Ejemplos con descuajaringado

Muchas veces la mejor manera de entender el significado de una palabra, es leer textos donde aparece dicha palabra. Por ese motivo te ofrecemos innumerables ejemplos extraidos de textos españoles seleccionados.

De tarde en tarde entraba en el mismo establecimiento la familia de Amusco o de Villalón, recelosa de que la gente de la ciudad la tuviera en poco para acomodarse allí, con su aparejo algo burdo «pa según lo que los currutacos usan», pero dispuesta a darse un regodeo, con lo mejor y más caro de «la casa», para quince días, o el grave magistrado del Supremo, en vacaciones, hombre fino y culto si los había, pero con la aprensión incurable de que todo bicho viviente es un reo sobre el que pesa perpetuamente la jurisdicción de la Sala a que él pertenece, o el gomoso, descuajaringado de tanto correr de la ciudad a la playa y viceversa, en busca de algo que no encontraba.
Sancho Vargas, descuajaringado y mustio, y roído además por el despecho que aquel inesperado fracaso le producía, se levantó también, y tendiendo de mala gana la diestra al desconocido Brezales, le dijo con ronca voz y sin mirarle a la cara:.
«Maíz frito» lo había llamado Baldomero a un compañero que siempre, por lo listo, parecía andar chisporroteando, y «Palomo» a un muchacho que se enamoraba de cuanta china lo rozaba: «Charabón» le decía a otro, por lo descuajaringado, y «Flauta», «Petizo», «Pata larga», «Bacaray» y mil otros, a todos, a cualquiera, a los del pago y a los forasteros, en voz baja, muchas veces, o por detrás del interesado, para que no supiera que ya le había cambiado el nombre, o en voz alta y en medio de las risas, por tal que del recién bautizado no se pudiera temer alguna peligrosa explosión de mal humor, muy natural, por lo demás, pues hieren los apodos.
Pero, después de tanto tiempo, le crié tal cariño a mi rancho viejo, que no me puedo decidir a voltear sus grietadas paredes, de las cuales se va borrando la pintura y cayendo el revoque, ni a devolver su polvo al polvo de donde ha salido, ni a hacer leña su esqueleto descuajaringado, dejando desvanecerse, en el humo de cada astilla, uno de los mil recuerdos alegres o tristes, de tantos años de vida, pasados bajo su techo de paja.

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