Ejemplos con desastrada

Muchas veces la mejor manera de entender el significado de una palabra, es leer textos donde aparece dicha palabra. Por ese motivo te ofrecemos innumerables ejemplos extraidos de textos españoles seleccionados.

Entre las figuritas del nacimiento había una mujer desastrada, que sin duda era la bufona.
En una de las visitas de Romualdo Cantera, dijo este a Vicente que Segismundo había ido con él hasta el portal, no atreviéndose a subir porque no quería dejarse ver con la desastrada ropa que cubría sus pobres carnes.
No se puede afirmar que en Agosto llevase tal prenda con objeto de abrigarse, llevábala sin duda para tapar la desastrada vestimenta de un triste insurrecto proscrito.
En esta parte de la relación, entró Clavería, y Teresa hubo de repetir algo de lo dicho, refiriendo además la desastrada muerte de Leal.
-dijo Teresa volviendo sus miradas hacia el tal, y encarándose con la figura más desastrada y haraposa que podía imaginarse-.
En fin, no sigo, porque escribiendo esta desastrada historia me pongo malo, y huye de mí la alegría de vivir, que ha sido en días más venturosos mi sostén y mi encanto.
La tristeza que reina en esta casa por la desastrada muerte de D.
Cerca de la fuente, en un tablado, la charanga del Maestro Bemoles tocaba una desastrada fantasía del Baile de Máscaras.
Trinidad de que el presunto Nabucodonosor estaba más enamorado que nunca de la hija del usurero, de que tal era la causa de la desastrada vida que hacía, y de que aquel indomable y contrariado cariño daria muy pronto al traste con el poco juicio que le quedaba al infeliz, en cuyo caso, ¡ya podian echarse a temblar D.
y aun la esbeltez del cuerpo, la estudiada colocación del cabello, la bien tajada y picuda barba, protestaban contra los estragos prematuros de la edad o de la vida desastrada y azarosa, revelada no solo en los desperfectos físicos, sino muy principalmente en la voz, tan extinguida, que desde las butacas apenas la podíamos apreciar, tan empañada y blanca, que parecía voz de hombre que canta con residuos de una cucharada de gachas atravesadas en el gaznate.
Después de habernos recocido los sesos en amontonar erudición gentílica, histórica y dogmática, en rehenchir versos, ajustar cadencias y cazar figuras, en cuya desastrada ocupación ganábamos por la mano al lucero matutino, negando el tributo a Morfeo, que nos hallaba en vela todas las noches, Bella per Emathios plus quam civilia campos, como dijo no sé quién, en no sé qué libro.
Y movida, poco tiempo después, de sus pasiones y desengaños, y de un muy elocuente sermón que oyó por acaso al padre Atanasio, en el convento de Capuchinos, abandonó la desastrada vida que hasta entonces había seguido y se volvió a Dios de todas veras.
Lloró Colás la muerte desastrosa de su padre, aunque considerándola como lógico y merecido término de su vida desastrada, y se alegró de la buena fortuna de su hermana, y cual si después de estos dos sucesos nada le quedara que hacer, a la vista, como quien dice, de su pueblo, trasladóse a la ciudad en busca de más anchos y luminosos horizontes.
Pronto vendrá la primavera con sus flores y entonces se decidirá la suerte de doña Beatriz, que de continuar aquí, no puede menos de ser desastrada.
Deplorable era la situación de cuantos se encontraban debajo de aquel techo, señalado por blanco a las saetas invisibles de la muerte, pero la de don Alonso era más desastrada que la de ninguno, peor aún que la del mismo don Álvaro.
- Ahora vamos a presenciar la segunda, cuyo lastimoso argumento es la desastrada muerte de MULEY CARIME o sea de MIGUEL DE ROJAS, padre de la primera -y única legítima -esposa del REYECILLO.
Bien recompensado Merlín por el conde de Urgel y Ramiro de Linares, fuese a reunir después con las hordas de su tribu, temeroso de que los castellanos quisiesen vengarse de él como a espía y mensajero de los capitanes del bando a quien cupo la desastrada suerte de vencido, y por iguales razones creyó prudente el astrólogo judío comenzar con gentil compás de pies el viaje hacia Viena, en cuya espléndida corte prometíase otra vez hallar la más ventajosa acogida.
¿Tan sensible se os hace pasar esa desastrada época en el retiro de un claustro, aunque sin pajes que os sirvan, sin doncellas que os honren, sin dueñas que os autoricen, sin esclavas en fin que os toquen el cabello, os atavíen y perfumen bajo doseles de brocados y pisando ricas alfombras? ¡Ah!, no por cierto: yo he enseñado a Blanca de Castromerín a ser feliz con menor ostentación y grandeza.
-No podéis figuraros, dijo Matilde a Ramiro, el dolor que me causa este último lance: hame primero parecido ver en tan desastrada muerte el mismo fin que cabrá a alguno de los bravos paladines que desenvainan el acero para defender los derechos de nuestra familia.
- ¡Assí los diablos te ganen! ¡Assí por infortunio arrebatado perezcas o perpetuo intollerable tormento consigas, el qual en grado incomparablemente a la penosa e desastrada muerte, que espero, traspassa.
Mi vida no es tan triste y desastrada como he podido creer, porque esta mujer me la ennoblece, y me colma de consuelos espirituales».
Eres una desastrada.
En esta parte de la relación, entró Clavería, y Teresa hubo de repetir algo de lo dicho, refiriendo además la desastrada muerte de Leal.
-dijo Teresa volviendo sus miradas hacia el tal, y encarándose con la figura más desastrada y haraposa que podía imaginarse-.
En fin, no sigo, porque escribiendo esta desastrada historia me pongo malo, y huye de mí la alegría de vivir, que ha sido en días más venturosos mi sostén y mi encanto.
En pena de tan funestas violencias, pretenden los argivos, como decía, que acabó furioso Cleomenes, cuya desastrada muerte niegan los espartanos que haya sido castigo ni venganza de ningún dios, antes aseguran que por el trato que tuvo Cleomenes con los escitas se hizo un gran bebedor, y de bebedor y borracho vino a parar en loco furioso.
Como por espacio de siete días hubiesen ellos hecho a las órdenes de Dionisio lo que les mandaba, viéndose ya molidos al octavo con tanto trabajo, y acosados de los rayos del sol, como gente no hecha a la fatiga, empezaron unos a otros a decirse: —«¿Qué fatalidad es esta, o qué crimen tan enorme hemos cometido para darnos a tan desastrada vida? ¿Y no somos unos insensatos que perdido el juicio nos entregamos a merced de un focense fanfarrón, que por tres naves que conduce se nos levanta con el mando, entregándonos a intolerables afanes? Visto está que no ha de dejarnos aliento, pues ya muchos de la armada han enfermado de puro cansancio, y muchos más, según toma el sesgo, vamos en breve a hacer lo mismo.
Que, si el profeta e rey Dauid al hijo, que enfermo lloraua, muerto no quiso llorar, diziendo que era quasi locura llorar lo irrecuperable, quedáuanle otros muchos con que soldase su llaga, e yo no lloro triste a ella muerta, pero la causa desastrada de su morir.

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