, con una delgadez que hacía clarear su cutis, dándole una transparencia enfermiza.
Su curiosidad enfermiza se despertaba, infundiéndole deseos de disecar, por solaz y pasatiempo, aquel corazón.
Nació en plena corrupción colonial, cuando era Cuba mártir, el vertedero de todo lo podrido, el refugio de todos los estorbos, de todos los hambrientos y desocupados de España, cuando era nuestra tierra, el criadero de una milicia viciosa y enfermiza, robada a la Agricultura y a la Industria de su país, cuando era esta ciudad, jardín de América hoy, corral blando y holgado de Capitanes Generales infecundos, logreros e imperiosos, cuando la bandera roja y gualda flotaba sobre nuestra casa y a su sombra los cubanos estaban condenados a perpetua cobardía y los españoles autorizados para enriquecerse y engordar sus vicios insolentes, cuando el criollo moría en la miseria y el peninsular paseaba satisfecho en el carruaje comprado con el oro que manaba del crimen, cuando había más cárceles que escuelas, y el látigo infamante chasqueaba sobre las espaldas de los hombres de una raza tan necesitada de justicia como la nuestra, cuando el cubano que no se sometía a servir de celestino al pisaverde madrileño que lo solicitara, iba a purgar su osadía en el presidio, cuando el talento de los nativos dormía echado bajo la bota del déspota ceñudo, y la capa torera sobre los hombros y la cinta de hule en el sombrero, eran los únicos pasaportes de honor y las únicas cédulas de vida, verdaderas.
¡Y mire usted que Madrid! Hasta la zapatera, de pie en un rincón, olvidando la enfermiza prole, escuchaba a Luna con asombro, animándose su rostro con una pálida sonrisa, asomando la mujer al través de la bestia resignada de la miseria cuando Luna describía el lujo de las grandes damas en el extranjero.
El zapatero le parecía más amarillento y triste en el rancio ambiente de su tugurio, encorvado ante la mesilla, martilleando la suela, su mujer más débil y enfermiza, mísera esclava de la maternidad, debilitada por el hambre y ofreciendo como única esperanza al hijo pequeño aquellas ubres flácidas, de las que sólo podía surgir sangre.
Quizás asiduos trabajos intelectuales, atroces disgustos, prolongadas vigilias, la agitación del alma duramente refrenada y el fuego comprimido de las pasiones, obran misteriosamente en nuestro organismo y promueven esta explosión: el corazón se hincha, adquiere una fuerza enfermiza e irregular, y de repente inunda el cerebro de sangre.
Aquella era nocturna y tenía algo de sonambulismo o de ideación enfermiza, esta era diurna, y a causa de las buenas condiciones del ambiente solar en que se producía, resultaba más sana y más conforme con la higiene cerebro-espinal.
Al poco rato entró en el despacho un hombre muy flaco, de cara enfermiza y toda llena de lóbulos y carúnculas, los pelos bermejos y muy tiesos, como crines de escobillón, la ropa prehistórica y muy raída, corbata roja y deshilachada, las botas muertas de risa.
Sobre la verja se inclinaba añoso olivo, donde nidaban mil gorriones alborotadores, que a veces azotaban y sacudían el ramaje con su voleteo apresurado, y hacíale frente una enorme mata de hortensia, mustia y doblegada por las lluvias de la estación, graciosamente enfermiza, con sus mazorcas de desmayadas flores azules y amarillentas.
En Nucha, el espectáculo producía las hondas impresiones de la luna de miel maternal, exaltadas por un temperamento nervioso y una sensibilidad ya enfermiza.
¡Vivan en hora buena dijo a esta sazón con voz enfermiza maese Pedro, y muera yo, pues soy tan desdichado que puedo decir con el rey don Rodrigo:.

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