Ejemplos con elegíacos

Muchas veces la mejor manera de entender el significado de una palabra, es leer textos donde aparece dicha palabra. Por ese motivo te ofrecemos innumerables ejemplos extraidos de textos españoles seleccionados.

Tíbulo y Propercio, poetas elegíacos imitadores de los griegos, aunque el segundo se considera uno de los cantores más originales de Roma antes de Lucrecio.
Como poeta compuso elegías mitológicas de las que solo se conocen los títulos, cantos elegíacos, una epístola a un desconocido y algunos poemitas en hexámetros.
A la señora le cayó en gracia la ingenua osadía de mi padre, emitió un ajo encantador, y le alentó a que improvisase nuevos versos elegíacos.
Y aquí tenéis explicado el por qué los poetas y poetastros de aquella tierra somos elegíacos hasta lo sumo, y.
No hablemos de los egoístas francos, militares o paisanos, que porque la ley, deficiente, sin duda, no les exigía un sacrificio directo, ni de su persona, ni de sus bienes, veían con la indiferencia menos disimulada las catástrofes que nos hundían, no hablemos tampoco de los patrioteros hipócritas que por oficio tienen que emplear a diario toneladas de lugares comunes elegíacos en lamentar dolores de la patria que ellos no experimentan, pero ¡si fueran ésos solos! Yo he observado de cerca a quien ha luchado por España, ha expuesto su vida defendiéndola, y ha merecido gloriosos laurales.
En una de estas columnas estaban grabados estos versos elegíacos: De las regiones de Asia a inmensas gentes en este mar del Ática los hijos domar lograron en naval combate, y de los Medos el poder deshecho, para Ártemis la casta esta memoria de gratitud en prenda dedicaron.
Retiróse éste por la parte del mar, y al paso recobró algunas de las ciudades litorales: y Pirro, teniendo por el mayor para su gloria entre estos prósperos acontecimientos el de haber vencido a los Galos, consagró lo más brillante y precioso de los despojos en el templo de Atena Itónide con la siguiente inscripción en versos elegíacos: A Itónide Atenea en don consagra estos escudos el Moloso Pirro, a los feroces Galos arrancados cuando triunfó de Antígono y su hueste, ¿Qué hay que maravillar, si ahora y antes los Eácidas fueron invencibles? Después de la batalla, inmediatamente recobró las ciudades, y habiendo vencido a los Egeos, los trató mal en diferentes maneras, y además les dejó guarnición de los Galos que militaban en su ejército.
con los cuales, a costa de gran trabajo y de muchas diligencias, consiguió establecer y afirmar entre los ciudadanos la paz y amistad, por los cuales méritos no sólo le tributó los correspondientes honores la universalidad de los ciudadanos, sino que, separadamente, los desterrados le erigieron una estatua de bronce, grabando estos versos elegíacos: Tus consejos, desvelos y trabajos, y por la Grecia tus ilustres hechos, a las columnas heracleas llegan.
Y dejo ya estos lugares comunes elegíacos, que merecen más detenido estudio más lúgubres lamentaciones.
Por todas partes se oye ahora maldecir de los poetas de poco vuelo, de los libros de poesías adocenados, obra de incautos imitadores, y hasta esos críticos o revisteros que tienen por todo criterio seguir la moda, y contra viento y marea quieren ser graciosos, ligeros y modernísimos, dicen mil chistes, siempre elegíacos, contra la pícara manía de escribir, en verso.
¡Cuánta diferencia entre esa composición y la de los elegíacos vates del tiempo de Superunda!.

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