Ejemplos con deberíais

Vos y los que son como vos deberíais avergonzaros de tales procedimientos que, más que de vuestra integridad, dan testimonio de vuestra desmesurada afición al despotismo.

Deberíais andar como ellas en cuatro patas.

-No deberíais haberle dejado ir -dijo el duque a Franz-, vos que conocéis mejor a Roma.

Mas volviendo a nuestros adorables cantantes, deberíais hacernos un favor, señor Danglars, sin decir que hay un extraño, deberíais suplicar a la señorita Danglars y al señor Cavalcanti que cantasen un poco.

Vos deberíais decir dos palabritas al padre respecto a este asunto, conde, vos que lo tratáis tan íntimamente.

Aun cuando peleaseis por cualquiera otra causa, deberíais por nosotras conteneros, hechos ya suegros, abuelos y parientes, mas si por nosotras es la guerra, llevadnos con vuestros yernos y nuestros nietos, restituidnos nuestros padres y parientes: no nos privéis, os pedimos, de nuestros hijos y maridos, para no vernos otra vez reducidas a la suerte de cautivas”.

-¿Cómo que no sabríais decírmelo? Sin embargo, vos deberíais estar mejor informado que nadie.

-Nunca deberíais haberme exigido que me diese a conocer.

«Dado que habéis perdido el rastro de esa mujer y que ahora está a salvo en ese convento al que nunca deberíais haberla dejado llegar, tratad al menos de no fallar con el hombre, si no, sabéis que tengo la mano larga y que pagaréis caros los cien luises que os he dado.

- Casa propia, criados, carruaje, palco en la Opera, todo esto deberíais tener.

Convenceríais mi razón, me mostrarías por precio de mi infamia el trono mismo de Inglaterra, pero deberíais estar seguro que aún así yo resistiría, porque tengo dentro del alma el germen que eternamente me estaría diciendo al oído sin dejarme distracción ni reposo: «tuvistes la vileza de abandonar en medio de tus enemigos a la que los ofendió amándote: tuviste la infamia de dejar caer al sepulcro, sin correr a su socorro a la débil mujer que se dejó seducir por las exterioridades engañosas que ocultan tu bajeza.

Deberíais también colocar vuestra espada sobre el altar durante la misa.

Vos deberíais.

-Y muy infames, deberíais añadir, -dijo Álvaro.

¡qué enorme oleada de indignación y de vergüenza agitaría vuestros bellos corazones! Qué rugiente marejada de infinitos desprecios saltaría desbordante de vuestros pechos sobre el rostro de esos hombres que dicen amaros, cuando lo que desean es poseeros como una cosa y encadenaros a su dominación, para vosotras más triste que muchas desventuras, puesto que viene de un esclavo, de un esclavo que hundido en abyecto servilismo tiene la imprudente audacia de hacer de vosotras, que deberíais ser las dulces campañeras del hombre fuerte, el escaño de sus ruindades.